El euskera no cierra las puertas a nadie. La lengua es de cualquiera que quiera hablarla. Perteneces a ella en el momento en que crees que puede formar parte de tu vida y entorno. Un idioma para muchos complicado, pero desde hace tantos años, afincado en esta tierra. Una seña de identidad que prohibiciones y amenazas no pudieron derribar. Ahora es el euskera quien derriba barreras. Se abre a nuevos hablantes, cruza nuevas fronteras. Los ahobizi y belarriprest no solo comparten palabras en euskera, comparten historias, vivencias y sentimientos.
Muchos ahobizi saben lo que es ser un belarriprest. La mayoría de belarriprest quiere ser ahobizi. Y qué mejor experiencia que, ambos unidos, sin necesidad de conocerse, compartan palabras que saben a futuro. Susana Delas es ahobizi, pero hace cuarenta años hubiera sido belarriprest, o ni eso. “Yo soy euskaldunberria, aprendí desde cero hace cuarenta años y ahora soy profesora de euskera”, señala la pamplonesa de 60 años. Veronica Tajadura tiene 22 años, es belarriprest, y quiere aprender euskera. “En mi casa no se habla y no he tenido oportunidad de aprenderlo antes. Tengo conocidos cerca que lo hablan y quiero aprenderlo porque me parece un idioma muy bonito y que da sentido de pertenencia”, apunta.
El euskera está en la vida diaria
Se colocan enfrente, una de la otra, y comienzan a hablar. Veronica es toda oídos. Quiere aprender e interiorizar cada palabra que dice Susana. Esta última se ve reflejada en los ojos de Veronica y no duda en echarle una mano y apoyarla en su cometido. “Yo empecé de cero y he podido. Tú también puedes. Te deseo todo lo mejor y te doy mucho ánimo porque al principio es duro, pero a la vez muy bonito”, le comenta Susana. Veronica sabe que le queda mucho por hacer, pero se atreve y comienza por donde todos empezamos. Kaixo, agur, eskerrik asko, zer moduz?. La jóven pamplonesa ha encontrado en Susana un ejemplo, pero sobre todo, alguien de la que aprender y con quien hablar en euskera. Porque de eso se trata. De que quién quiera, con quién quiera, lo hable.
está en las calles, en la actitud y en el futuro. Está en la vida diaria de Susana, pero también lo está en los ojos brillantes de Veronica. Horregatik, betidanik eta betirako, euskara.