n su Diario itinerante para Público, Andy Robinson presentaba el jueves 12 de agosto un artículo centrado en uno de los aspectos más conflictivos del brutal presente político internacional. Título: “Un economista del Santander en Brasil defiende un golpe para evitar la vuelta al poder de Lula”. Texto: “Los miles de millones de dólares que el Santander presta a las grandes empresas de soja y carne contradicen su postura oficial de reducir a cero las emisiones de C02 por las que se considera responsable”. ¿Qué hay de cierto en todo ello?

Según la organización de seguimiento medioambiental Trace, “el Santander y los otros bancos han financiado con miles de millones de dólares a los principales deforestadores del Cerrado”. Y, según Robinson, “Durante los años de Lula en la presidencia brasileña (2003-2010), 30 millones de brasileños salieron de la pobreza y la deforestación anual cayó el 80% (hasta los 6.500 kilómetros cuadrados anuales)”.

Pese a todo, los diferentes medios mantenían bien activa su cachonda programación veraniega y El Huffpost presentaba a mediados de mes “El vídeo de Sara Carbonero bailando con Junior que ha cautivado a sus seguidores”, si bien los diferentes medios se hacían eco, justo en dichas fechas, de los lamentos de Iker Casillas, “desolado por el devastador incendio de Navalacruz”, su pueblo, tal y como nos hacía saber La Vanguardia el 16 de agosto. ¿Funciona el periodismo amarillo en tiempos duros?

Con toda seguridad y enormes audiencias, según parece. Sobreviven, sin embargo, políticos empeñados en cantar las cuarenta, algo que la Redacción de El HuffPost recuerda el miércoles 18 de agosto: “Se cumplen 85 años del fusilamiento de Federico García Lorca y muchas personalidades han querido recordar su legado y también denunciar que sus restos continúan desaparecidos en alguna de las fosas comunes que hay entre los municipios granadinos de Víznar y Alfacar”. ¿Un ejemplo?

Gabriel Rufián había comparado “directamente” la situación actual “de los restos del poeta de Fuente Vaqueros y los del militar Gonzalo Queipo de Llano, señalado de haber ordenado su fusilamiento”.

Rufián no se corta un pelo: “Lorca en una cuneta y Queipo de Llano en una basílica, ha publicado en su cuenta de Twitter”. La ultraderecha, en cualquier caso, no descansa y “Olona dice que García Lorca votaría a Vox”, titular de la información publicada por insurgente.org dos días después. ¿Puede ser cierto? “Hoy, en España, la bandera por la que moriría asesinada Mariana Pineda”, sería “la española”, había añadido la responsable de la extrema derecha y así nos lo muestra dicho medio.

Una vez desaparecida la de Formación del Espíritu Nacional (FEN), todo un ejército de nostálgicos pretende incorporar a los planes de estudio del futuro inmediato una nueva asignatura: Historia del Fascismo. Y, en dicho escenario, cobra sentido la esencia de un artículo de opinión de Jonathan Martínez para Gara, el del reciente domingo 22, donde el investigador en comunicación recordaba las consecuencias inmediatas de los atentados de septiembre de 2001: “Los ciudadanos del mundo occidental accedimos a entregar nuestros derechos civiles a cambio de una vaga promesa de seguridad”.

Afganistán, de nuevo talibán, trae consigo el citado espíritu formativo: “La propaganda es un jarabe milagroso y la amnesia un diurético infalible”, nos hace saber Jonathan Martínez, pues, en “este mundo cruzado de intereses, somos pequeñas hormigas en un hormiguero que no nos pertenece” y hay “hormigas llamadas aliadas y hay hormigas llamadas terroristas. Todo depende del cristal con que nos mire el oso hormiguero”.

Quedamos avisados. Y aturdidos.