- Si algo diferenciaba la semana pasada al Bazar Feliz, situado en San Juan, del resto de tiendas de las zona, es que, aunque estuviera abierto, los clientes no podían entrar en su interior. En la fase 1, la familia que regenta el local atendía a quienes se acercaban a comprar desde la puerta, donde colocaron un mostrador. “Sacamos los productos que nos demandan los clientes y les enseñamos varios modelos. Los primeros días la gente no se acostumbraba a este método de trabajo, incluso muchos aún preguntan si se puede entrar, pero poco a poco creo que van haciéndolo”, confesó Ángel Zhou.

Al tener un establecimiento de más de 400 metros cuadros, todavía no podían abrirlo entero, y tampoco les salía rentable acotarlo, por lo que eligieron esta opción para no seguir cerrados mientras esperaban a la fase 2. “Abrimos por la situación económica porque somos una familia grande y no tenemos más ingresos. Más que por querer abrir el negocio es porque necesitamos ingresar dinero para subsistir”, reconoció.

Después de desinfectar la tienda, levantaron la persiana “más que con miedo, con respeto hacia cómo dar las medidas necesarias para tener la máxima seguridad, para nosotros y para los clientes”, indicó.