La fe mueve montañas. Lafay, una cordillera entera. El francés obtuvo una victoria mayúscula en Donostia. Apartó a Van Aert y Pogacar del pedestal con un ataque grandioso e inopinado. El galo irrumpió cuando el esprint entre los mejores parecía la única solución posible. Surgió desde el olvido Lafay para lograr un triunfo inolvidable en Donostia. Camuflado en el anonimato, nadie le prestó la suficiente atención, aunque en la víspera, en Pike Bidea, donde se testaron Pogacar y Vingegaard, fue el único en responder a semejante estirón. Era una señal.