“Los jóvenes no son irresponsables, el problema es que no les exigimos”
Filósofo, escritor y pedagogo, este toledano sabe mucho acerca de la importancia de educar a la juventud en valores para que la sociedad conviva en armonía
Pamplona -José Antonio Marina ha visitado Navarra para conocer la nueva herramienta que el Gobierno foral ha elaborado para analizar la calidad de la educación en valores que reciben los estudiantes de primaria.
¿Qué es eso de educar en valores?
-Al educar en valores hablamos fundamentalmente de valores morales o de valores éticos como la justicia, la igualdad o el respeto a la libertad. No se trata solo de dar a conocer estos valores a los jóvenes, porque parte ya los conocen, sino de justificar por qué los buenos son unos y no otros. Otro aspecto muy importante es el de ir creando los hábitos. De nada vale saber lo que es la justicia si luego te comportas injustamente.
¿Hasta qué punto es importante educar en estos valores desde edades tempranas?
-Es muy importante porque es aquí donde se adquieren la mayoría de los hábitos y conviene que estén dirigidos por valores que son buenos para la convivencia. Todos los niños, por ejemplo, son en principio egoístas, pero si no favorecemos el hábito de la generosidad no lo van a adquirir. Conforme vayan teniendo más años esos hábitos se consolidarán y resultará más difícil cambiarlos. Por eso, cuanto antes los vayan adquiriendo, mejor.
¿Las personas tendemos a los valores negativos?
Somos una mezcla de las dos cosas. Somos egoístas, pero tenemos impulsos generosos; somos justos pero muchas veces, si la justicia nos perjudica, preferimos ser injustos... Lo que hay que intentar es disminuir lo negativo y fomentar las conductas positivas. Estamos siempre en el filo de la navaja. Nos podemos inclinar hacia un lado o hacia otro, pero lo que nos conviene es saber que la única manera de convivir bien es fomentando los valores positivos. Esto, por ejemplo, se ve en la corrupción. Mucha gente ha ido a lo suyo y se ha dejado llevar de lo que le interesa sin importarle perjudicar a otros. Eso es lo que tenemos que evitar porque, al final, es malo para todos.
Una educación que no está basada en valores, a largo plazo, llevará a que se asienten unos valores que no son adecuados cuando la persona sea adulta, ¿no?
-En realidad toda la educación está basada en valores, lo que pasa es que estos también pueden ser negativos. Los nazis educaban a los niños en valores firmísimos como la superioridad de al raza aria, que los judíos no tenían derecho a la vida o que había que dar la vida por Hitler. Era una educación en valores fortísima, pero de malos valores y por eso se podían convertir en asesinos. El dinero, por ejemplo, también es un valor, pero no puedes hacerlo todo por dinero porque si no acabas teniendo una mala elección de valores. No está mal hacer cosas por dinero, pero hay que poner límites. Si te ofrecen un montón de dinero por matar a una persona tienes que decir que no porque, aunque valoras el dinero, te parece más importante respetar la vida de otro. Este es el juego del aprendizaje de valores y es lo que hay que enseñar.
¿Le parece que en la educación española se tiene en cuenta esta necesidad de integrar los valores?
-Hemos dado muchos bandazos. Nos damos cuenta de la necesidad de que penetre toda la educación porque necesitamos que nuestros chicos y chicas sean honrados, valientes, justos... Eso lo hemos hecho siempre, pero sobre todo ha habido discusión sobre si convenía que hubiera algún tipo de enseñanza más de asignatura, por decirlo de alguna manera. Yo creo que es necesaria, porque solo con una especie de educación transversal vaga no conseguimos gran cosa y conviene tomárselo más en serio.
¿Se refiere a asignaturas como educación para la ciudadanía?
-En este caso el problema estuvo en el debate tan absurdo que se dio en España. Fue un disparate y fue una muestra más de hasta qué punto hemos confundido las cosas en este país. Necesitamos enseñar valores en la escuela
Hablamos sobre todo de valores en los centros escolares, pero esto debe de enseñarse en todos los ámbitos, ¿no?
-A mí me gusta decir que para educar a un niño hace falta la tribu entera. Todo influye y si continuamente se ven ejemplos de personas corruptas, y violentas al final pueden pensar que eso es lo que hay y que no merece la pena esforzarse. Hay que enseñarles que cuando los valores éticos no se cumplen siempre alguien resulta perjudicado.
Es muy común oír que nuestra juventud ya no tiene buenos valores. ¿Qué opina de esto?
-Es posible, pero yo no creo que sea cosa solo de la juventud, sino de la sociedad en general. Es cierto que hay una parte de la juventud con una cierta irresponsabilidad, pero hay otra parte muy grande que es muy responsable y en la que yo confío muchísimo. No se puede generalizar tanto. Lo que ocurre es que muchas personas piensan que lo más importante es la moralidad sexual y la gente joven, en ese aspecto, ha cambiado mucho. Es muy importante tener presente que estamos infantilizando demasiado a la adolescencia. Les estamos exigiendo poco y no acaban de desarrollar su personalidad, se han acomodado a vivir sin responsabilidades y eso si es malo desde todos los puntos de vista. Hemos hecho de la juventud una especie de paréntesis irresponsable donde sólo hace falta probar cosas y disfrutar. Les estamos haciendo muy vulnerables y eso es culpa de los adultos.
¿Cómo se puede mejorar esto?
-Creo que tomándolos en serio. Ellos valen mucho y son muy responsables cuando exigimos que lo sean. Los jóvenes no son tan irresponsables como creemos, lo que pasas es que no les exigimos. Hay que valorar lo que hacen y pedirles que se esfuercen.
Uno de los problemas de la educación en valores es que, en muchos casos, se hace a través de la teoría y no el ejemplo.
-Sí, claro. Me parece que esto inutiliza en gran parte de la educación en valores. Tiene que tener una parte teórica de justificación, pero luego tenemos que poder ofrecer modelos de conducta que sean imitables. Cuando ves como una persona ha sido capaz de solucionar bien las cosas te anima a hacer lo mismo. Pero para eso hay que desarrollar un sentimiento que ahora, en España no está muy bien visto, que es el de admiración. Acabamos sintiendo admiración por personas impresentables que no se la merecen. Cuando escogemos ejemplos, estos tienen que representar valores útiles para toda la sociedad.