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Conversaciones en el FORO GOGOA
José Manuel López RodrigoDirector de gabinete de la ministra de Sanidad

"La vivienda tiene solución, pero necesitamos audacia y cambiar de pantalla"

José Manuel López Rodrigo, intervino en el Foro Gogoa, con la charla ‘¿Tiene solución el problema de la Vivienda?’. Cree que es un momento decisivo para afrontarlo.

"La vivienda tiene solución, pero necesitamos audacia y cambiar de pantalla"Unai Beroiz

El ingeniero agrónomo, ex-parlamentario de la Asamblea de Madrid y actual director del gabinete de la ministra de Sanidad, José Manuel López Rodrigo, intervino en una conferencia en Pamplona, dentro de la programación del Foro Gogoa, titulada “¿Tiene solución el problema de la Vivienda?”. En esta conferencia propuso una nueva manera de entender el problema de la vivienda. 

López Rodrigo desgrana por qué, pese al pesimismo generalizado, cree que estamos en un momento decisivo para transformar el ecosistema de la vivienda en el Estado.

La primera pregunta es básica en todo este tema de la vivienda. ¿Por qué ese pesimismo generalizado al hablar de este tema? ¿Se puede abordar con otro ánimo?

-Cuando alguien propone hablar sobre vivienda, la reacción habitual suele ser un “puff”, un gesto de cansancio o derrota antes de empezar. Esto refleja un clima impregnado de pesimismo, donde se da por hecho que el problema no tiene arreglo y que la situación solo puede empeorar. Sin embargo, este estado de ánimo no se corresponde con la realidad, existen condiciones, oportunidades y herramientas para revertir la situación. Nos instalamos en el presentimiento de que nada puede cambiar, en vez de mirar los datos, analizar los números o comprender el funcionamiento del ecosistema completo que rodea a la vivienda. Este pesimismo marca el relato político y social, alimenta la desesperanza y bloquea la acción colectiva. Por ello, creo que la esperanza no consiste en una actitud ingenua, sino en un compromiso activo para transformar la realidad, mientras que el optimismo pasivo alimenta la parálisis y los bulos. 

De hecho, ante ese pesimismo generalizado usted afirma que el problema de la vivienda tiene solución…

-Tiene solución porque los datos muestran que existen condiciones materiales, económicas, sociales y técnicas para mejorar la situación. Acabo de publicar un libro sobre este tema (CASAS editorial Akal), compartí el borrador con una docena personas y solo dos lo leyeron, argumentando que no lo habían hecho porque “no tiene arreglo”. Sin embargo, no es cierto que estemos ante un problema irresoluble: la clave está en repensar las políticas, abandonar inercias, situar el debate en el marco adecuado y comprender que nos encontramos en un momento de transición -un interregno- en el que las viejas soluciones ya no sirven, pero las nuevas aún no han acabado de nacer. En este contexto, la oportunidad para el cambio es mayor, pues la sociedad está dispuesta a escuchar nuevas ideas. 

Pero una cosa son los presentimientos y otra los pronósticos… 

-Claro. Hay que diferenciar claramente entre los pronósticos, basados en números, análisis y prospectiva, y los presentimientos, que surgen de intuiciones o miedos. Un pronóstico examina datos y permite prever escenarios, mientras que el presentimiento se limita a la sensación de que algo “late mal”, sin un fundamento técnico. Esta diferencia es relevante porque muchas decisiones en torno a la vivienda se toman desde el presentimiento de que nada funcionará, lo que alimenta una postura fatalista. En contraste, los pronósticos muestran que, si se interviene adecuadamente, existen herramientas reales para impulsar cambios. Y la realidad es que este contraste entre razón y sensación define buena parte del discurso actual.

En ese sentido, ¿qué diferencia se establece entre esperanza y optimismo?

-En este momento hay una corriente de pensamiento importante en torno a la esperanza. En un momento de incertidumbre la esperanza es una disposición activa a creer que las cosas pueden resolverse mediante acción y compromiso, implica plantear un pronóstico y poner en marcha todas las acciones necesarias para que se cumpla. El optimismo, en cambio, es una actitud pasiva, que espera que algo suceda sin intervenir. El optimismo es el terreno fértil para los bulos, porque se basa en esperar, algo así como sacar la mano a ver si llueve. Esta distinción es esencial para abordar el problema de la vivienda: no basta con esperar que los precios bajen, que aparezcan soluciones mágicas o que el mercado “se regule solo”; hay que intervenir con políticas audaces que reconozcan la complejidad del ecosistema vivienda y trabajen desde allí. Es necesario actuar.

¿Esto es posible en el momento sociopolítico actual?

-Tras la crisis de 2008, en la que la propuesta neoliberal mostró su fracaso, estamos en lo que se define como un interregno: un periodo en el que lo viejo no ha terminado de morir y lo nuevo no ha terminado de nacer. En esta etapa a las sociedades les cuesta imaginar el futuro, y cuando no se puede imaginar el futuro, aumenta la polarización. Sin embargo, esta incertidumbre abre también la puerta a nuevas ideas, la gente está más dispuesta a escuchar propuestas que le permitan reconstruir una visión de futuro, porque no se puede vivir permanentemente en la incertidumbre. Por eso, estoy convencido que en vivienda pasará lo que decidamos que pase y es necesario un poco de audacia en las propuestas. A pesar de la polarización la sociedad está dispuesta a resolver el problema, necesita que sus hijas y nietos tengan futuro, y en esto, la vivienda es una cuestión central.

Habla usted de ecosistema de vivienda ¿Qué elementos componen este ecosistema?

-La vivienda debe analizarse como un ecosistema compuesto por cuatro elementos interrelacionados: el acceso, el uso, el cambio climático y el componente financiero. El acceso incluye, por ejemplo, a jóvenes, personas vulnerables y cualquier persona que, aun con salario digno, no puede comprar o alquilar tras una separación. El uso aborda cómo habitamos las viviendas, por ejemplo el caso de personas mayores que viven en pisos sin ascensor, y de facto convierte sus casas en “pequeñas cárceles”. El cambio climático implica que las viviendas son responsables del 40% del consumo energético y del 35% de los residuos; hablar de vivienda sin hablar de sostenibilidad es incompleto e irreal. Resolver el problema de la Vivienda con un Elevado impacto Ambiental sería corto de miras, diría que corto de “vida”. Y, por ultimo, está el componente financiero, donde se sitúa el capital, pero sobre todo el ahorro. Nuestra sociedad ahorra en “ladrillo” desde los años 60, de modo que gran parte de las decisiones familiares se vinculan al valor patrimonial de la vivienda. Y la cuestión es que todos estos elementos conviven en una misma persona que puede ser madre o padre, vecina, ecologista y ahorradora al mismo tiempo. Sin embargo las políticas se plantean como si esa persona tuviera esas cuatro facetas aisladas.

¿Qué papel ha tenido históricamente la vivienda como instrumento político?

-Desde los años 60 podemos reconocer cuatro ciclos inmobiliarios. El primer gran ciclo lo puso en marcha la dictadura franquista que transformó de forma radical la estructura habitacional. Entonces, la proporción entre alquiler y propiedad era de 50/50, similar a la de Austria hoy. Pero la política de la dictadura buscaba crear una “sociedad de propietarios y no de proletarios,” llevando la propiedad hasta el 75% actual. La construcción masiva de vivienda VPO sirvió para sostener la estructura política del régimen. Es curioso, pero en muchos barrios obreros, tres de cada cuatro familias creían haber recibido un favor personal del Ministerio de la Vivienda al adjudicarles una casa, lo que fortalecía la fidelidad al sistema. Esto es utilizar la vivienda como instrumento político. Trajo consecuencias como el cambio en el Sistema de ahorro que ya he comentado o la estética. Se instaló una estética universal de barrios homogéneos y edificios iguales, reforzando la idea de que la ciudadanía debía aceptar lo que se le daba sin cuestionarlo. Una idea propia de cualquier dictadura.

Entiendo que para abordar la situación actual, hay que conocer la historia de estas políticas de vivienda. ¿Y tras la dictadura qué ocurrió?

-Hubo un segundo ciclo en el que se sustituyen las ayudas en forma de VPO -la vivienda es en propiedad pero la Administración controla el precio de venta-por desgravaciones fiscales a las personas en el IRPF-la ayuda es personal y la vivienda no tiene ninguna restricción-. Esta última política supuso una transferencia de 162.000 millones de euros desde el Estado hacia las familias, pero digamos que a fondo perdido. El otro gran cambio de este ciclo fue la autorización para “descalificar” las viviendas VPO. Fue una redistribución puntual, pero enorme. Las casas multiplicaron su valor por diez. El resultado es que la Administración dejó de gestionar el mercado de la Vivienda y por tanto de preocuparse de las siguientes generaciones; a partir de ese momento cada familia tenía que ocuparse de sus siguientes generaciones. La cuestión es si no estabas en ese momento y no te tocó, porque no habías nacido, no estabas todavía aquí o simplemente tu familia vivía en un pueblo pequeño donde ahora las viviendas valen menos. La vivienda dejó de formar parte del sistema público de redistribución y comenzó a ser el factor fundamental de la desigualdad generacional y territorial, basada en quién recibió una vivienda y quién no y donde la recibiste.

Y llegamos entonces a la burbuja inmobiliaria…

-Es el tercer ciclo, impulsado por la liberalización del suelo en tiempos de Aznar, se generó una burbuja donde los precios subían porque se vendía y se vendía porque subían. La Administración ya no tenía el control del Sistema y el mercado se hizo con él. Dejó como resultado un desequilibrio profundo: más de 600.000 desahucios y cerca de 40.000 millones perdidos por las familias, a lo que se sumaron 80.000 millones del rescate bancario pagados por todos. Es decir, cambio de sentido la redistribución previa, pues los recursos se desplazaron desde los hogares hacia las entidades financieras, lo que supuso un retroceso social y económico histórico.

Estamos en el momento actual, con una subida de alquileres, advertencias constantes sobre la ocupación, imposibilidad de acceso a la vivienda para muchos sectores… que el futuro, a pesar de lo que dice, no se presenta halagüeño para muchas personas… ¿Qué está fallando en la comunicación?

-Estamos viviendo un momento donde los bulos forman parte del relato habitual y la vivienda no está exenta. Existe un relato falso sobre el miedo a la ocupación que hace que muchas personas prefieran tener una casa vacía a alquilarla. La realidad es que el año pasado en el Estado hubo 218 allanamientos. Esto explica, en parte la existencia de cientos de miles de viviendas vacías, que no salen al mercado, por miedo e incertidumbre. Necesitamos algo más de 3 millones de viviendas en los próximos 15 años, pero no solo se trata de construir, lo primero es hacer accesibles los casi cuatro millones de viviendas vacías que hay. Una sociedad con una crisis habitacional como la que tenemos no se puede permitir tener tantas casas vacías. Hay que impulsar políticas para que se activen. Hay 400.000 viviendas vacías en ciudades de más de 250.000 habitantes, pero también las hay en municipios pequeños que tienen demanda.

También hay que construir, pero hay nuevas técnicas que nos permiten Nuevas posibilidades. Se pueden usar recrecimientos con madera para generar VPO permanentes, pero para todo esto la necesidad de audacia política para modificar un sistema que, durante décadas, ha alimentado desigualdades estructurales. Se subraya que la sociedad está dispuesta a asumir cambios siempre que se ofrezcan garantías, seguridad jurídica y mecanismos claros que ordenen el ahorro en ladrillo, las herencias masivas que están llegando tras el fallecimiento de generaciones completas y la desactualización del catastro. También se destaca el caso de ciudades donde intervenciones relativamente simples, como tasas municipales, movilizan viviendas vacías, demostrando que existen medidas efectivas más allá de la construcción masiva.

¿Y a nivel municipal, hay alguna intervención posible?

-En el caso de las ciudades hay intervenciones relativamente simples, como el tema de las tasas municipales, que movilizan viviendas vacías, demostrando que existen medidas efectivas más allá de la construcción masiva. Además, la actualización del catastro es algo indispensable para llevar adelante políticas municipales efectivas que desarrollen programas de promoción justa de la vivienda, tal y como ha hecho el Ayuntamiento de Pamplona en este último año.

Antes hablaba del recrecimiento, en la conferencia dio importancia a esta alternativa, ¿puede contarnos algo más de esta posibilidad?

-En 2016 la Conferencia Hábitat III de Naciones Unidas planteó la necesidad de densificar las ciudades. Las propuestas de zonas de viviendas unifamiliares adosadas son poco sostenibles e impiden a las administraciones dotar de Servicios de transporte lo que aumenta el uso del vehículo particular y el consiguiente impacto Ambiental. En este contexto se abre la posibilidad de los recrecimiento, que es construir una planta más en los actuales edificios con las nuevas técnicas constructivas industriales de entramados ligeros. Está últimas son mucho más rápidas, con la madera como principal material y el resultado es viviendas mucho más eficientes. No requieren Sistemas de urbanización, porque se construye sobre suelo que ya es urbano.

Pensemos en un edificio de los años sesenta de cinco plantas sin ascensor, donde hay algunos vecinos de más de 65 años con dificultades para subir y bajar. Se puede autorizar un recrecimiento de una planta con la condición que las nuevas viviendas recrecidas sean VPO y los beneficios de su venta se reinviertan en la rehabilitación del edificio, haciéndolo más eficiente mediante la mejora de la envolvente y accesible con una ascensor. Con una única intervención se obtienen viviendas en VPO muy rápidamente y se resuelve el problema del uso y el impacto Ambiental ¿quién es el promotor de esta obra? La Comunidad de vecinas y vecinos.

Además se pueden añadir condicionantes, solo se pueden beneficiar de la ayuda obtenida de la venta de las nuevas viviendas VPO aquellos pisis que no estén vacíos. Porque los que estén sin uso tendrán que pagar la rehabilitación al complete, es una manera de movilizarlos. Tampoco se beneficiarían si salen al mercado de alquiler fuera del índice de referencia. Además se aprovecha para cambiar la estética de los edificios, que tengan la imagen que la propia Comunidad decida, que se adecúen a la sociedad de hoy. Son diversas políticas que se concentran en una única actuación.

El único condicionante de los recrecimiento es si la estructura del edificio lo soporta. En el 70% de los casos es viable y solo requiere una cambio en la edificabilidad, que no deja de ser una convención administrativa.

Esta propuesta ya se está poniendo en marcha en muchas de nuestras ciudades, pero no forma parte de un Proyecto de política pública, que es lo que tienen que ser.

En la conferencia habló de una amplia coincidencia en el cuanto a la admisión de la vivienda como uno de los grandes problemas que tenemos actualmente… ¿Por qué no es posible esa coincidencia a la hora de abordar el problema?

Porque como he comentado se está abordando troceado, por un lado el acceso, por otro el ahorro, del uso apenas hablamos; cuando en realidad nos afecta a todos de manera simultánea. En una misma familia hay personas que actúan en todos los ámbitos.

Necesitamos un debate global sobre las soluciones que facilite conversar en global en la comida familiar del fin de semana. Un debate en que el resultado final sea que ganamos todos en el balance final. Es necesario, pero requiere salir del relato pesimista y de lo que ya sabemos. Las políticas que nos han traído hasta aquí, no nos van a sacar de donde estamos.

¿Una idea final?

Cambiemos las palabras, porque son importantes. Cuando pasamos de “empleo” a “trabajo” aparecieron nuevas ideas, porque no son lo mismo. Lo mismo ocurrió en el paso de “medio ambiente” a “transición ecológica”, nuevos conceptos. Nuevas ideas. Pasemos de “vivienda” a “casa”. Nadie invita a cenar a sus amistades a su vivienda, lo hace a su casa, tiene otro componente, piénsalo.

Hice una pequeña encuesta con personas que tenían una segunda vivienda en alquiler. Todos me decían que ellos vivían en una casa y que alquilaban una vivienda; pero la vivienda que alquilas es la casa de alguien. Porque todos vivimos en una “casa.”

Se puede ver la conferencia completa en el siguiente enlace: https://youtu.be/zd1DLrtB8IE