a mediados de semana un avance científico se colaba entre las principales noticias de periódicos e informativos. Investigadores del Instituto Sloan Kettering de Nueva York (Estados Unidos), liderados por el oncólogo catalán Joan Massagué, habían descubierto que las células que inician la metástasis de los tumores aprovechan las capacidades de curación de las heridas para propagarse. Este descubrimiento abre una vía para investigar un posible tratamiento contra la metástasis, responsable de alrededor del 90% de todas las muertes por cáncer, y, por ello, preguntamos a dos oncólogos y un investigador de la Comunidad Foral sobre la importancia de este hallazgo y qué va a suponer para el paciente.

El propio Massagué explicaba el miércoles en una entrevista a la Cadena Ser las conclusiones del estudio: "Hemos sido capaces de demostrar, o al menos proporcionar evidencias fuertes, de que, dentro del tumor, la comunidad heterogénea de células cancerosas que lo componen, hay algunas que adoptan la conducta que nuestros tejidos normales deben adoptar cuando tenemos una herida, es decir, cuando se produce un desperfecto en nuestras barreras, en nuestros epitelios, en nuestra piel o en nuestras mucosas. Aquel agujero hay que rellenarlo rápido porque si no van a entrar microbios que se van a llevar por delante al organismo entero. Este comportamiento de reparar rápido, lo que se conoce como biología de la regeneración, es lo que las células cancerosas adoptan cuando van a hacer metástasis". Así, según prosiguió el experto, su equipo -porque como recalcó "esta es una labor colectiva"- ha descubierto que "las células cancerosas que van a hacer metástasis la hacen adoptando esta conducta de regenerar, de tapar, porque sienten que no están formando parte de un tejido íntegro", y lo que hacen es "regenerar el tejido que no deben, el tumor, donde no deben, que son los órganos distantes, donde han llegado a través de la sangre".

ruth vera

Jefa de Oncología Médica del CHN

"Es un avance muy importante e innovador"

La jefa del servicio de Oncología Médica del Complejo Hospitalario de Navarra (CHN), Ruth Vera, consideró que "es un avance muy importante e innovador". Tras destacar la conveniencia de "conocer bien la enfermedad", consideró este avance "un paso más" en este sentido y abogó por "seguir investigando", ya que "hoy por hoy no tiene una aplicación directa al paciente para un tratamiento y ahora empieza todo un desarrollo que en los próximos años veremos qué aplicabilidad clínica tiene, pero para esto todavía necesitamos años, porque la investigación es así". Para esta especialista, los resultados del estudio liderado por el doctor Massagué "abren una puerta más al conocimiento en el mundo del cáncer", si bien quiso trasladar un mensaje de cautela a los pacientes para que "no piensen que esto significa un cambio en el tratamiento de hoy para mañana; no, ni muchísimo menos".

Tras señalar que la metástasis es la causa más habitual de fallecimiento en el paciente oncológico, la doctora Vera explicó que "no sabíamos, no sabemos de hecho muy bien y hay mucha investigación a este respecto, por qué, cómo las células hacen este proceso de metástasis y la teoría que había sobre todo en este sentido es que ocurrían algunas alteraciones moleculares o mutaciones en las células del tumor que permitían que esas células del tumor primario se fueran a otras células. Ahora, la vía que el doctor Massagué ha descubierto, aunque él también dice que parece que no sea la única, es que hay un mecanismo por el que las células del tumor adquieren una característica no especial de las células normales del organismo para reparar heridas o cicatrices". Un hallazgo que supone "una ventana, una puerta abierta al conocimiento" para seguir investigando y que, de hecho, ya hay profesionales "trabajando en fármacos para poder atacar esta proteína y ver esto qué implica en el desarrollo de las metástasis", sostuvo, si bien estos trabajos todavía son incipientes.

ignacio gil bazo

Director de Oncología de la CUN

"Es muy relevante, pero por desgracia no va a acabar con la metástasis"

Por otro lado, preguntado también por la importancia del descubrimiento, el director de Oncología de la Clínica Universidad de Navarra (CUN), Ignacio Gil Bazo, aclaró en primer lugar que "por desgracia" no hay un "único" mecanismo de la metástasis: "Si realmente tuvieran solamente un origen sería mucho más fácil poder controlarlo, porque realmente plantearíamos un tratamiento dirigido frente a una diana solamente. En este caso es más complicado que todo eso, porque realmente hay más mecanismos". No obstante, sostuvo que "todo lo que sea el descubrimiento de nuevos mecanismos que nos permitan entender mejor por qué un tumor que aparece en una localización puede diseminarse a otra, que incluso a veces está muy distante en el cuerpo, todo lo que sea conocer mejor los mecanismos por los que ocurren esos procesos desde luego que son muy importantes, porque solamente de la mano de este tipo de descubrimientos se pueden diseñar tratamientos dirigidos frente a ese tipo de dianas moleculares". Por lo tanto, consideró el hallazgo "muy importante, muy relevante, pero por desgracia ni su hallazgo en sí mismo va a acabar con las metástasis, aunque se descubriera un tratamiento frente a ese gen, que de momento no lo hay, porque hay otros mecanismos compensatorios y los mecanismos de metástasis son un proceso muy complejo, donde no solamente interviene un gen o dos, sino probablemente muchos. Pero aún así, efectivamente, suma a ese cuerpo de evidencia científica que permite desarrollar de aquí a unos años posibles estrategias terapéuticas que controlen mejor la diseminación de los tumores".

Respecto al estudio, el doctor Gil Bazo destacó que han observado que "cuando se genera un tumor la proteína L1CAM, que es una molécula de adhesión que permite que unas células se peguen a otras, no es relevante o no aparece en la carcinogénesis o formación del tumor, pero cuando ese tumor decide viajar a otro órgano a distancia y colonizarlo, es decir, generar una metástasis, entonces es cuando aparece esa proteína", que resulta "fundamental, necesaria, para que ese tumor pueda emprender el viaje y pueda de forma exitosa colonizar un órgano a distancia. Por lo tanto, descubierto ese mecanismo, si uno plantea la posibilidad de un tratamiento que bloquee la acción de ese gen o de esa proteína, puede probablemente reducir la capacidad de los tumores, o al menos de algunos, porque este estudio está hecho en tumores colorrectales y, por lo tanto, no podemos generalizar que esto pueda ser el mismo mecanismo que utilizan las células del cáncer de pulmón o el de próstata para emigrar a otros sitios". Por todo ello, estimó que "puede ser muy relevante a nivel preclínico, de investigación básica, pero todavía tiene un trabajo por delante de investigación traslacional por hacer y finalmente, potencialmente, de investigación clínica ya en humanos para saber si verdaderamente el bloqueo de esa proteína permite una reducción de la generación de las metástasis".

El facultativo también consideró que "por desgracia" a corto plazo no va a repercutir en el paciente, "a medio plazo probablemente tampoco y a largo plazo potencialmente puede generar el descubrimiento de una molécula, un compuesto químico que permita un control de los procesos de metástasis o incluso una regresión, una reducción del tamaño, un tratamiento o un compuesto con efectos terapéuticos reales sobre el paciente, pero desde luego a largo plazo" porque "ni siquiera está validado y no se ha desarrollado, por lo menos ellos no trabajan con ningún inhibidor, probablemente lo estén buscando, pero ahora mismo no hablan de ninguno".

En definitiva, Gil Bazo afirmó que "no podemos saber con certeza" qué aplicación clínica final tendrá esto en los pacientes, pero "desde luego es prometedor y es un mecanismo que es muy sólido en cuanto a la calidad de la ciencia que han empleado, en cuanto a los modelos de ratón que han utilizado, es decir, que hay un trabajo muy gordo detrás, lo cual quiere decir que probablemente es muy robusto y que se podrá reproducir y que podrá llegar a una posible aplicación clínica, pero no podemos evaluar ni en cuánto tiempo, ni si verdaderamente será así". Y es que, apuntó el especialista, "no todos los tratamientos que se desarrollan, ni las dianas que se descubren acaban teniendo una aplicación clínica -de hecho, concretó que menos de uno por 100.000 avances de este tipo acaban llegando al paciente-, pero desde luego si no tuviéramos ninguno de estos avances y no los hubiéramos tenido en los últimos veinte años no habría cambiado nada el tratamiento de los pacientes" y lo ha hecho "notablemente".

david escors murugarren

Investigador del IdiSNA

"Aporta una nueva diana más para poder desarrollar otros tratamientos"

El investigador principal del grupo de Oncoinmunología de Navarrabiomed-IdiSNA David Escors Murugarren puso en valor la importancia de la investigación básica, que es aquella que intenta resolver cómo funciona algo. En este caso, según expuso, los científicos "han decidido intentar responder a una pregunta casi filosófica: ¿Qué diferencia la célula con capacidad metastásica de la célula que no presenta estas capacidades? Pero gracias a este tipo de investigación se ha descubierto una diana con un potencial de poder desarrollar fármacos contra ella; de ahí la importancia que tiene este tipo de investigación para poder avanzar no sólo en el conocimiento, sino en el futuro desarrollo de nuevos fármacos".

Este biólogo señaló, además, que este estudio está "muy bien hecho porque todos los del grupo -de Joan Massagué- publican a muy alto nivel, hacen un trabajo muy cuidadoso, muy sistemático, también en modelos animales, y lo que han averiguado es que las células que forman las metástasis, en unos modelos que ellos tienen de cáncer colorrectal, y creo que de cáncer de mama también, utilizan un programa, unas instrucciones, que son muy parecidas a las que utilizan las células normales para reparar un tejido, en concreto en la expresión de una proteína marcadora de reparación de tejido". Asimismo, explicó que "acompañando a esa proteína lo más probable es que se produzcan otras que ayuden a la célula a vivir mejor, que ayuden a la célula a dividirse más rápido, a escapar del sistema inmunitario, a escapar del daño que hace la quimioterapia... esa es la importancia científica del trabajo, que están indicando cómo esas células con capacidad de generar metástasis se están comportando".

Por ello, Escors consideró que hay que transmitir al paciente "un mensaje de esperanza, no sólo por este trabajo, sino porque se están desarrollando muchas terapias, terapias dirigidas, terapias de inmunoterapia... En los últimos diez años ha cambiado radicalmente cómo se está tratando al paciente oncológico, pero obviamente estamos hablando de enfermedades muy difíciles de curar. Este trabajo aporta una nueva diana más para poder desarrollar otros tipos de tratamiento. No significa que esos posibles tratamientos te vayan a curar; eso es un proceso muy largo que puede llevar unos diez años más de investigación, de inversión, para generar por ejemplo inhibidores, pequeñas moléculas, pequeños tratamientos que puedan atacar a esta proteína. Eso no asegura que vaya a haber una curación del cáncer, pero poco a poco, con muchas líneas de investigación en distintas direcciones, se está logrando una mejora de los tratamientos en Oncología muy significativa, sobre todo en los últimos quince años. Este trabajo va a suponer una nueva diana más y una esperanza de poder obtener otro tipo de tratamientos que, en combinación con los existentes, mejoren la calidad de vida del paciente y esperemos que en un futuro, con el esfuerzo combinado de todo tipo de investigación oncológica, se pueda llegar a curar, si no todas, al menos un cierto porcentaje de los cánceres".

Y es que, como concluyó, el desarrollo de los fármacos tarda su tiempo. En este sentido, puso como ejemplo que en 2018 se entregó el premio Nobel a los dos doctores que más influyeron en el desarrollo de la inmunoterapia contra el cáncer. "Los primeros descubrimientos que se hicieron que han dado lugar a estas terapias que se están poniendo hoy en día fueron alrededor de los años 2005-2008. Estamos en 2020, eso significa que han pasado quince años desde esos primeros descubrimientos hasta ya la aplicación de rutina de algunas de las inmunoterapias más eficaces. El mensaje es que los descubrimientos sí que dan lugar a las terapias, no hoy, pero en quince años se pondrán al paciente, o igual antes, porque también hay que tener en cuenta que si la Agencia Europea del Medicamento (EMA) o su homóloga de Estados Unidos (FDA) ven que una terapia es muy prometedora, como ha sucedido recientemente con algunos tratamientos de inmunoterapia, si ven que hay algunos fármacos o algunos procedimientos que realmente están funcionando en ensayos clínicos, se aprueban por una vía rápida clasificando los tratamientos como enfermedades raras", porque la gran mayoría de los cánceres no tienen una incidencia tan alta en la población como pueda ser el cáncer gástrico. En definitiva, estamos un poquito más cerca de lograr la cura del cáncer, pero hay que continuar dando pasos en investigación para conocer mejor la enfermedad y así poder lograr en un futuro tan ansiado objetivo.