La ciudad francesa a seis horas de Pamplona que te hará sentir en la Toscana
Cerca de Nantes se localiza esta villa con una 'dolce vita' envidiable para aquellos que huyen del estrés de la gran ciudad. No en vano, su principal característica es que su creación está inspirada en un cuadro de Nicolas Poussin, convirtiendo Clisson en una obra de arte
"Si estás estresado, si quieres desconectar, si anhelas unos días de sosiego y disfrutar de un ambiente romántico; Clisson es tu destino”. Con esta seguridad se expresa Samuel Chapart, responsable de Comunicación de Le Vinogle de Nantes, tan pronto como me recibe en la estación de SNC de Clisson (apenas a 25 minutos de Nantes).
Aquí no hay que ser Mary Poppins para dar un salto y meterse en un cuadro, tan solo conducir una media hora por un precioso camino que atraviesa viñedos y bodegas centenarias para llegar al pueblo que, sorprendentemente, se creó a partir de un cuadro. La pintura en la que está basada la villa de Clisson se encuentra en el Museo de Bellas artes de Nápoles y es obra de Nicolas Poussin, uno de los pintores franceses más importantes del siglo XVII, quien creció fascinado por los paisajes italianos de la Toscana. Inspirados por uno de sus cuadros los hermanos Cascault invirtieron su gran fortuna en convertir Clisson en una obra de arte.
En esta villa medieval donde se practica la slow life. Sí, ese estilo de vida que hace dos décadas inventó el crítico gastronómico italiano Carlo Petrini en contraposición al fast food. Una forma de reivindicar otro ritmo más lento en la vida y en esta otra función tan sagrada que consiste en sentarse a la mesa a comer, beber y… vivir. Porque, el primer paso que doy en Clisson es disfrutar de una cata de Muscadet (D.O.C.),el vino de sus célebres viñedos, introducidos por los romanos en el siglo III.
Castillos, puentes y paisajes de postal
Poco después, vas confirmando que la declaración de Chapart no es nada exagerada. Efectivamente, en esta pequeña villa se respira un ambiente sosegado y armónico. Un silencio que no lo contaminan ni siquiera los vendedores del mercado de madera cubierto del siglo XV. Enseguida salta a la vista el castillo, el río, su puente romano, el campanario y el verdor de sus bucólicos paisajes. Hay que restregarse los ojos ante el cauce del río Sèvre y su romántico entorno para asegurarse de que lo que ves no es una postal turística. Deambular por sus callejuelas y hablar con sus habitantes, visitar los viñedos, navegar por el río, o conocer la historia de Clisson son, entre otras, algunas de las actividades por las que hay que optar.
La asociación Y’a du Monde ofrece durante el verano talleres de artes visuales para todos, cuyos originales procedimientos sorprenderían al propio Dalí. Pero tras un sabroso almuerzo en el restaurante Best Western, con vistas al río, y una larga sobremesa, nos espera Pauline Reuche, la guía oficial.
Encuentro con Pauline y la historia…
Su sólo nombre me evoca automáticamente a una de las protagonistas de los filmes de de Erich Rohmer. Ese cine que él desarrolla a menudo en plena campiña francesa y con unos interesantísimos diálogos. Sus películas no acaban ni siquiera cuando acaban. Uno se pregunta, ¿qué le pasó a los protagonistas después del ‘fin’? Y esa es la pregunta que le formulo a Pauline: ¿Eres tú acaso la protagonista del film Pauline à la plage? La joven guía se encoge de hombros ante mi presunta boutade y se apresura a desmentirlo con una amplia sonrisa que delata su desconocimiento (pero llama inmediatamente a sus padres quienes le confirman que el director del filme y Pauline existieron). Pauline es joven y está ya en otra onda cinematográfica, pero es toda una experta en la historia de Clisson.
Nos lleva al Castillo (siglo XIII) fortificado, una síntesis de la arquitectura medieval francesa, que pasó por muchos avatares hasta el punto de que, durante el siglo XVIII, la ciudad y el Castillo fueron casi completamente destruidos.
Afortunadamente, el escultor F. D. Lemot consiguió adquirir el Castillo y el antiguo vedado de caza de los señores de Clisson y convertirlo en lo que hoy se conoce como La Garenne Lemot. Un hermoso parque de 14 hectáreas que Lemot quiso se pareciera a un cuadro, por lo que eligió elementos arquitectónicos italianos basados en las quintas de Toscana y Umbría. El proyecto necesitó mucho tiempo y dinero. Será el hijo de Lemot quien acabe la reconstrucción de la villa y los alrededores de Clisson, a los que dará ese aire entre toscano y bretón que tanto fascina a sus visitantes. Clisson te espera a media hora de Nantes en un tranquilo viaje en ferrocarril.