El reto de la Ballena azul, que inducía a sus participantes al suicidio, se cobró la vida de una joven guipuzcoana en 2018 y el de Empuja a tu amiga puso en riesgo hace un año la integridad de otra chica, que cayó en la calzada y fue atropellada por un coche en Ortuella. Casi uno de cada diez adolescentes ha realizado desafíos virales peligrosos como este, según un estudio de la Universidad Internacional de La Rioja, en el que también ha participado la UPV/EHU. Algunos cortan literalmente la respiración. Es el caso de los que proponen estrangular a otro o ahorcarse hasta perder el conocimiento. Prácticas que llevaron recientemente a un menor de Valencia al hospital y han causado víctimas mortales en varios países.

Aunque ahora se propagan por las redes a la velocidad de la fibra óptica, algunos de estos retos, que se multiplican en verano, vienen de lejos. De hecho, el director y fundador de Pantallas Amigas, iniciativa por el uso seguro de Internet y las redes sociales, recuerda que “hace más de 30 años se hacía alguna cosa parecida al estrangulamiento hasta conseguir un desmayo”. Pero hay una diferencia ostensible. “La motivación que ahora tienen y antes no teníamos es la proyección hacia esa plataforma para que todos vean lo que he conseguido o he sido capaz de hacer. Seguramente si no pudieran difundirse, los retos carecerían de sentido y uno reflexionaría mucho más antes de asumir esos riesgos”, argumenta Jorge Flores.

Junto a este desafío apunta, como otro de los “más generalizados”, el denominado Rompebocas, que “consiste en ir por detrás de una persona y levantarle de las piernas hacia arriba. El morrazo que se puede dar es impresionante”, advierte este experto, que reconoce que esta moda viral, al principio, les “pilló a todos: plataformas, policías... por sorpresa”. “No esperábamos ver esas barbaridades. La Ballena azul fue el detonante y, fruto de ese primer golpe, se han tomado algunas medidas. TikTok, por ejemplo, dirige las búsquedas de retos potencialmente dañinos a una guía para reflexionar sobre cómo afrontarlos”, destaca.

Desaparecer durante dos días

Tras darse a conocer algún caso que conmociona a la opinión pública, como los “más severos” que incitan a provocarse autolesiones, “hay una sensibilización que aflora y las aguas vuelven a su cauce”, afirma Flores. Sin embargo, con el tiempo pueden resurgir o ponerse en circulación nuevas propuestas. “Uno de los más recientes propone desaparecer dos días sin dejar rastro. Se trata de no dar señales de vida a familiares ni amigos para que la Policía inicie tu búsqueda. El reto se supera cuando la desaparición genera mucho ruido en redes sociales e incluso se consigue aparecer en las listas de desaparecidos oficialmente”, detalla.

En busca de “una mayor popularidad y viralidad los retos se vuelven extremos”, dice Flores, para quien “quizás el más gráfico sea el de ver quién aguanta más en las vías hasta que llega el tren”. A este tipo de desafíos “deliberadamente peligrosos”, hay que añadir los que “acaban siéndolo por una imprudencia o porque no se tiene experiencia vital suficiente”, indica. Las víctimas pueden ser el propio protagonista o terceras personas, a veces escogidas al azar.

Pese a que algunos retos sociales también saltan a los medios, como los bailes de los soldados ucranianos para tranquilizar a sus familias, los peligrosos son los que “mayor proyección” tienen. “En la mayoría de ocasiones no llegan a realizarse de forma viral, pero unos pocos vídeos consiguen abrir informativos. Hay que lamentar algunas muertes y generalmente es gente joven, en muchos casos menor de edad”, advierte Flores. Una de las últimas víctimas fue Nylah Anderson, una niña de diez años fallecida tras aguantar la respiración hasta desvanecerse. Su madre demandó a TikTok ya que “el algoritmo de la plataforma sugirió el desafío” a su hija.

Impulsivos y con Baja autoestima

Una baja percepción del riesgo, la inexperiencia vital y la falta de madurez son el caldo de cultivo perfecto para que estas arriesgadas prácticas calen entre algunos adolescentes y niños. “En una sociedad todavía machista ellos sienten la presión de mostrarse valientes y asumen más que ellas los retos peligrosos. También los perfiles más impulsivos tienen más probabilidad de acometer estas acciones sin valorar las consecuencias”, anota Flores.

Por su parte, las personas “con baja autoestima o que necesitan integrarse mejor en un grupo” pueden asumir este tipo de riesgos para obtener “reconocimiento y mayor aceptación social”, expone este experto, quien subraya que “el consumo de alcohol u otras sustancias que nublan la razón y desinhiben” pueden empujar a realizar estos retos.

Quienes “viven la parte digital de su vida con excesiva intensidad” también pueden sentirse atraídos por estas experiencias. “Quizás este tipo de retos pueden ser para algunas personas ese subidón que necesitan para seguir teniendo una vida online llamativa o excitante”, explica y subraya que “esto ocurre en el marco de una sociedad que prima la imagen y premia la sobreexposición, donde alguien vale los seguidores que tiene, donde la felicidad nos llega en forma de me gustas”.

Resistir la presión de los demás

Dado que “los retos virales y otras actividades peligrosas a imitar pueden aparecer en cualquier momento y en cualquier plataforma”, Flores aconseja a las familias “fortalecer la autoestima y la asertividad” de sus hijos e hijas. “Una persona se gana el respeto también cuando es capaz de tomar y mantener sus propias decisiones y resistir la presión de las demás”, defiende e insta a padres y madres a estimular el pensamiento crítico de los menores y potenciar la reflexión. “Deben pararse a pensar en los posibles desenlaces del reto y sus consecuencias, recordando que la gente, en general, solo publica lo que ha salido bien”.

“No participar e influir para que otros tampoco lo hagan y no compartir e incluso denunciar este tipo de contenido en la plataforma” son otras de las recomendaciones del director de Pantallas Amigas, quien alerta del peligro de “exponer a contenidos aleatorios y no filtrados a personas con poca capacidad para discernir”. “La alegría con la que se regalan móviles a cualquier edad sin ejercer supervisión da a entender que a la gente no le preocupa mucho. El reto peligroso no es el más frecuente, pero es un riesgo”.

Retos peligrosos

Caza al pijo: Agredir a Personas desconocidas

Consiste en agredir a personas consideradas pijas. El año pasado una adolescente atacó a cuatro chicas en Madrid.

Coronavirus challenge: Lamer un retrete

Una ‘influencer’ puso de moda lamer un retrete público durante la pandemia.

Challenge Viagra: comprimidos y alcohol

Es uno de los últimos en llegar al Estado y sugiere tomar pastillas de viagra mezcladas con alcohol. En Colombia once alumnos fueron ingresados.

Vecino de número: contactar por una App

Se trata de contactar en WhatsApp con tu mismo número variando la última cifra.

El cascarón: Comer algo con su envoltorio

Se debe comer un alimento o producto con su cáscara o envoltorio de plástico.

Retos mortales

El apagón: ahorcarse y aguantar sin respirar

Ha causado varias muertes y consiste en usar un elemento para ahorcarse mientras se aguanta la respiración.

Rompe cráneos: una zancadilla al saltar

Tres personas saltan a la vez. Las de los extremos ponen la zancadilla al del medio. Una adolescente filipina murió al golpearse la cabeza.

Benadryil challenge: ingerir diez pastillas

Propone tomar una decena de pastillas de Benadryl y grabar un vídeo bajo su efecto alucinógeno. Una adolescente de Oklahoma falleció al hacerlo.

“Algunos realizan actos extremos para obtener seguidores fácilmente”

Desde los que proponen limpiar playas a los que incitan a autolesionarse, Lorena Fernández, directora de Comunicación Digital de la Universidad de Deusto, analiza el fenómeno de los retos virales.

¿Cómo surge la moda de los retos y por qué tienen tanto éxito siendo unos absurdos y otros peligrosos?

Los retos virales no son algo nuevo o exclusivo del mundo digital. Siempre han existido y son una práctica común, pero gracias a internet y la gran capacidad de contagio social del ser humano, especialmente durante la adolescencia, se han multiplicado y amplificado. Durante esta etapa vital, la idea de superar situaciones, desafiar lo establecido o ponerse a prueba es una constante. Las ganas de lograr 15 minutos de fama, tal y como enunció Andy Warhol, también ayudan a su propagación, ya que captan la atención de muchas personas en poco tiempo y permiten obtener fácilmente likes, seguidores y comentarios positivos, las nuevas fórmulas de validación social. Pero la principal motivación, en pleno proceso de construcción de su personalidad, es la necesidad de aceptación y pertenencia a su grupo de iguales. En resumen, los retos virales en Internet son muy populares entre adolescentes porque ofrecen la posibilidad de reafirmar y aumentar el sentimiento de pertenencia y conexión con los demás.

Lorena Fernández Álvarez, directora de Comunicación Digital de la Universidad de Deusto OSKAR GONZALEZ

¿Son un sustitutivo de las gamberradas o apuestas que antes hacían los chavales en la cuadrilla?

No se limitan a gamberradas y apuestas. Existen tres tipos de retos: los sociales, que tienen un componente de diversión, como bailes o humor; los solidarios, cuyo propósito es concienciar sobre una causa, ayudar o fomentar buenas conductas; y los peligrosos. Según un estudio de la UNIR, los más frecuentes son los sociales (80,3%), seguidos de los solidarios (20,6%) y, en último lugar, los peligrosos (7,7%). Adolescentes con mayor necesidad de aceptación, aprecio o reconocimiento por parte de sus pares son más tendentes a participar en desafíos virales, al ser un camino para lograr el reconocimiento social deseado. El FOMO [Fear Of Missing Out], temor de perdernos alguna vivencia imprescindible o de no gozar de una vida tan magnífica como la del resto, podría estar también detrás de la participación en estos retos.

¿Qué repercusiones puede llegar a tener hacer un reto viral?

Dependen de la tipología del reto y no todas son nocivas. Por ejemplo, el Trashtag Challenge consiste en limpiar playas u otras zonas llenas de basura para mostrar el antes y el después; y el reto del cubo de agua helada pretendía concienciar sobre la esclerosis lateral amiotrófica. El hecho de que muchas celebridades se sumaran hizo que, en poco tiempo, fuera visto y realizado por un gran número de personas. Esta es una clave importante porque para conseguir el deseado reconocimiento la juventud trata de trasladarse al ámbito digital de la manera más parecida posible a la de sus modelos de referencia y a los patrones sociales que consideran generalmente aceptados. Ahora bien, también nos encontramos con retos que conllevan algún grado de peligrosidad. La popularidad de estos por parte de adolescentes se debe a la atracción por el riesgo y la búsqueda de emociones que caracteriza esa etapa vital. Obtener fácilmente likes y seguidores también hace que algunos se excedan realizando actos extremos y peligrosos para aumentar su audiencia y esto anula esa consciencia de las consecuencias que pueden acarrear.

¿Cuáles son los retos virales más peligrosos de los que tiene constancia? ¿Conoce algún caso con adolescentes afectados en Euskal Herria?

Uno de los más conocidos fue el desafío de la Ballena azul, que consistía en una cadena de 50 pruebas a realizar en 50 días con actos de auto-lesión incluidos y que terminaban con el suicidio de la persona. En 2017 en Euskadi se investigaron varios casos. Otro caso sucedió el año pasado, cuando una adolescente de 14 años tuvo que ser trasladada al hospital de Cruces tras ser atropellada mientras participaba en el reto viral de grabar a una persona y empujarla para que se choque contra una desconocida.

¿Es Tik Tok la red social estrella de los retos virales o hay otras?

TikTok e Instagram son las plataformas reinas para los retos virales porque son las plazas digitales donde está la juventud, porque su formato de vídeos cortos es perfecto para esos retos que no suelen superar el minuto de duración y porque los algoritmos de ambas redes muestran contenido similar a las preferencias, opiniones y búsquedas de la persona que las usa. Es decir, les meten en cajas de resonancia donde consumen contenido similar al que generan. Por otra parte, WhatsApp sigue siendo un importante cauce para viralizar y compartir información a esas edades.

Tik Tok no se puede usar hasta los 13 años, pero los niños la utilizan.

El último estudio sobre redes sociales 2022 de IAB Spain nos indica que el 73% de los usuarios tienen entre 12 y 17 años y han usado esta red social en el último mes. Muchas veces con plena consciencia por parte de la familia porque hemos convertido estas plataformas y los smartphones en los nuevos chupetes que suministramos para entretener a nuestros niños y niñas. La pandemia y el confinamiento no han ayudado precisamente.