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Coto a las apuestas

Coto a las apuestas

El incremento de chicos cada vez más jóvenes “enganchados” al juego en línea o las casas de apuestas deportivas ha empujado a las administraciones a poner límites a estos tipos de juegos de azar “altamente adictivos”, cuyos locales proliferan en los barrios más desfavorecidos. Lo dicen los expertos del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, como Amaya Prado, psicóloga educativa, quien asegura que “cada vez acuden más familias a las consultas a pedir ayuda porque sus hijos, cada vez de menos edad, están teniendo problemas de adicción al juego”, un problema del que se hablará sin duda hoy, en el Día internacional sin juegos de azar.

La edad de acceso al juego ha descendido en los últimos años y esto, según la psicóloga, “es lo preocupante”, porque la adolescencia es una etapa de desarrollo en la que los jóvenes son especialmente vulnerables a desarrollar una adicción. En esas edades, dice Prado, “buscan experiencias excitantes y no tienen recursos económicos”. Y a veces para comprarse lo que quieren, apunta, buscan fuentes de ingreso rápidas y prueban suerte en estos juegos de azar -prohibidos en los menores de 18 años-, que les pueden conducir a un “juego problemático, que no patológico”.

El juego patológico es una adicción. Es, además de problemático, persistente, recurrente y provoca un deterioro o malestar clínicamente significativo, con consecuencias psicológicas, sociales, familiares, académicas y económicas. Para los psicólogos, existen factores que pueden empujar a los jóvenes a convertir el juego en un problema, como la publicidad, que ha propiciado que relacionen las casas de apuestas con deportistas. Los locales de las casas de apuestas se han convertido para muchos jóvenes en algo recreativo y social y lo han convertido en el lugar de juego con los amigos. Pero algunas, según denuncia la psicóloga, se sitúan a menos de cien metros de los centros educativos.

Las asociaciones de vecinos, además, han denunciado que muchas de ellas han proliferado en los barrios de las ciudades con la población más vulnerable. En Madrid, según datos de la Federación de Asociaciones Vecinales de Madrid (Fravm), el barrio de Carabanchel acumula 73, el centro de la capital española, 72; el Puente de Vallecas, 63; Tetuán, 61; y Ciudad Lineal ya tiene 50.

En caso del juego en línea, donde se desarrolla el 5% del juego, los psicólogos encuentran otros factores de riesgo, como que la mayoría de webs “permitan y animen a jugar sin dinero inicialmente hasta que se van animando y van sintiendo esa necesidad”, o que algunas regalen bonos con dinero, algo que según advierte “no es legal e incita a seguir jugando y ya con dinero propio”.

Pero, además, las apuestas en la red añaden a los juegos de azar presenciales el plus de ofrecer visualmente efectos excitantes, similares a los videojuegos o máquinas tragaperras, a los que los jóvenes están habitualmente jugando y en los que la frecuencia es muy rápida.

un negocio al alza Los ingresos de las empresas del juego en línea en 2017, según datos de Hacienda, ascendieron a 560 millones, tras restar el dinero de los premios. Así pues, crecieron un 30,9% respecto al año anterior y el 55,5% del negocio procedió de las apuestas, que también crecieron en la misma proporción. En 2013, los beneficios eran de 229 millones, por lo que actualmente se estima que hay más de 1,4 millones de jugadores, más del doble que hace cuatro años.

Los psicólogos hablan de un incremento de la prevalencia del juego problemático en los jóvenes, pero Prado quiere subrayar, como lo hizo recientemente en el Senado, que esta prevalencia “no debe llevar necesariamente a una alarma injustificada”. La mayor parte de los que tienen estos problemas presentan un juego “ocasional, de carácter recreacional y social, que en la mayoría de los casos no empeora cuando llega a la vida adulta, a pesar de que no reciban ningún tratamiento”, destaca Prado.

Más cercano a esta última consideración está el sociólogo José Antonio Gómez, autor del informe Percepción social sobre el juego de azar en España, que presenta cada año la Universidad Carlos III y la fundación de la compañía del juego Codere. Gómez asegura, y así lo refrenda el informe del año pasado, que “España no tiene un problema social con el juego problemático”, que se mantiene en el 0,3% de la población y que los afectados son sobre todo hombres, menores de 35 años y de todos los estratos sociales.

Mantiene, además, que el consumo de juego entre los jóvenes “no es excesivo”, y argumenta que son los que menos juegan a loterías, la ONCE, el bingo y los casinos, donde se produce en buena medida el mayor volumen del juego. En 2016, Loterías y Apuestas del Estado (Selae) concentraba el 35,6% del juego, las máquinas en hostelería un 28,1% y la ONCE un 10,6%.

Los jóvenes juegan, señala el sociólogo, “a lo que les gusta, a los deportes”, a las apuestas deportivas, incluidas las quinielas, y a máquinas en los salones de juego, no en bares. “Esos son los únicos juegos en que los jóvenes juegan más que la media”, subraya. El próximo día 31 se presentará el último informe de la fundación Codere, que revela que el 12,4% de los jóvenes entre 18 y 24 años hizo alguna apuesta deportiva en 2017, pero también que el 10,5% jugó a la quiniela.