En un edificio del municipio londinense de Westminster se puede ver una placa que indica que de 1940 a 1946 estuvo allí el cuartel general del SOE (Special Operations Executive). Muchos turistas pasan de largo, pero para los veteranos ingleses que vivieron la II Guerra Mundial es un lugar de culto. El SOE nació a instancias de Churchill y de Edward Hugh Dalton, un laborista galés que estaba al frente del Ejecutivo de Operaciones Especiales del Servicio Secreto Británico. Se trataba de formar a personas en el arte de la guerrilla e infiltrarlas en países ocupados por los nazis, a fin de que sabotear el mayor número de instalaciones para frenar su avance. En realidad, constituían lo más secreto del Servicio Secreto.

Todo empezó el 22 de julio de 1940 -en pocas semanas hará 80 años-, con la elección de un equipo de militares-sicólogos encargados de realizar un casting de lo más estricto entre los voluntarios que se ofrecían para ayudar a la patria.

Jamás se desveló cuál era el perfil requerido ni el trabajo al que los elegidos serían destinados. Las entrevistas dieron como resultado una relación de personas que reunían cualidades excepcionales para el espionaje. Criba tras criba se llegó a la selección ideal, compuesta por unas 13.000 personas, de las que 3.200 eran mujeres. Se les formó militarmente advirtiéndoles de la peligrosidad de sus misiones y la posibilidad de tortura y muerte si eran descubiertas.

Uno de los agentes masculinos que surgieron de esta forma fue el actor Anthony Quayle, a quien hemos visto en películas tan populares como Los cañones de Navarone. Se enroló a los 27 años y sobrevivió a las acciones reales protagonizadas junto a los partisanos de Albania, por lo que fue distinguido con la Encomienda de la Orden del Imperio Británico.

El papel que jugaron las mujeres, objeto central de este reportaje, fue excepcional. Muchas fueron ejecutadas tras haber sido torturadas. En todo momento demostraron una valentía que el mundo libre siempre reconoció.

Una de ellas fue la rumana Vera Atkins, de 33 años. Estudiante de lenguas modernas en La Sorbona, huyó a Londres en cuanto se produjo la ocupación de París. En la selección para el ingreso en el SOE demostró poseer unas dotes especiales que la llevaron a ejercer un puesto de responsabilidad en la formación de agentes. Conocida coloquialmente como La maestra, adiestró a 470 mujeres para trabajar clandestinamente en Francia colaborando con la Resistencia. Acabada la guerra participó en los interrogatorios a oficiales alemanes y guardias de los campos de concentración nazis. Su intuición le llevó a descubrir a 118 agentes germanos que trataban de eludir su responsabilidad.

Vera nunca sintió deseos de publicar sus memorias, aunque existe un libro, A Life in Secrets, escrito por Sarah Helm, que recoge sus aventuras.

También el cine se fijó en esta mujer excepcional, y sus hazañas se pueden ver en Liberté: A Call to Spy (Lydia Dean Pilcher, 2019), donde se recoge una de sus más osadas operaciones, al encargar un peligroso trabajo a dos de sus alumnas favoritas, Virginia Hall y Noor-un-Nisa Inayat Khan.

Virginia, la primera de ellas, era una norteamericana nacida en Baltimore que colaboró activamente con los partisanos franceses a pesar de poseer una pierna de madera. Descubierta por la Gestapo, fue internada en el campo de concentración de Struthof-Natzweiler, el único situado en la Alsacia francesa y destinado a miembros de la Resistencia. La muchacha sobrevivió a las torturas y una vez recuperada trabajó para la CIA, muriendo en 1982.

El caso de Noor-un-Nisa Inayat Khan fue también muy curioso. Nacida en Moscú, estudió en la Sorbona y en la Escuela Normal de Música de París hasta la ocupación. Pocos sabían que pertenecía a la familia real de India. A los 27 años escapó a Londres y se ofreció al SOE, siendo inicialmente rechazada por su débil constitución física. Sin embargo, La maestra la recuperó al detectar que era muy hábil como operadora de radio.

Tras llevar a cabo arriesgadísimas labores de comunicación clandestina acabó siendo detenida, pero la Gestapo no consiguió sacarle información alguna a pesar de las torturas infringidas en aquel aparentemente frágil cuerpo. Acabó ingresada en el campo de concentración de Dachau, donde la fusilaron en 1944. Los gobiernos inglés y francés le concedieron las más altas condecoraciones.

Lise, pesadilla nazi

Una de las mujeres que más problemas causó a los nazis fue Odette Marie Celine Brailly, conocida en la Resistencia como Lise. Nacida en Amiens (Francia), se casó con el ciudadano británico Roy Sansom, fijando su residencia en el Reino Unido, donde tuvieron tres hijos. Tenía 28 años cuando decidió participar de alguna forma en la lucha contra Hitler. En un principio se alistó en el cuerpo de enfermeras, pero viendo el cariz que iba tomando la guerra, dejó a sus hijos en un convento para participar en la lucha activa.

Se enroló en el SOE demostrando una sangre fría excepcional. Su actividad clandestina comenzó en septiembre de 1942, cuando se estableció en el sur de Francia trabajando codo con codo con el operador de radio Peter Churchill. Aparentemente formaban una pareja encantadora que parecía escapar de la crudeza de la guerra en la región de la Alta Saboya, a orillas del lago D'Annecy. En realidad, montaron un engranaje informativo que asombraba a los aliados y desesperaba a los nazis.

Las autoridades germanas se tomaron el caso muy en serio, montando un dispositivo especial para acabar definitivamente con aquella célula. Pusieron al frente del mismo al máximo especialista en la lucha contra la Resistencia, Hugo Ernst Bleicher, que además de alemán hablaba correctamente francés y español. Este cazador, carente del menor escrúpulo, gozaba de cierta fama entre los suyos por haber atrapado a la legendaria Mathilde Carré, alias La chatte, que traicionó a los suyos convirtiéndose en doble agente y amante de Bleicher.

El matrimonio Churchill, como era conocida la pareja en Saint-Jorioz, donde tenía su base operativa, fue detenido como consecuencia de una delación jugosamente pagada. La Gestapo irrumpió el jueves 15 de abril de 1943 en su habitación del Hotel de la Poste. De poco sirvió que Lise, en su defensa, apelara falsamente a su parentesco con el primer ministro británico. Fue torturada salvajemente en la prisión de Fresnes y en la sede de las SS, en Avenida Fox 84 de París, sin facilitar información alguna.

El apellido Churchill con el que la Gestapo registró a Lise creó una especie de aureola en torno a ella, hasta el punto de que, cuando posteriormente fue internada en el campo de concentración para mujeres de Ravensbrück, su responsable, el oficial de las SS Fritz Suhren, creyó que realmente estaba emparentada con Sir Winston y vio en ella una tabla de salvación si perdían la guerra. Le dio un trato especial alejándola de aquellos experimentos médicos que hacían con otras, esterilizándolas con rayos X.

Cuando los aliados llegaron a las proximidades de Ravensbrück, Suhren subió a Lise en su coche y corrió a rendirse, obligando a la mujer a declarar a su favor. Lo tuvo claro, porque, acusado del asesinato de más de dos mil mujeres en su campo de concentración, fue juzgado en Hamburgo y ahorcado en junio de 1950. Antes de la ejecución declaró: "Me han impresionado el talante de Lise

Acabada la guerra, esta singular mujer fue condecorada con la Legión de Honor francesa y nombrada Miembro de la Orden del Imperio Británico. Sus hazañas quedaron plasmadas en varios libros y el cine se hizo eco de ellas a través de la película Odette, que en 1950 protagonizaron Anna Neagle y Trevor Howard, consiguiendo un gran éxito internacional. Murió en 1985.

El caso de violeta szabo

Otra mujer excepcional que pasó por aquella escuela de agentes secretos fue Violette Reine Elizabeth Burhell, que adoptó el apellido de su marido, Szabo, en cuanto se casó. La muchacha, de carácter muy dinámico, se integró en el SOE dispuesta tal vez a vengar la muerte de su consorte en la batalla de El Alamein al poco de la unión. Hablaba a la perfección el idioma de su madre francesa, era atleta y campeona con el rifle. La maestra vio en ella a una gran luchadora y no se equivocó.

Realizó su primera incursión en la localidad normanda de Rouen recomponiendo un grupo de la Resistencia. Su segunda acción tuvo como escenario Limoges, famosa por sus porcelanas, donde una inoportuna lesión en un tobillo provocó su captura mientras huía de los alemanes.

Violeta Szabo, cuya aventura pasó al cine en la película Agente secreto SZ, fue torturada en la cárcel de Fresnes, pero su interrogatorio resultó infructuoso. En el campo de concentración de Ravensbrück, donde fue internada, coincidió con sus compañeras del SOE Denise Bloch y Lillian Rolfe. El papel de Denise llegó a ser tal que la Gestapo había puesto precio a su cabeza. Lillian, por su parte, era muy hábil como operadora de radio. El 5 de febrero de 1945 las tres fueron ejecutadas en un rincón del campo, demostrando en todo momento un valor que fue reconocido por los propios alemanes.

"Las tres estaban muy preparadas, por lo que su final me conmovió profundamente", declaró el oficial de las SS Johannes Schwarzhuber en el juicio que le fue incoado en Hamburgo por su responsabilidad en el campo de Ravensbrück. No se pudo cumplir su sentencia de muerte porque se ahorcó el 3 de mayo de 1947. Schwarzhuber conocía al detalle los expedientes de estas mujeres a las que, en el fondo, admiraba.

Un destino parecido tuvo la intrépida Andrée Borrell, una joven veinteañera francesa que colaboró activamente con el grupo de Operaciones Especiales y la Resistencia hasta que fue detenida e internada en el campo de concentración de Dachau, y posteriormente en el de Struthof-Natzweiler, donde murió.

El mundo libre reconoció el papel de las mujeres que sacrificaron sus vidas para entorpecer con su labor el avance del enemigo. A los nombres citados habría que añadir otros muchos, como Nancy Wake, periodista corresponsal del Grupo Hearst en Europa, que llegó a entrevistar a Hitler en la Viena de 1933. Sobrevivió a la guerra y murió en Kingston en 2011. Su aventura inspiró la película Charlotte Gray, que interpretó Cate Blanchett.

También sobrevivieron Sonya Butt, alias Sonia d'Artois y Blanche; la operadora de radio londinense Eileen Nearne, conocida como Rose, fallecida en 2010 en el Reino Unido; la polaca Krystyna Skarbek, que atendía como Christine Granville, Krystyna Gizycka y Krystyna Gelttlich€ "Fue una generación única, irrepetible", dijo el rey Jorge cuando condecoró a Violeta Szabo en la persona de su hija Tatiana, aún una niña.