Para despedir un año bien intenso he pedido respuestas a una pregunta. Sabiduría vital procedente de edades y plumajes diversos se ha compactado en onzas de 18 kilates. ¿Qué no volverías a hacer?

Guardarme mi opinión sobre cosas importantes porque me avergüenza darla, y dejarme influir por lo que piensan los demás.

Intentar cambiar cosas de las personas que quiero. Lo hice y no salió bien. Si la quieres, quiérela como es.

Enrollarme con un amigo, la amistad ya no fue igual.

Confiar en alguien que dice perder la cabeza por mí a la semana de haberme conocido.

No atreverme a apostar por una persona cuando ya había formado familia con otra.

Enfadarme con quien no lo merece. Llorar por quien tampoco lo merece.

No viajar al Festival Mundial de la Juventud de Cuba en 1978 por irme de mochilero con una novia a Lloret de Mar. Hoy, que ni Cuba ni yo somos los mismos, me iría de mochilero con una novia a la Vuelta del Castillo.

Compartir mi vida con personas tóxicas. Por pena o por arrogancia creí que podría ayudarlas, pero fue al contrario, me arrastraron en su espiral.

Entrar en relaciones y trabajos que sé que no me encajan.

Aceptar dirigir un centro con una dinámica muy negativa. Lo supe desde la primera semana y aguanté un año. Perdí dos dientes por la presión mandibular.

Participar en el acoso a tres niños de mi colegio; uno flaco, otro gordo, y otro, cojo. La inconsciencia de los 9 años no hace que deje de ser cruel.

Dudar y angustiarme ante la posibilidad de arriesgar, quedarme en lo seguro conocido y en el control.

Ser tan autocrítica, he aprendido a tratarme mejor.

Comer marihuana en vez de fumarla. El LSD en particular y otras drogas químicas en general. Meterme speed. Me estaba enrollando con una chica y me parecía que eran dos.

Pantalones blancos con la regla. Vaqueros con cremallera sin calzoncillos. Y con esto… ¡2026, ahí vamos! Creo que nos arrepentimos mucho más de lo que no hacemos que de lo que sí. Urte berri on!