Un bajón de tensión, como su propio nombre indica, se corresponde con una bajada brusca de la presión dentro de las arterias. Los síntomas pueden ir desde una sensación de flojedad y astenia hasta una pérdida de conocimiento precedida, a veces, por sudoración fría y dificultad de visión.

Así lo explica en una entrevista con Infosalus el doctor Antonio Álvarez-Vieitez, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Nuestra Señora del Rosario (Madrid), quien recuerda que entre los desencadenantes de un bajón de tensión se encontrarían los estímulos sensoriales o nerviosos, para algunas personas el ver sangre, tener un dolor fuerte o una impresión.

"También pueden producirse por fenómenos posturales (cambiar rápidamente de estar tumbado a ponerse de pie), permanecer un largo rato de pie sin moverse (disminuye el retorno venoso), deshidratación y golpe de calor que produce vaso dilatación y disminución de los líquidos circulantes. También por hemorragias y determinados medicamentos", agrega.

Aunque reconoce que son más frecuentes en mujeres jóvenes, el cardiólogo del Hospital Nuestra Señora del Rosario afirma que afectan a los dos sexos, prioritariamente antes de los 65 años.

¿Qué debemos hacer en estos casos? El especialista lo tiene claro:

1.- Lo primero TRANQUILIZARNOS nosotros y al paciente y la familia. Normalmente son procesos benignos y que revierten rápidamente con el decúbito o trendelenburg (la cabeza más baja que las piernas), pero el aspecto del paciente puede ser de gravedad por palidez, sudoración y mirada perdida, pero en segundos o minutos revierte.

2.- El paciente debe continuar tumbado o sentado durante un tiempo porque tiende a repetirse.

3.- No es aconsejable darle comida o bebida en ese momento porque puede producir vómitos.

4.- Se debe aflojar la ropa, sobre todo en la cintura, para favorecer el retorno venoso.

En este punto, Álvarez-Vieitez recuerda que, a veces, tras un bajón de tensión suele tener lugar una lipotimia, en jerga médica 'síncope' o 'pérdida de conocimiento', que se produce porque al bajar la presión por la dilatación de las arterias y bajar la frecuencia cardiaca (que es lo que sucede en un síncope) no llega suficiente sangre al cerebro.

Por otro lado, y dado que los síncopes son muy frecuentes y en principio benignos, el doctor considera que se debe consultar con un especialista si se repiten con una cierta frecuencia. "En estos casos es aconsejable descartar causa cardiaca o neurológica o de otra etiología", subraya.

En última instancia, el jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Nuestra Señora del Rosario (Madrid) advierte de que tenemos tendencia a relacionar el cansancio o la flojedad, debilidad, o falta de fuerza física, con la presión arterial baja o hipotensión, pero resalta que hemos de saber que, normalmente, la presión baja no da síntomas y la tienen las personas más sanas, por ejemplo, los jóvenes y los deportistas.

"Lo que nos debe preocupar es tener la tensión elevada, que esto sí daña al corazón y a todo el sistema circulatorio. Los síncopes son frecuentes y en algunos pacientes muy repetitivos. Se han buscado múltiples tratamientos para impedirlos y ninguno es infalible. Lo normal es que desaparezcan solos, pero se han usado múltiples tratamientos, desde antidepresivos hasta marcapasos, y nunca con resultados ciertos", sentencia el cardiólogo Antonio Álvarez-Vieitez.