vitoria - Alicia, la niña de 17 meses que el pasado lunes fue arrojada desde la ventana de un primer piso en Vitoria, falleció ayer por la tarde en el Hospital de Cruces. La menor presentaba un traumatismo craneoencefálico, hipertensión intracraneal refractaria y politraumatismos. La madre, una brasileña de 18 años, agredida por Daniel Montaño, un músico de 30 años al que había conocido esa noche, tras lanzar a la pequeña al vacío, permanece estable en el mismo hospital.
La pequeña permanecía ingresada desde la madrugada del lunes, cuando Montaño la lanzó por la ventana de un primer piso después de que, según fuentes policiales, fuera descubierto por la madre mientras abusaba sexualmente de ella.
Según fuentes policiales, el presunto agresor, que impartía desde hace tiempo clases en conservatorios de Vitoria como profesor sustituto, conoció a la madre de la pequeña Alicia la noche del domingo y decidieron pasar la noche juntos.
Hacia las tres y media de la madrugada la madre de la pequeña se despertó y comprobó que ni el profesor ni su hija estaban en la habitación, han relatado fuentes de la investigación.
Por ello se puso a buscar a la bebé en otras estancias del piso compartido y encontró al hombre haciendo tocamientos sexuales a la pequeña, por lo que se puso a gritar y se inició una fuerte discusión entre los dos.
En medio de esa trifulca, que escucharon muchos vecinos, el profesor arrojó presuntamente a la pequeña desde la ventana del mirador del primer piso, a unos tres metros y medio de altura, y clavó a la madre un cristal en el cuello.
El agresor, que también sufrió cortes en la cara, está detenido en la Unidad de Psiquiatría del Hospital de Santiago de Vitoria.
Aunque en un primer momento el detenido reconoció al parecer que había abusado de la pequeña, posteriormente se ha negado a declarar ante la Ertzaintza.
La criatura cayó al parecer contra el coche del saxofonista, que estaba aparcado junto al portal, y rebotó en el bordillo de la acera. La pelea entre el agresor y la madre de Alicia se prolongó en el balcón, donde al parecer presuntamente él le clavó a ella un cristal en el cuello. También hubo golpes, demasiados. Y sangre. Horas después del dramático suceso, las manchas seguían en las ventanas y el portal. También continuaba la conmoción en los vecinos de la calle, algunos de los cuales fueron testigos de los hechos.
gritón Daniel Montaño había dejado Sevilla en 2014 -su ciudad natal, la que le vio crecer y donde aprendió a tocar el saxofón- para cubrir una baja en la Escuela Municipal de Música Luis Aramburu de Gasteiz. Su nombre aparecía en la bolsa de trabajo de Dulantzi y el currículo, bastante brillante, hizo el resto. Vino sin pensárselo, la oportunidad apremiaba, y los compañeros le abrieron enseguida los brazos, buscándole sustituciones en otros centros para llegar a fin de mes con un sueldo digno. En su primer año, la actitud era impecable, dicen los que trabajaron con él. Pero en el segundo algo cambió. Conocidos suyos aseguran que algunas familias con hijos matriculados en la Escuela Municipal de Música de Agurain, donde ahora el joven tenía uno de sus empleos parciales, se desapuntaron porque estaban muy descontentas. “Era por la actitud y por la metodología. Los padres decían que gritaba mucho a los niños. Que era excesivamente autoritario. Algunos acababan la clase llorando”, desvelan.
La denuncia cobra un valor especial ahora. “Y no, nunca habríamos imaginado algo así. Nos hemos quedado helados. Pero hace una semana comentamos que este chico podía acabar mal”, afirma una persona que coincidió trabajando con él.
Nunca fue un chico extrovertido, “no participaba mucho en las conversaciones cuando salíamos a tomar algo con colegas de profesión y solía irse el primero”, pero los compañeros con los que compartió más de un zurito aseguran que su comportamiento empezó a resultar más retraído en esta última temporada. También les llamaba la atención que, aun siendo apocado en general, “con las mujeres sí que actuaba con soberbia”. - Jaione Sanz
concentración de repulsa
Dolor en la plaza de la Virgen Blanca. La plaza de la Virgen Blanca estaba anoche abarrotada, dolida, consternada, incapaz de encontrar las palabras adecuadas para denunciar tanta repugnancia, tanto dolor. Personas de toda clase y condición, políticos y anónimos. Acudieron, porque sabían que era necesario, que hacía falta ese gesto, trabajadores, compañeros y alumnos del Conservatorio de Música Jesús Guridi, de la Escuela Municipal Zortziko de Agurain y de la Banda de Música de Gasteiz, donde el saxofonista trabajaba haciendo sustituciones. También hubo en los dos centros concentraciones a la misma hora, con la gente que no pudo acudir a la manifestación.