Consultorio de nutrición | Microbiota intestinal: por qué se considera el segundo cerebro y cómo fortalecerla
La microbiota intestinal se conoce popularmente como nuestro segundo cerebro porque todo lo que ocurre en ella repercute directamente en cómo nos sentimos, tanto a nivel físico como emocional. El farmacéutico y nutricionista Javier Fernández Ligero (@nutriligero) explica que esta conexión es tan estrecha que, cuando una persona está nerviosa, lo primero que suele alterarse es el estómago: aparece hambre repentina, desaparece el apetito o se generan molestias digestivas. Los pensamientos, las emociones y el intestino están profundamente interrelacionados, y esa comunicación bidireccional es la que hace que la microbiota tenga un papel tan determinante en nuestro bienestar.
Mantener una microbiota equilibrada es esencial para tener energía estable a lo largo del día, evitar el picoteo continuo y no depender de estímulos como el café para “despertar” artificialmente al organismo. Cuando la microbiota está alterada, las digestiones se vuelven pesadas, aumenta la irritabilidad, el estado de ánimo se resiente y es habitual necesitar una siesta para poder rendir por la tarde. Todas esas señales, según Fernández Ligero, son manifestaciones claras de que algo en el ecosistema intestinal no está funcionando como debería.
Cómo cuidar y reforzar la microbiota de forma efectiva
Cuidar la microbiota requiere prestar atención a varios pilares del estilo de vida. El descanso es uno de los más importantes y, a menudo, el más descuidado. Dormir poco o mal altera directamente la composición de las bacterias intestinales y favorece la inflamación. El manejo del estrés también es fundamental, ya que las situaciones prolongadas de tensión afectan al tránsito intestinal, modifican el apetito y alteran la diversidad bacteriana.
La alimentación es el tercer gran eje para proteger este “segundo cerebro”. Resulta clave seguir una nutrición que se adapte al ritmo de vida de cada persona e incluir alimentos que nutran y refuercen la microbiota. El nutricionista recomienda incorporar probióticos naturales como el kéfir y vegetales ricos en fibra fermentable, así como champiñones, frutos rojos y otros alimentos que alimentan a las bacterias beneficiosas. Estos ingredientes ayudan a reducir la inflamación, mejorar la digestión y favorecer un estado de ánimo más estable.
Cuidar la microbiota, concluye Fernández Ligero, no es solo una cuestión de salud digestiva. Es una inversión global en energía, equilibrio emocional y bienestar diario.