Aunque haya algunas personas a las que su aspecto da cierto repelús, no se puede ignorar que el aspecto rechoncho de las ranas, sus ojos saltones, sus poderosos brincos y su atractiva coloración unida a su exotismo despiertan simpatía de muchos aficionados las mascotas.

Además, su particular sistema de reproducción y crecimiento lo convierten en una ventana educativa interesante para los más pequeños de la casa en Ciencias Naturales.

La variedad de especies es muy rica, por lo que encontraremos ranas con un tamaño de apenas cinco centímetros y otras que llegan a los 30, unas serán más acuáticas y otras necesitarán un entorno muy vegetal en el que esconderse. Su activa caza con la lengua de los insecto que constituyen la bas de su alimentación también hace que observarlas sea muy interesante.

Ventajas e inconvenientes de tener una rana

Entre los puntos a favor de llevar una rana a casa ocupa el primer puesto los ya mencionados aspectos educativos para los niños en el mundo de los valores sociales como la responsabilidad y el respeto a los animales.

También ofrecen la comodidad de no tener que sacar de paseo o interactuar físicamente con ellas como hay que hacerlo con perros y gatos. Les basta, si es adecuado en función de su tamaño o de sus hábitos, con lo que el terrario les ofrece.

En la columna de obligaciones ineludibles es el cuidado de su hábitat. Necesita una humedad adecuada y un control de la ventilación para evitar hongos y moho. La temperatura también es importante, manteniéndola entre los 26-27º durante el día y evitando que baje de los 20º durante la noche. También hace falta una muy correcta filtración del agua para evitar contaminaciones y enfermedades en la piel.

Además requieren alimentos específicos, especialmente insectos. Aunque lo interesante es la alimentación de las crías, en concreto de los renacuajos, que hay que ir adaptando y variando en función del momento de metamorfosis en el que se encuentren.

Su entorno, según la mascota

Importante es el terrario en el que se le va a instalar. De entrada no es ni un acuario, exclusivamente de agua, ni un terrario propiamente dicho, seco. Hay que buscar uno intermedio, un acuaterrario similar al que se usa para tortugas, con una parte de agua para que pueda nadar y mantenerse mojada, y una parte seca, donde esconderse y cazar. Las características concretas dependerán de la especie.

Por cierto, el agua del acuaterrario debe ser sin cloro, de lo contrario es fácil que estos anfibios se intoxiquen. Existen productos depuradores, pero si hay tiempo, basta con dejar reposar el agua en un balde durante 24 horas para que el cloro se evapore solo

No hay que olvidar que las ranas se caracteriza por sus saltos, por lo que hay que tener en cuanta dos aspectos, que su habitáculo sea siempre más alto que largo o ancho y que disponga de una tapa que cierre bien. La altura es importante porque saltos aparte, hay ranas escaladoras, arbolícolas, por lo que necesitas ramas y soportes por la que trepar. La tapa es por seguridad, para evitar fugas y para ayudar a mantener la temperatura del recinto.

A la hora de elegir la especie, dos consejos: la primera, consultar el Catálogo de Especies Exóticas Invasoras del Ministerio de Transición Ecológica, que en su categoría de anfibios solo hay cuatro especies y dos son ranas, la rana toro (Lithobates catesbeianu) y la rana de uñas africana (Xenopus laevis), y las otras dos, sapos, el sapo marino (Rhinella marina) y el sapo común asiático (Duttaphrynus melanostictus). Todos ellos fueron muy populares en su momento por la facilidad de adaptación. Capacidad que después les hizo llegar a la lista negra. También es oportuno repasar las listas CITES para evitar hacerse con especies protegidas o en peligro de extinción.

Un segundo aspecto que hay que tener en cuenta es la toxicidad. Las ranas flechas, por ejemplo, son muy espectaculares, su tamaño es muy manejable y sus colores son muy llamativos. Pero no hay que olvidar que en Sudamérica, frutan flechas en su piel para envenenarlas. También los sapos segregan sustancias tóxicas en su piel que pueden producir desde fuertes irritaciones a intoxicaciones mortales.

Una vez eliminados de la lista los sapos y la ranas flecha por su peligrosidad, quedan tres grandes grupos:

Las ranas arbolícolas, que son fáciles de cuidar y muy atractivas en su colorido. Muy adecuadas para principiantes. Eso sí, sobre las zonas de agua y tierra necesitan muchas ramas y plantas por la que poder trepar.

Las ranas acuáticas, que pese a la aparente obviedad de sus categoría, son animales que viven exclusivamente en el agua, por lo que se puede prescindir de la parte seca del hábitat.

Los escuerzos, que son la tercera familia (Ceratofryidae) del grupo de los anuros, siendo las otras dos las ranas (Ranidae) y los sapos (Bufonidae). De aspecto similar a esos últimos aunque con un aspecto más redondo, se distingue de ellos por su gran boca, que puede ocupar casi toda la cabeza. Su situación en Sudamérica es calificada de vulnerable, por lo que es aconsejable asegurarse de que proviene de criaderos autorizados.