Uno es de Zizur y el otro de Honduras. Son dos personas que han tenido vidas opuestas, pero que durante unos meses intercambiaron experiencias, país y realidades. Miguel Mendizábal es de Pamplona. Ha vivido toda su vida en Zizur. Estudió Magisterio en la UPNA y, tras ser docente en el Instituto de Mendillorri, decidió dar un cambio en su vida y viajar a Honduras para hacer un voluntariado en un internado en la localidad de Copán. Al otro lado del Atlántico se encontraba Leoncio Alvarado. Se crió en la zona rural de Honduras, sin servicios básicos y en un entorno de pobreza, poca seguridad y con pocas comodidades. Tras pelearlo, consiguió una beca para viajar a España. Este curso ha estado haciendo un Máster de Educación Secundaria en la UPNA. Muy lejos de su país, muy cerca de su sueño.

  Lo que puso en común a Miguel y a Leoncio fue la ONG Acoes, que actualmente ayuda a 11.500 personas en su formación académica. Como afirma la organización, “el 80% de la población vive con menos de dos dólares al día. Promovemos el acceso a la educación, como derecho y herramienta de transformación social”. Se fundó hace 33 años de la mano de un navarro: el padre Patricio Larrosa, junto a dos personas más. La misión y valores que defienden son el esfuerzo y el compromiso. La organización se creó con la idea de que el primer paso para salir de la extrema pobreza es la educación y, tres décadas después, cuenta con 35 sedes en España y sigue ampliando los programas.   

Entre otras labores que ofrece la ONG existe la posibilidad de apadrinar a un niño. Con tan solo un euro al día se puede sufragar los estudios de un menor o un joven para que pueda estudiar y evitar así que termine en la calle, en situación de riesgo y con alto grado de analfabetismo. 

Gracias a Acoes, una ONG en la que son los propios voluntarios los que hacen una inversión para ayudar, miles de personas intentan cambiar la situación de la clase más baja hondureña. Dos ejemplos de sus colaboradores son Mendizábal, quien pudo viajar a Honduras gracias a sus ahorros para ejercer una labor humanitaria; y Alvarado, que consiguió hacerse con una beca para estudiar en Pamplona. Son dos personas que están unidas por la vocación de la educación y que decidieron dar un paso valiente para poder enriquecer sus vidas y la de los demás.

“Viví 18 años sin energía eléctrica y sin agua potable” 

– Leoncio Alvarado, natural de Honduras, se encuentra en Pamplona estudiando el Máster de Educación Secundaria en la UPNA. Tras acabar su licenciatura en Magisterio en la Universidad de Honduras pudo venir a Navarra para ampliar su formación gracias a Acoes y una beca de captación de talento de la UPNA. 

Nació en el área rural de Honduras, en el departamento de Lempira, una zona dura en la que “se vive por la supervivencia”. Alvarado nunca tuvo facilidades en su infancia. “Viví 18 años sin energía eléctrica, sin agua potable y sin poder salir”, declaró. Honduras es un país con mucha desigualdad en el que unas pocas familias acumulan la gran parte de la riqueza y la mayoría de la población vive en la pobreza. Sin embargo, la pobreza no hace que las personas abandonen su educación. “La gente quiere cambiar, quiere aprender, pero no tiene los recursos”. Con el afán de proporcionar los medios necesarios, lleva cinco años trabajando en la ONG Acoes, como responsable de 600 estudiantes en el Centro de Capacitación de Jóvenes, destinado a reforzar los contenidos básicos como Matemáticas, Lengua Castellana o Inglés. Asignaturas que los estudiantes aprenden en el colegio, pero que, al contar con un sistema educativo precario, no reciben una formación completa. Alvarado forma parte de una familia de 14 hermanos y sólo él ha podido continuar sus estudios: “Mis padres se quedaron en primer grado, no saben escribir”. 

Él sí que tuvo la oportunidad de formarse, aunque reconoce que le supuso un gran choque cultural: “Soy el único extranjero de mi clase y es una adaptación complicada. Los temas que se hablan y la manera de pensar son muy distintas”. Además de la gente, la ciudad también le ha supuesto una sorpresa notable y afirma que “son muy distintas las infraestructuras, las calles y los carriles están marcados, o incluso poder salir a la calle a cualquier hora del día sin miedo”. 

Alvarado ha tenido una buena experiencia en Pamplona, pero no tiene ninguna duda de que su futuro está en Honduras. Ha estudiado Educación porque siente que está marcado por un compromiso social con su país. Ahora quiere aprovechar su formación para volver a su país y aportar el máximo de la mano de Acoes.