La playa de Langre, conocida por sus aguas cristalinas y arena fina, es considerada por muchos como “la playa más espectacular de Cantabria”. El acantilado que la rodea no solo ofrece unas vistas impresionantes para los visitantes sino que, además, actúa como barrera natural para evitar las masificaciones que protagonizan muchas de las playas españolas.

Este espacio paradisíaco está situado en la costa de Trasmiera y a un kilómetro de la localidad con la que comparte nombre, Langre, en el municipio cántabro de Ribamontán al Mar. Además, se encuentra a unos 30 minutos en coche de Santander. En cuanto al aparcamiento, la zona que rodea esta playa pasa a ser zona de pago.

Es su acantilado de 25 metros de altura el que la convierte en una playa salvaje que hasta ahora se ha caracterizado por la baja ocupación de bañistas. Sin embargo, en los últimos años el número de visitantes ha ido experimentando un crecimiento constante, lo que ha supuesto un problema de contaminación de su arena: “Soy habitual de la playa, no solo en verano, y es increíble la cantidad de suciedad que se puede encontrar a diario: colillas, tapones, latas, hasta mascarillas y todo tipo de plásticos. Respetad por favor la naturaleza que solo tenemos una. Si fumáis no os cuesta nada llevar un cenicero”, afirmó un usuario en la página de reseñas Tripadvisor.

Aun así, a pesar de la belleza y la protección frente a las multitudes que ofrece el acantilado, sus escaleras para bajar a la playa suponen un problema de acceso para las personas con movilidad reducida, que no podrán disfrutar de ninguna de las dos partes en las que se divide la zona.

La playa grande, a su vez, ofrece otros dos espacios: uno para nudistas y otros para visitantes con bañador. Sin embargo, usuarios de Tripadvisor critican que muchos de los bañistas de la zona textil ocupan la nudista.

El acceso a la playa más pequeña se pude hacer directamente desde la más grande cuando la marea está baja, para lo que es muy importante tener en cuenta el estado de las mareas para que no nos dificulte la vuelta.

Es sobre la zona del acantilado que separa las dos playas donde se encuentra el mirador de Langre. Este se construyó en el espacio que, en la década de 1950, los habitantes de la localidad dinamitaron para poder bajar con mayor facilidad y, así, recoger las algas de las costa.

Esta playa también se caracteriza por su fuerte oleaje, vientos y corrientes, perfecto para practicar deportes como el surf. Además, la zona más occidental de la playa es un buen lugar para que los pescadores de caña y amantes del esnórquel visiten por la riqueza salvaje de sus fondos.

Aun así, hay que tener siempre en mente que, al ser una playa salvaje y estar bastante asilada de las zonas urbanizadas, no hay un puesto de salvamento, aunque sí lo hay de Cruz Roja y de vigilancia. Tampoco ofrece aseos o duchas para los bañistas.

Sin embargo, el pueblo de Langre sí que cuenta con casi una decena de hostales y posadas en los que pasar la noche, al igual que las localidades de su al rededor, Loredo y Galizano. Además, entre los tres pueblos suman más de una docena de establecimientos para comer.