- Iparralde y Hegoalde vuelven a estar tan cerca como lo han estado siempre. Donde mejor se escenificó esta rencontre fue en Behobia, donde los comercios se frotaban las manos tras tres meses de sequía.

"Ha sido una fecha muy señalada, una reapertura que todos estábamos esperando como agua de mayo", reconocía a mediodía de ayer Ruben Fraile, del establecimiento Lacave. Durante toda la mañana, las colas se habían sucedido en estancos y licorerías y los comerciantes no daban abasto para despachar unos clientes que han tardado más de tres meses en llegar. "A pesar de que ha habido momentos en que nosotros podíamos abrir porque teníamos alimentación, hemos tenido cerrado porque aquí no había nadie, vendíamos cero", lamenta.

A escasos metros de allí, Arantza Martín adecentaba su tienda en un momento de menos trasiego. "Les daba igual el tiempo que hiciera; tenían ganas de venir", certificó, y lo mejor de todo, "con ganas de gastar". "Todos los productos que están sujetos a impuestos especiales son mucho más baratos en Hegoalde que en Iparralde; no es que seamos ni más guapos ni más majos, somos más baratos", reconocía entre risas.

También en Hondarribia se notaba un nuevo ambiente post estado de alarma. Los excursionistas de Iparralde llegaban en pequeños grupos para disfrutar del buen tiempo y la gastronomía de la localidad costera. Muchos, trasladados por Jonatan Txapartegi, uno de los encargados del servicio de barca que une Hondarribia con Hendaia. Por el momento, son más los que deciden cruzar la bahía de Txingudi desde el otro de lado de la muga que quienes hacen el trayecto a la inversa.

Asiduo a la zona es también el pamplonés Carlos Etayo, que ayer madrugó para volver a su apartamento de Hendaia tres meses después. "Teníamos muchas ganas. En Navarra, cualquier día que sales está todo saturado. Aquí, entre el día que hace, que tenemos playa grande, marea baja... Hay que aprovechar", celebró, extrañado de las pocas mascarillas que se ven tanto en la calle como en los supermercados. "Se lo toman todo con más tranquilidad", dijo.

Tras el mostrador de Boutique de la Plage, el errenteriarra Fermín Balbás atendía a los clientes: "Han venido más parisinos que guipuzcoanos. Que haya abierto la muga no sé si nos beneficia mucho porque los franceses van a Donosti y si no podían pasar, se quedaban aquí, pero lo que sí que notamos es que cuando hace bueno, la gente viene con más ganas de gastar que antes". La de ayer fue una primera toma de contacto de un verano que todos esperan que sea lo más normal posible.