pamplona. El perro especializado en el trabajo de detección de drogas va siempre acompañado de su guía. Así protegen al animal y se garantizan que este no entra en contacto con el estupefaciente, sino que simplemente con las moléculas de olor que desprende, son capaces de detectar si hay droga en ese lugar o si la ha habido (también pueden marcar una zona, por ejemplo, en la que se ha consumido droga aunque ahora ya no exista ni rastro). Cuando olfatean alguna sustancia tóxica, proceden a doblar sus partes traseras y a sentarse en el lugar, ya sea el interior del airbag de un coche, donde Docket encontró por ejemplo un importante alijo de droga. Si detectan la droga en el pantalón de una persona, o en cualquier parte de su cuerpo, hacen el mismo ejercicio.
La sentada alerta al guía. La acción en la que el can indica la ubicación de la droga se denomina señalización pasiva. También existe la señalización activa, que no la practican en Policía Foral pero que consiste en que rasquen en aquel lugar que detectan como escondite sospechoso de las sustancias o en los perros que se dedican a la búsqueda de personas que ladran, por ejemplo, cuando encuentran un cuerpo.
aprendizaje diario minucioso Pero lo anterior es el final de un largo camino. Hasta que se alcanza tal afinidad para que el perro domine esta línea de trabajo, de asociar, individualizar y señalizar el olor de una sustancia, transcurren hasta nueve meses de formación. Casi un año de familiarizarlo con el método, de premiarlo con juguetes, nueve meses para que aprenda a detectar una sustancia. Normalmente, el hachís es la sustancia inicial para acometer el aprendizaje de uno de estos perros. Conforme saben que al encontrar el hachís van a recibir el premio de la pelota, se les va reduciendo la cantidad de sustancia con el fin de que afinen todavía más su olfato.
La marihuana no se usa por ejemplo para la iniciación del perro, ya que tiene un olor tan intenso que condiciona la búsqueda del perro. Después de que ya son capaces de familiarizarse con el hachís, apenas tardan una semana en aprender a conocer otras drogas como heroína, cocaína o speed. "Con nueve meses ya puedes empezar a trabajar con ellos, pero con dos años de trabajo es ya cuando tienes un buen perro"; afirma uno de los guías de la Policía Foral.
una cachorra toma ya el relevo El cuerpo autonómico cuenta con cuatro especialistas policiales en esta unidad que nació en 2005 y nueve perros, que se dedican bien a explosivos bien a drogas. Son Dudu, Orba, Argos y Chica los encargados de detectar explosivos. Para las drogas trabajan Dina y lo hacía Docket, que ha recibido ya el relevo de Lima, una cachorrita de apenas 8 meses que para Sanfermines va a estar ya plenamente operativa. El relevo aquí está garantizado. "Lo que tratamos es de tener un grupo de perros con diferencia de edad. Es decir, si se jubila uno, tenemos a un cachorro ya enseñándole y varios más que van a estar plenamente activos. La edad ideal para trabajar con ellos es entre 3 y 7 años, es cuando están en plenitud y maduros, a partir de ahí pueden perder un poco de interés y condiciones físicas", afirma uno de los policías.
Como queda dicho, los perros para ejecutar este trabajo no son unos cualquiera. Son poderosos, con iniciativa, valientes y muy preseros. Hay varias razas especialmente dotadas para esta actividad, como el pastor alemán, el pastor belga malinoix y el labrador retriever. Para el trabajo con drogas suelen ser aptos la raza cocker y springer. Para entrenarlos les hacen meter el olfato por todos los rincones, maletas, armarios, alcantarillas, así que después en la práctica real no se les escapa una.