La edad media del primer móvil son los 11,22 años. ¿Cuál sería la edad adecuada para ello?-Desde la Fundación Aprender a Mirar decimos que no hay una fórmula matemática. Más que de la edad, depende del carácter de cada adolescente. Lo que está claro es que los 11 años no es la edad adecuada porque están todavía en pleno desarrollo personal. A lo mejor lo que se puede hacer es comprarles un móvil que no sea un smartphone. ¿Para qué quieren un móvil de última tecnología con esa edad? Muchas veces se los damos simplemente porque nos lo piden, pero no hay una necesidad real. Es una edad en la que todo es curiosidad y que tiene muchos riesgos. Así que proponemos que sea cuanto más tarde mejor. Si puedes esperar a los 14 mejor, y si llegas hasta los 16 eres todo un campeón (risas).

¿Cómo afecta la tecnología al desarrollo personal de los adolescentes?

-Hay muchas facetas de la personalidad de un adolescente en las que influye la tecnología como la falta de atención, la agresividad o el sueño. Una de las cuestiones clave es la autoestima. Estamos notando que los adolescentes se tratan fatal entre ellos y eso lo sacan de las series y los videojuegos. Me ha llamado la atención que los propios adolescentes reconocen que están enganchados a las tecnologías, pero no pueden evitarlas.

Las pantallas también influyen en el sueño y uno de cada cinco jóvenes se conecta al móvil por la noche.

-Es un problema muy grave porque el cerebro necesita descansar para que se quede grabado el aprendizaje. Además, la noche es el momento en el que los adolescentes están solos y pueden entrar a cualquier contenido. Ahí es donde están los problemas porque es muy peligroso. Si lo pensamos fríamente, es lógico que los adolescentes tengan curiosidad y quieran entrar a los sitios. El problema es nuestro porque le estamos dando la oportunidad. Es como si lo dejáramos a las 12 de la noche solo en la peor calle de la ciudad. ¿A que nadie querría eso? Pues con el móvil pasa lo mismo.

El tiempo dedicado a los videojuegos ha aumentado tras la pandemia. ¿Se ha perdido el juego en la calle?

-Me parece que nos ha pasado como con los coches, el tabaco o la comida basura. Nos parece la bomba y de repente nos damos cuenta de que no es bueno o que tiene sus problemas. Hay que hacer una regresión y descubrir los aspectos positivos que tienen las pantallas. Si el adolescente tiene un rato de juego porque lo ha pactado y tiene una finalidad, estupendo. Pero por supuesto que hay que defender el derecho al juego de los niños y el derecho a socializar de los adolescentes. Y espero que vuelvan a hacerlo en la calle. Acuden a la vida digital porque su vida real les genera insatisfacción y es algo que hay que cambiar.

El 98% están registrados en redes sociales. ¿Cuáles son sus ventajas e inconvenientes?

-Lo que está claro es que ya no se les puede decir que no tengan redes sociales porque ese es su mundo. Eso sí, si Instagram no te deja tener perfil hasta los 14 años, no hay que tenerlo antes. A veces, son los propios padres los que quieren exhibir a los hijos y no saben el daño que les pueden hacer. Nuestra propuesta es mostrarle la falsedad que hay detrás de las redes con los filtros, la elección de las fotos que les cuesta media hora o el tema de los likes, que genera un gran problema de autoestima. Yo les digo que en las redes sociales tienen que actuar como si fueran una empresa y tuvieran una estrategia de marketing. Tienen que trabajar con un objetivo y una planificación. Una idea interesante es intentar aportar valor y tratar de ayudar a otras personas.

El 40% dice haber recibido contenido sexual. ¿Es un peligro mayor del que se cree?

-Hay mucho más peligro del que nos creemos porque la mayoría de los casos no salen a la luz. Es una práctica que ocurre con más frecuencia en las chicas y muchas veces les dicen que se puede practicar el sexting de una manera segura. Eso es una mentira terrible. Cuando se envía el contenido por una red social, se deja de tener el control sobre él y hay que tener mucho cuidado.

"Que usen el móvil por la noche es como dejarles solos y de madrugada en la peor calle de la ciudad"

Consultora de Aprender a Mirar