Iker Agirrezabala lleva “toda la vida” saliendo a por hongos, pero el domingo se topó con un ejemplar insólito. Fue casi de casualidad. Estaba en La Rioja, en un lugar que prefiere no desvelar por aquello de que la competencia en el mundo de las setas es feroz y cada cual gusta de tener su txoko particular. Había salido junto a dos amigos cuando, de repente, se topó con lo que él creía que era un boletus edulis (conocido como ontto zuri) de dos txapelas, escondido entre piedras. Cuál fue su sorpresa que al retirar las piedras, las txapelas se fueron multiplicando. “En un principio pensaba que había dos, pero quité la piedra y empecé a ver que había más, seguí limpiando y más y más… Dije, ¡pero esto qué es!”, recuerda este vecino de Deba.

Iker Agirrezabala, con su hongo gigante.

Sus amigos, compartieron la sorpresa; Iker había encontrado un hongo con 18 txapelas de casi un kilo de peso. El grupo nunca había visto nada igual. “Les pregunté si alguna vez habían visto algo así. Cuando hay una brotada fuerte, suele haber hongos de tres, cuatro, incluso cinco txapelas… Pero ¡18! Y tiene alguna más, pero son súper pequeñas”.

No encuentra explicación a semejante tamaño, pero reconoce que estos días atrás, las condiciones meteorológicas, así como el estado de la tierra han sido perfectas para una excelente brotada. “Ha coincidido todo tan bien, la temperatura, el agua, la tierra… que el hongo ha salido con mucha fuerza”. De hecho, está siendo un año “histórico” para los seteros. “Empezamos en junio o julio, con una brotada muy fuerte de hongo negro. Luego paró un poco y ahora de nuevo ha sido una locura. Esta semana, con estos calores, seguro que para, pero hasta ahora ha pegado en todos los lados: Gipuzkoa, Navarra, La Rioja, Soria...”, cuenta.

Tanto es así que Agirrezabala guardará su exquisito hallazgo para más adelante. “Lo he limpiado bien bien y ya, después de trocear, lo guardaré para navidades o no sé cuándo, porque ahora mismo estoy aburrido ya de hongos”, reconoce divertido.

Lo que no le aburre es la afición de echarse al monte que heredó de su aita, quien le enseñó los secretos de las setas y que ahora transmite con la misma pasión a su hijo de once años, que desde hace uno acompaña a Agirrezabala en sus incursiones a por hongos siguiendo así la tradición familiar. “Yo soy de Deba y esa zona no es muy buena para ir a por setas porque es un monte muy sucios, los pocos txokos que hay los conoce todo el mundo... Nosotros solemos tirar más hacia Leitza o subimos hacia Urbia… para tener más bosque, más monte”, explica. Seguro que el otoño le aguarda grandes momentos para disfrutar en familia o con amigos, aunque será difícil repetir un hallazgo tan excepcional como el de este domingo.