Pamplona - Los especialistas del Instituto Navarro de Medicina Legal comparecieron ayer en la segunda sesión del juicio por una violación denunciada en Alsasua en febrero de 2016 y en la que se sienta en el banquillo un acusado de 36 años que se enfrenta a 9 años de cárcel. La vista quedó suspendida porque la técnico de genética, autora del informe, no pudo acudir a la vista y declarará en los próximos días. Mientras, los forenses dieron su explicación de dicho informe y de las muestras de ADN que se recogieron en las prendas íntimas de la víctima. Así, en la falda de la chica se localizó una muestra de una mancha que podría corresponderse con semen del acusado -también podía ser líquido preseminal o similar, abundó a preguntas de la defensa-. En los pantys y en la ropa interior de la joven también se aislaron los marcadores genéticos, pero quizás porque “la muestra no era gran calidad”, la conclusión de que podía corresponderse con el ADN del acusado es también probable, pero menos que en las muestras de la falda. De hecho, en la ropa interior, la probabilidad es reducida. En las partes íntimas de la víctima no se halló perfil genético del acusado y sí de otra persona (del amigo de ella).
El médico forense que exploró a la víctima manifestó que la joven presentaba lesiones en los brazos, rodillas y en la cabeza compatibles con traumatismos que ella relató (dijo que él la había agarrado del brazo y sufrió un golpe en la cabeza contra la pared) o bien compatibles con una caída (algunos testigos dijeron que la chica estuvo a punto de caerse en el bar y que fue asida por el amigo que la acompañaba). La ginecóloga que la atendió en Urgencias recordó que presentaba unas lesiones en sus partes íntimas, típicas de un forcejeo o que se pueden producir en una relación sin lubricar y de manera impulsiva y fogosa, como planteó la defensa. Ambos especialistas médicos recordaron que explicaron a la joven que tenían que tomarle unas muestras de su zona íntima para identificar, si lo hubiera, el ADN del acusado, y en aquel momento la denunciante respondió que no había tenido relaciones consentidas con otra persona, como había sido el caso después de que ocurrieran los hechos que denuncia. Esta relación la confesó posteriormente en la denuncia que presentó en la Guardia Civil.
Una agente que le tomó manifestación le otorgó credibilidad a su testimonio, “porque si hubiera querido ocultar algo no hubiera relatado que había tenido relaciones después con otra persona. Ella no sabía cómo había pasado eso, pero creía que no era una infidelidad, sino que decía que la culpa la tenía el acusado. Lo hizo para buscar cariño y comprensión, no había voluntad, según relataba”. La guardia afirmó que dicho comportamiento es atípico en una víctima de una agresión sexual, “pero eso no quiere que no se haya producido porque con su confesión ella se estaba hundiendo la vida”. Observó la agente en la denunciante sentimiento de vergüenza, “decía mucho que no la íbamos a creer”. La mujer del acusado declaró que desde que se le denunció viven un infierno y que cree a su esposo, que le confesó al día siguiente que había sido un tonteo y que la denunciante se lo ha inventado. - E.C.