Tener un vecino famoso puede parecer divertido, pero no siempre lo es. Al caso de la extriunfita Ana Guerra, que puso en pie de guerra a los vecinos de su comunidad en el centro de Madrid por "tocar el piano hasta las 3 de la madrugada", se suman otros muchos.

Las periodistas Lydia Lozano o Karmele Marchante causaron polémica en su día por las ruidosas fiestas que celebraban en sus casas y que hicieron estallar a sus vecinos y otros, como Alaska y Mario Vaquerizo, tuvieron que pedir a sus fans que no acudieran a su casa por las molestias que causaban en su vecindario.

Leo Messi, por su parte, cortó por lo sano con sus vecinos ruidosos. El exfutbolista del F.C. Barcelona compró la vivienda colindante a la suya en Castelldefels (Barcelona) porque le molestaban los ruidos de sus vecinos.

Estos casos no son los únicos. Y es que, un 70% de los problemas en las comunidades de vecinos se deben al ruido: fiestas hasta horas intempestivas, voces subidas de tono, discusiones, televisión a todo volumen, música a todo trapo...

La Ley de Propiedad Horizontal ya señala que nadie puede efectuar en su finca o en su edificio actividades “molestas, insalubres, nocivas, peligrosas o ilícitas”, pero a veces no se cumple.

A continuación explicamos, en cinco pasos, la forma de proceder para poner fin alcalvario de los vecinos ruidosos.

1- Diálogo. En primer lugar trataremos de resolver la situación de forma amistosa, hablando cara a cara con el vecino molesto. Recurrir de entrada a la Policía solo podría empeorar las cosas.

2- Fuerzas del orden. El presidente de la comunidad hablará con el individuo que ha originado el contratiempo y se resiste a deponer su actitud. Si aún así no se consigue resolver el problema de manera cordial, habrá que recurrir a la Policía Local. Una patrulla se desplazará a la vivienda y dejará constancia de la actividad molesta. Además, la medición correspondiente del ruido determinará si su nivel viola la normativa municipal de cara a presentar una posible demanda. Las leyes establecen unos límites muy claros: 45 decibelios, de 8 de la mañana a 11 de la noche, y a partir de esa hora, el límite baja a 35 decibelios, en el interior de la vivienda y con las ventanas cerradas.

3- Solicitud por escrito. El presidente de la comunidad de vecinos deberá hacerle llegar al morador problemático, por escrito, una solicitud del cese de la actividad que está molestando al resto de residentes.

4- Junta extraordinaria. Si los ruidos no cesan, el presidente convocará una junta extraordinaria de propietarios para buscar la mediación y que, además, sirva como medida de presión de todos los residentes sobre el vecino que origina el problema.

5- El peso de la ley. El último recurso es acudir a la Justicia. El procedimiento se conoce como ‘acción de cesación’ y va dirigido a lograr una sentencia que condene al demandado a cesar en la conducta y a prohibir su reiteración futura.

La sentencia, según la gravedad de los hechos, puede llevar aparejada la prohibición de usar la vivienda por un periodo de hasta tres años, si el responsable de la molestia es el propietario, o la resolución del contrato de alquiler, si es un inquilino.

Si el origen del ruido es un defecto en la construcción, la constructora será la responsable de poner remedio al problema.