Está por todas partes. Eficiencia, eficiencia en todo, para todos. En los edificios, en los restos orgánicos que no comemos, en el agua, en la energía, en el google maps y su línea azul, en las aplicaciones que usamos... Los recursos hay pocos, están escasos. Eficiencia, el óptimo. Hacer lo máximo con lo mínimo. Productividad. No es que no estuviéramos avisados. La Unión Europea lo dijo en el 2000, en Lisboa. Más o menos decía así: “Hagamos la sociedad basada en el conocimiento más competitiva y descarbonizada del planeta, etc”. Hemos llegado a la mitad de aquella visión, que es para 2050. Parecía que ¡bueno!, ya veremos. Pero caray ¡qué prisa! Mucha prisa. Diría que esa visión se está comportando como un destino. Un destino que se acelera. Un destino, ya saben: el ser de lo real. Disidencia incluida. Creo que se puede nombrar con dos palabras: green & blue. Verde & azul.

Verde no hace falta ni decirlo.

Azul significa digital.

¿Has llevado a los niños al colegio?; ¿lo has hecho green & blue? ¿Has ido a la compra?; ¿lo has hecho green & blue? ¿Has trabajado hoy?; ¿lo has hecho green & blue?

Eficiencia: optimización verde y azul. Productividad humana. Liderazgo mundial europeo. Y, además, creo que se puede decir con ocho palabras: “El mundo se nos da ya como comunicación”. Lo hemos notado solo de treinta años hacia acá, cuando la tercera ola –internet- nos abrazó a casi todos. Antes, a la segunda, se le denominó cibernética, allá por los años cuarenta del siglo pasado. Y antes aún, la primera ola, cuando otra cosa que se llamó revolución analítica pidió pista. Los que protagonizaron estas dos olas sí que venían avisados de la tercera, pero no sé si el resto del mundo. ¿Se imaginan echar a correr cuando los primeros te llevan dos vueltas de ventaja y la carrera es a tres vueltas?

Dos colores. Azul, sí. Por ejemplo, industria 4.0. La producción de toda la vida en una fábrica ordenada por la lógica de la información. ¿La movilidad? Ni les cuento. Las transacciones mundiales de todo tipo. El simple apuntarse a un algo. ¿BIM?, un edificio convertido en data. Lo que quieran. Desmaterialización del mundo, ¡metaverso! Modelo laboral insólito que consiste en que pago tres veces: una por comprar el móvil, otra por usar una red y otra por acceder a datos ¡que yo mismo produzco! Y nada gano. Miro de reojo al móvil y me dice el “amigo”, ojito con salir corriendo a un juzgado a pedir el habeas data…

Y verde. Ahora, la pregunta verde: ¿quién gobierna todo esto? Esta es la pregunta del Navarra Building Forum 2022 –NBF-. Para el mundo de la edificación, claro, pero no solo.

No hay más que mirar el programa de NBF para comprobar su vocación expresiva. Porque hablar del edificio al modo que NBF lo propone es otro modo de verlo. Necesario, bajo mi punto de vista. Si mi casa es de muy alta eficiencia quiero medirlo y poder responsabilizar a alguien si resulta que no es así. Si me engañan, en qué queda mi responsabilidad verde a la que contribuyo de buena fe al comprar esa casa. ¿Es posible un modelo honesto de eficiencia que responsabilice bajo el máximo de simplicidad al diseñador, al constructor o a la administración? Por favor, no me respondan que es complicado. Ensayen. Equivóquense. Pero a la tercera acierten y cuenten conmigo. ¡Ah! Y no me digan que mi casa es “pasiva”. Los “casi passiv” tramposos hacen daño a la credibilidad de los edificios de muy alta eficiencia energética passivhaus. Y no estamos para bromas.

En cierto modo, creo que NBF cubre un espacio en la edificación que estaba en tierra de nadie. Si para encuentro de la industria de la edificación ya existe la feria Edifica; si sobre arquitectura y reflexión sobre la ciudad existe el Congreso Internacional de Arquitectura, NBF representa ese terreno socio-político abierto en el que una sociedad crea un debate de abajo a arriba. Repito, de abajo a arriba. Y claro que cualquiera puede crear otros eventos Soy abiertamente partidario del desorden cultural en una sociedad creativa y libre. Al hablar de estos tres eventos solo me refiero a como se han institucionalizado.

Además, cuando hace poco la Comisión Europea lanzó la iniciativa Nueva Bauhaus hemos visto como sus premisas y objetivos coinciden maravillosamente con NBF: estilo de vida, diseño, ciudades bellas, estética, cultura. Una dimensión sensible para la sostenibilidad.

Y diría que esto es vital para ese destino antes aludido. No es que la eficiencia pueda tener otros sentidos. Nos guste o no, va a lo que va y en NBF se trata de ella también. Pero, al menos, que otros significados tengan su espacio. El poder expresivo de una persona cuando habla o hace –si es que no es lo mismo–, necesita su sitio también. Bueno, no se lo oculto: o este sitio o nada. Y todavía más, sin esto, nada de la eficiencia tiene motivo.

Es por esto que me gusta Navarra Building Forum. Porque lo siento como el Festival internacional de la edificación y la cultura que es.

El autor es Doctor en Ciencias Sociales, profesor y experto en comunicación institucional y sostenibilidad en la edificación