El fuego que se originó en Ujué hace ya un mes rodeó y estuvo a punto de quemar las viviendas de San Martín de Unx. A pesar de que los efectivos y voluntarios y voluntarias consiguieron que las llamas se quedasen a las puertas de las casas, la negrura del paisaje y los esqueletos de los vehículos y la maquinaria agrícola todavía recuerda la tristeza de aquellos días.

El paisaje calcinado rodea los viñedos de San Martín de Unx.

Durante este mes todavía no han realizado labores de recuperación ya que todavía continúan los trabajos de recuento de los daños a particulares, tanto de los materiales como de los cultivos. El fuego, que se inició en el término de Ujué, llegó rápido al municipio a causa del viento y, al originarse por la noche, la actuación fue difícil al ser una zona de monte bajo sin cortafuegos.

“Sobre las 3.00 horas de la mañana desalojamos primero a los 36 abuelos que había en la residencia y los llevamos a Lodosa. Al amanecer desalojamos al resto de los vecinos y vecinas”, explica Javier Leoz, alcalde de San Martín de Unx, que recuerda con tristeza y mucho nerviosismo aquellos días. “Ahora estamos todavía en una labor de estudio y de ver cómo recomponerlo todo con el concepto de San Martín de Unx. Nuestro monte bajo y los parajes paisajísticos que teníamos son muy importantes para nosotros”, explica Leoz.

Este suceso ha sido especialmente duro para el alcalde, ya que el mayor destrozo a nivel material que ha causado el fuego en el municipio ha sido en sus naves y en su material agrícola. “Lo mío ha sido especialmente triste, porque la condición de alcalde me hizo estar, evidentemente, corriendo por todo el pueblo desalojando a la gente, pendiente de las bodegas y asegurándome de que todo el mundo estuviese a salvo. Cuando pude, fui a ver cómo estaba lo mío y salvé la maquinaria más pesada, pero el resto se me quemó por falta de tiempo”, explica Leoz.

La nave, que estaba muy cerca del fuego, tenía combustible agrícola y repuestos de máquinas, así que cuando el fuego lo alcanzó “se convirtió en un horno y deformó toda la estructura”. Ahora, explica, no ha quedado “literalmente nada” de lo que se quedó dentro de la estructura. “Lo que ha quedado no vale para nada, hay que derribar toda la nave, un tractor se ha calcinado y todos los aperos están arrasados. Además, los circuitos hidráulicos, los rodamientos, el cableado y otras herramientas cuestan más repararlos de lo que cuestan las máquinas en sí”, añade el también agricultor.

A nivel agrícola, cuenta, los daños no han sido tan grandes por el terreno que rodea San Martín de Unx, y los viñedos, al ser un terreno trabajado, lograron parar el fuego a las puertas de las viviendas. “Tengo que reconocer que a pesar de que al principio hubo cierta descoordinación por la rapidez de la propagación, luego no faltaron los medios. Las condiciones eran las óptimas para que ardiese pero los efectivos hicieron un gran trabajo”, asegura Leoz, que hace hincapié en la necesidad de defender el sector agrícola y no criminalizar a sus trabajadores, ya que “los que viven del campo no pueden dejar de realizar sus labores”.

Ahora, el balance final en el pueblo es positivo, ya que los daños sufridos han sido solo materiales y tanto Leoz como el resto de los habitantes de San Martín de Unx destacan la gran labor de los voluntarios y voluntarias que lucharon aquellos días por defender su entorno. “Ha sido increíble como se ha volcado todo el mundo, los jóvenes no pararon de ayudar y se hizo mucha piña en el pueblo. Cada uno aportaba lo que podía”, remarca Leoz, que añade que esa noche recibió muchas llamadas de personas de la zona ofreciendo sus casas para los afectados de forma desinteresada.

El pueblo está ahora centrado en lograr recuperar sus paisajes, una de las joyas y reclamo más importantes tanto para la localidad y sus habitantes como para las cuatro bodegas de las que goza San Martín de Unx.