El invierno se acerca y cada vez es más apremiante la ayuda que necesitan las zonas rurales de Marruecos que más sufrieron el terremoto del 8 de septiembre, ha concluido Mohamed Amnay Errami, coordinador de la Plataforma General de Marroquíes de Navarra, en una sesión de trabajo celebrada en el Parlamento.

La sesión, impulsada por todos los grupos, tenía como objeto abordar la situación actual y repercusiones del seísmo que asoló a un país con más de 18.000 residentes en la Comunidad Foral.

"El terremoto de magnitud 6.8 ha causado una gran devastación en zonas de muy difícil acceso, con carreteras cortadas y sin que casi vías de comunicación", ha explicado Errami.

Un momento de la sesión de trabajo en el Parlamento foral con la Plataforma General de Marroquíes de Navarra. Iban Aguinaga

"Hubo pueblos casi una semana aislados, que tuvieron que recibir ayuda humanitaria por helicóptero", ha contado, destacando la gravedad de la situación y las dificultades logísticas que enfrentaron las labores de rescate y ayuda.

La catástrofe, con epicentro en el Alto Atlas, resultó particularmente devastadora para comunidades enclavadas en las montañas, donde la asistencia llegó con dificultad.

"Las ayudas llegaron más a Marrakech por su fácil acceso. Al epicentro casi no llegó nada, porque no había carreteras", ha subrayado. Esta disparidad en la distribución de ayuda resalta las desafiantes condiciones de acceso que enfrentan las comunidades afectadas, según Errami.

Los números ofrecidos por el coordinador de la Plataforma General de Marroquíes de Navarra del desastre son desoladores: "Más de 2.800 personas perdieron la vida y más de 2.500 resultaron heridas. Las consecuencias se extienden a 2,8 millones de personas afectadas y 59.674 viviendas derruidas, un 68% de ellas de forma parcial".

Errami también ha ilustrado la urgencia de la situación, recordando una ola de frío que dejó un metro de nieve el año pasado. "Las casas están hechas de adobe y tierra, y pueden colapsar con facilidad si empieza a llover. La gente solo aceptaba jaimas o carpas para dormir si estaban cerca de su casa, porque tenían que continuar con sus labores ganaderas o agrícolas. La gente no quiere que se les lleven jaimas, sino ayuda para reconstruir sus casas", ha expresado.

Por eso, ha considerado apremiante actuar antes de que el invierno haga más estragos en la población afectada por el seísmo.

Ante las preguntas de todos los grupos parlamentarios de la Cámara Foral, ha asegurado que la respuesta de la comunidad de origen marroquí en Navarra ha sido conmovedora.

"Hemos llevado ayuda de todo, hasta generadores. En esta zona no hay agua ni hay nada", ha indicado Errami, subrayando la diversidad de asistencia que ha sido enviada. La logística, sin embargo, ha sido un desafío considerable, según ha explicado, con vehículos especiales y tractores encargados de llevar la ayuda a las áreas de difícil acceso.

Sin embargo, los desprendimientos de rocas en las carreteras han obstaculizado los esfuerzos de ayuda: "Rocas desprendidas de la montaña cortaban las carreteras".

Además, la falta de planos en las montañas ha generado una situación aún más complicada, ya que no hay suficiente espacio para albergar a todas las personas que han perdido sus hogares, ha afirmado Errami.

Por eso, la Plataforma General de Marroquíes de Navarra ha hecho un llamamiento a la sociedad para unir esfuerzos y brindar apoyo a las comunidades afectadas. "Las principales necesidades son el agua potable, material sanitario", ha subrayado Errami, enfatizando la urgencia de las necesidades básicas.

Precisamente, "las ayudas humanitarias han bajado mucho, no solo por el terremoto en Afganistán, sino también porque a los pocos días ocurrieron las inundaciones en Libia. Nada más ocurrir el terremoto la gente se volcó, y los primeros días fue un poco caótico", ha lamentado.