Si nos metemos en una corriente de resaca hay que evitar remar a contracorriente, es decir, hacia la orilla. Esto nos dejará sin fuerzas y llegará el agotamiento, a veces mortal. Lo mejor es respirar profundo, mantener la calma, dejarse llevar y nadar hacia los lados cuando veamos olas rompiendo para dejarse llevar por las espumas hasta la orilla. Esta es una de las primeras lecciones que se aprenden en surf. Y si esta norma sirve para los y las surfistas, tanto más para los bañistas que ni siquiera tienen una tabla que les mantenga a flote para pedir ayuda. En surf, los canales que se crean a ambos lados de las rompientes se usan para subir más rápido al pico impulsados por la corriente, donde la ola aún no ha roto. Pero un bañista inexperto puede asociar la falta de olas del canal con una zona segura. Todo lo contrario.
Veamos qué es una corriente de resaca. Una corriente de retorno es un flujo de agua que se mueve en dirección contraria a las olas, es decir, que, en lugar de ir hacia la costa, estas se alejan mar adentro. Este peligroso fenómeno se forma cuando las olas rompen en la costa y se produce una corriente de retorno desde la costa hasta el interior del mar. Este tipo de corrientes pueden ser bastante fuertes y pueden atrapar a los nadadores llevándolos mar adentro, bastante lejos de la costa. También es cierto que pueden aparecer en cualquier momento ya que depende de determinados factores cambiantes, como el estado de la costa, la forma de la arena y las condiciones meteorológicas.
CONSEJOS PARA UN BAÑO SEGURO
Como cada año, Cruz Roja hace un llamamiento a la responsabilidad individual y colectiva para mantener un entorno seguro y agradable. Para que la experiencia sea segura, es importante tener en cuenta estos consejos básicos:
l Vigila a los niños y niñas en todo momento para no perderles de vista.
l Procura bañarte en zonas habilitadas. No todos los ríos o pantanos permiten el baño y en algunos lugares está expresamente prohibido porque entrañan numerosos riesgos para la salud.
l Sé consciente de tus aptitudes para nadar; ante la duda, es mejor quedarse cerca de la orilla que adentrarse.
l Respeta las señalizaciones e indicaciones del equipo de socorristas. Son profesionales que velan por tu seguridad.
l Si estás dentro del agua y no te encuentras bien, sal rápidamente. Puede que algo no te haya sentado bien o sufras algún calambre muscular.
l Evita la exposición solar directa entre las 12 y las 16 horas. La principal causa de la insolación es, precisamente, una exposición prolongada al sol sin los protectores adecuados, ya sea una crema solar o una gorra.
l Evita comidas copiosas para facilitar la digestión. Si queremos disfrutar de un buen día en la playa, la piscina, el río o el pantano, lo mejor es llevar comida refrescante y ligera.
l Antes de una zambullida, asegúrate de que el agua tiene suficiente profundidad para evitar el contacto con el fondo.
l Comprueba que en la zona hay cobertura telefónica. En la misma línea, procura ir siempre en compañía.
Así pues, es fundamental estar siempre alerta, prestar atención a las condiciones del mar y seguir las indicaciones de los socorristas. Estas corrientes suelen ser muy largas, sin embargo, suelen contar con pocos metros de ancho. Por lo tanto, si se encuentra en esta situación, lo mejor es nadar de forma perpendicular a la corriente, es decir, de manera paralela a la línea de costa. Cuando consiga salir de la corriente y deje de sentir que le arrastra mar adentro, trate de alejarse más y nadar hacia la costa.
Hay muchos bañistas que no saben identificar esta corriente correctamente pero existen algunas señales muy evidentes que hay que tener en cuenta para reconocerla con un simple golpe de vista. Son fácilmente reconocibles. Algunas de las pistas para saber que estamos ante una corriente de resaca es la presencia de espuma blanca en la orilla, así como una zona de aparente calma y sin olas o una zona de agua más oscura en comparación con la del entorno. Además, cuando se encuentra con una corriente de resaca en una zona poco profunda, puede notar la fuerza del agua que te arrastra hacia el interior del mar.