Los representantes de la Red Navarra de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social advirtieron en declaraciones a este periódico que hay muchísima población en Navarra que lo está pasando mal. Y no solo está afectando a personas que son las tradicionales en situación de pobreza o exclusión, dicen, sino cada vez más gente de todo tipo se está viendo arrastrada a una situación complicada.

Y como ejemplo, la encuesta del INE. El 11,4% de los ciudadanos ha tenido en el último año retrasos en el pago de gastos relacionados con la vivienda principal (hipoteca o alquiler, recibos de gas, comunidad...) o en compras a plazos en los últimos 12 meses. La cifra supone más del doble respecto al año anterior, que se situaba en el 4,7%. Este es el indicador en el que peor parada sale la Comunidad Foral. Hasta en seis comunidades tienen mejores datos en este parámetro.

Aumenta también en Navarra el número de personas que no puede permitirse ir de vacaciones al menos una semana al año. El 21,1%, más de uno de cada cinco navarros, no puede permitirse unas vacaciones fuera del hogar, cifra que se ha incrementado respecto al año que le precede, cuando el porcentaje de gente supuso el 19,6%.

Y a la hora de tener que afrontar un gasto imprevisto, como por ejemplo cambiar de lavadora cuando esta se rompe, el 20,1% reconoce que es incapaz. Es decir, uno de cada cinco navarros no tiene capacidad para hacer frente a un gasto imprevisto de 750€ contando únicamente con sus recursos propios, o sea, sin acudir a préstamos o compras a plazos para afrontar los gastos habituales que antes se liquidaban al contado.

“La gente que peor estaba es la que primero ha recibido el impacto, pero luego hemos visto nuevos perfiles. Gente que nunca había necesitado ningún servicio social, pero al quedarse sin empleo, su situación ha empeorado sobremanera e incluso ha tenido que venir a un albergue porque no tenía dónde dormir”, aseguró Rubén Unanua. “El impacto todavía está por ver, esto solo es la punta del iceberg”, apostilló.

“Durante la pandemia se vio claramente cómo crecía la demanda de alimentos y el número de personas demandantes de renta garantizada”, respondió Lydia Almirantearena, “sobre todo los primeros meses”. “Como comentaba Rubén, gente que nunca había necesitado los servicios sociales de repente no tenía comida que llevar a casa. Les faltaba lo más básico”, recordó.

“La pobreza se hereda. Es la pescadilla que se muerde la cola. Es muy difícil salir de la exclusión.”

Grupo de trabajo Vivienda en la Red