Para Cynthia Fleuri, filósofa y psicoanalista francesa, el cuidado es una forma de humanismo y el resentimiento, un ciclo de repetición continua sobre el sufrimiento que se traduce en una resistencia a realizar acciones para mejorar. Así lo explicó ayer en la conferencia Sanar el resentimiento, que dio en Baluarte dentro de la programación de los Encuentros de Pamplona 72-22

Frente al odio dominante en el espacio público, Fleuri expuso su teoría sobre la política de cuidados de las personas, y la importancia de poner en el centro del debate público una cualidad consustancial a todo ser humano: la vulnerabilidad

Fleuri, que ha trabajado durante muchos años con pacientes hospitalarios y psiquiátricos, defendió la idea de que “el resentimiento es una enfermedad propia, interior, una gangrena” que puede ser tanto individual como colectiva y que se origina a partir de una situación de dolor, trauma o duelo. 

“Podemos estar traumatizados por algo que no ha llegado, por esa expectativa de que pasara algo traumático”, explicó la filósofa, lo que constituye para ella una prueba de la frustración que algunos tienen en su interior. 

En la conferencia, en la que realizó la presentación la escritora Luisa Etxenike, Fleuri planteó la pregunta de por qué las democracias son más frágiles en torno al resentimiento, siendo “un regimen más suave y protector con las personas”. Una cuestión en la que indagó durante su ponencia, en la que defendió que cada persona nace con un “lote” de circunstancias que “no hay que aceptar”, sino “inventar una senda para ir más allá de ese lote”. 

“El reto es liberarnos del resentimiento para producir un modelo político no dedicado al odio del otro”

“La historia de este mundo no es solo una”, afirmó la filósofa, y por ello en su trabajo en el campo de la salud psiquiátrica considera muy importante que el paciente “se sienta agente y tenga la percepción de poder transformar y actuar sobre algo”. 

“Eso es la libertad”, aseveró Fleuri: “Me doy cuenta de que no sufro simplemente, sino que tengo la posibilidad de transformar”. En ese aspecto, manifestó que el resentimiento es “alienante”, ya que algunas personas “no proponen salidas debido a una ingeniería interior que les empuja a producir no salidas y confirmar situaciones victimarias o impedimentos”. 

Por ello, su trabajo consiste en mostrar que una persona es responsable de crear salidas en ese resentimiento. “Es muy difícil salir, pero si uno se da cuenta de que puede hacerlo, se trabaja con la autoreflexibilidad del individuo”, relataba. 

Para Fleuri, el itinerario de una persona depende de la manera en que se posiciona frente a la amargura. Y aunque manifestó que “hay cosas que son irreparables e irreversibles, incurables” y todos los días vivimos con esa irreversibilidad, la clave para salir de ese resentimiento y ese dolor es “superarlo”. Superarlo creando algo nuevo, defendía la filósofa, porque hay traumas, como perder a un niño o vivir la violencia de la guerra, que no se pueden reparar. 

“Si no puedes superarlos, entras en una depresión grande. Hay que buscar una manera de superarlo, abandonando las necesidades básicas de reparación y creando algo nuevo”, reiteró Fleuri. 

El resentimiento, motor para el odio

Así, la psicoanalista realiza un trabajo doble que consiste en demostrar, por un lado, que el resentimiento no es lo mismo que las dificultades socioeconómicas, sino que hay que “reconocerlo como una disfunción psíquica o una construcción mental”; y por otro, que “si queremos crear una política transformadora y generar movimientos sociales, no será utilizando el motor del resentimiento”. 

“Si queremos crear una política transformadora, no será utilizando el motor del resentimiento”

“Si queremos dar a la política la posibilidad de transformar socialmente, no es con el resentimiento”, aseguró Fleuri, porque el resentimiento solo es capaz de “producir odio hacia uno mismo o hacia los demás, nada más”. 

En su trayectoria como psicoanalista, Fleuri no solo ha buscado, sino que ha propuesto herramientas para trabajar el tema y ayudar a salir de ese resentimiento, que se convierte en un círculo. “Mi trabajo es acompañar a que en el primer nivel de vida, la persona pueda salir de esa trampa que nos impide la capacitación y nos incapacita a hacer cosas”. 

“El sufrimiento existe y no es necesariamente puro, es múltiple. Se puede sufrir con un diagnóstico erróneo en el análisis de una situación, y por eso buscamos desencriptar en qué consiste ese sufrimiento”, explicaba Fleuri, que como psicoanalista está “obligada éticamente” a posicionarse en la premisa de que “el paciente va a poder”. Y precisamente para ayudarle, la filósofa trata de buscar antídotos. El reto de Fleuri es, de ese modo, “liberarnos del resentimiento para producir un modelo político no dedicado al odio del otro”.