pamplona - Unos 250 pacientes son operados al año en Navarra por hipertrofia prostática benigna en los hospitales del Servicio Navarro de Salud- Osasunbidea. Este crecimiento de la próstata, que produce alteraciones de la micción, se intenta corregir con medicamentos que mejoran la salida de la orina al disminuir el tamaño de la próstata, pero puede llegar un momento en que éstos dejen de ser efectivos y es necesario operar, bien a través de la uretra (resección transuretral de la próstata) o con cirugía abierta (extrayendo la próstata a través de la vejiga). Ahora, los servicios de Urología y Radiología del Complejo Hospitalario de Navarra (CHN) están llevando a cabo un ensayo clínico para comparar la eficacia y seguridad de un nuevo método (la embolización transarterial supraselectiva de la próstata) frente a los resultados de la primera de estas prácticas. El objetivo, según indicaron, es comprobar si esta nueva técnica, menos agresiva, “tiene iguales o mejores resultados que la intervención clásica y con menos efectos secundarios”.
El investigador y coordinador principal del proyecto, titulado Ensayo clínico aleatorizado para comparar la eficacia y seguridad de la embolización transarterial supraselectiva de la próstata frente a la resección transuretral de próstata en el tratamiento de los síntomas del tracto urinario inferior relacionados con la hipertrofia benigna de próstata, es el urólogo del Complejo Saturnino Napal Lecumberri, si bien también participan el servicio de Urología del CHN, cuyo jefe es Andrés Santiago González de Garibay, la sección de Radiología Intervencionista del Servicio de Radiología del Complejo, con Fermín Urtasun Grijalba e Iñigo Inchausti Gorbea, y los urólogos José Luis Cebriáin Lostau e Irene Losada Álvarez, encargados de la parte endoscópica. Navarrabiomed-Fundación Miguel Servet promueve el ensayo clínico, que cuenta con financiación del sector privado para hacer frente a los costes básicos de la puesta en marcha de la iniciativa, y lo coordina la Unidad de Investigación Clínica del citado centro, dirigida por Ferran Capdevila Bastons.
En este estudio por primera vez se comparan los resultados finales de este procedimiento -utilizado ya por un equipo portugués en más de 800 ocasiones, por otros grupos brasileños y chinos, así como en varios hospitales españoles- con los de la operación más habitual. El objetivo es “determinar si la embolización selectiva de las arterias prostáticas es una técnica igual de efectiva que la resección transuretral de la próstata en el tratamiento de los síntomas del tracto urinario inferior asociados al crecimiento de la glándula prostática”, pero también “si es más segura en cuanto a la preservación de la función sexual y otros parámetros y si mejora la calidad de vida de los pacientes con alteraciones de la micción producidas por el crecimiento de la próstata”, expuso Napal, quien apuntó que “en casos extremos” este desarrollo de la glándula “puede acabar dilatando la vejiga y los riñones, produciendo insuficiencias renales muy graves”.
hipertrofia benigna de próstata Saturnino Napal explicó que “próstata tienen todos los varones y a partir de los 50 o 60 años empieza a crecer dando diferentes sintomatologías: orinar más veces, disminución del chorro miccional, tener que levantarse por la noche a orinar y, en casos extremos, se llega a no poder orinar precisando la colocación de una sonda a través de la uretra en la vejiga para derivar la orina”. Indicó que prácticamente todos los hombres tendrán síntomas a partir de los 60 años y a un 50% les acarreará problemas, llegando a cirugía “una mínima parte”.
El procedimiento de embolización, que dura aproximadamente dos o tres horas, se lleva a cabo en la Unidad de Radiología Intervencionista del Complejo. Con control fluoroscópico y anestesia local, se realiza “a través de una punción en la ingle para acceder a la arteria femoral del paciente y, desde ella, se navega por el interior de las arterias hasta llegar a cateterizar selectivamente las arterias prostáticas”, señaló Napal. Una vez dentro de las mismas, prosiguió, “se inyectan esferas de pequeño calibre (300 a 500 micras), cuyo objetivo es bloquear el paso de la sangre, la glándula prostática se queda sin irrigación y se seca, en parte, disminuyendo su volumen, lo que produce una importante mejoría de la mecánica miccional y, en pacientes con sonda, ésta se puede retirar recuperando la micción”.
No obstante, no todos los afectados son candidatos a ser intervenidos de este modo. Para ello, existen unos criterios de inclusión y de exclusión. Deben tener más de 60 años y padecer sintomatología obstructiva por su crecimiento prostático benigno (orinar con poca fuerza o muchas veces por el día o por la noche) o que le hayan colocado una sonda por no poder evacuar. Asimismo, deben haber estado en tratamiento con medicación para esta hipertrofia por los menos durante los seis meses anteriores y que ésta no haya sido efectiva y sus arterias prostáticas contarán con el calibre suficiente para poder introducir un catéter. Para ello, se les practica un angiotac. Aquellos varones cuyas arterias no son idóneas, se les somete a una intervención clásica a través de la uretra.
valoración inicial Este equipo de investigación del Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea espera reclutar este año a los 60 pacientes que necesitan para concluir el ensayo: 30 para el grupo de embolización y 30 para la resección transuretral de la próstata, de los cuales ya han practicado las pruebas a diez de cada clase. Aunque es pronto para extraer conclusiones definitivas, el investigador principal valoró que “por lo que hemos observado hasta ahora la técnica resulta igual de efectiva, más segura y más cómoda para el paciente (en 24 horas está en casa)”, por lo que esperan que “pueda consolidarse como otra opción terapéutica para los pacientes que padecen este problema”. Y es que, como aseguró, “hasta el momento no ha habido grandes complicaciones en los enfermos a los que se les ha practicado la embolización arterial prostática”. Este sistema, además, “no precisa anestesia general, ni colocación de sonda en la vejiga y la recuperación suele ser rápida; en menos de 24 horas puede hacer vida normal”.
Preguntado por si considera que se valora convenientemente el trabajo de investigación que se realiza en la medicina asistencial pública, el urólogo Saturnino Napal consideró “evidente que en el contexto público se han destinado recursos muy escasos a la investigación biomédica”, cuando “es en la sanidad pública donde los profesionales sanitarios atendemos diariamente los problemas reales de la gente. Mediante este tipo de estudios clínicos intentamos dar respuesta a estas realidades y necesidades, para que, al fin y al cabo, repercuta en una mejor asistencia al paciente, que es lo que nos importa”.
criterios de inclusión
Mayores de 60 años. Los pacientes candidatos para el estudio deberán ser varones mayores de 60 años.
Diagnóstico. Tendrán un diagnóstico de hipertrofia prostática benigna con síntomas del tramo urinario inferior obstructivos moderados o severos, refractarios a tratamiento médico de al menos seis meses de duración.
Flujo máximo de orina. Con flujo máximo de orina en flujometría menor de 10 ml/segundo.
Consentimiento. Los pacientes deberán otorgar su consentimiento informado por escrito para participar en el estudio.
criterios de exclusión
Los pacientes con al menos uno de los siguientes criterios serán excluidos: Aterosclerosis avanzada. Aterosclerosis avanzada y tortuosidad de las arterias ilíacas.
Arterias prostáticas. No visualización de las arterias prostáticas en estudio de angiotac.
Alergia al contraste. Antecedentes de alergia al contraste yodado.
Estenosis de uretra. Estenosis de uretra, fallo del detrusor o vejiga neurógena.
Filtrado glomerular. Filtrado glomerular inferior a 30 ml/minuto.
Tumor. Presencia de tumor maligno.
Problemas. Cualquier problema médico, psicológico, psiquiátrico, geográfico o social.