El Archivo Real y General de Navarra acogerá hasta el próximo 26 de febrero la exposición Agramonteses y Beaumonteses. La lucha de bandos que dividió el reino. La muestra ha sido comisariada por Íñigo Mugueta Moreno, profesor titular de Historia Medieval de la Universidad Pública de Navarra.

El Archivo ha organizado esta exposición en el año conmemorativo de la toma de la fortaleza de Amaiur en 1522. Se exhiben documentos que no se habían mostrado hasta ahora.

Detalle de la exposición.

TRES BLOQUES

El discurso expositivo se divide en tres bloques. En el primero de ellos, Agramonteses y Beaumonteses, quiénes fueron se analiza cómo surgieron los bandos nobiliarios en Navarra, quiénes los conformaron, además de los jefes de las parcialidades, en qué consistió el conflicto dinástico desatado por el testamento de la reina Blanca y que se prolongó durante el resto del siglo XV, y cómo evolucionaron las fidelidades nobiliarias durante todo ese período hasta el reinado de Fernando el Católico. La muestra presta especial atención a los episodios de traición y odio derivados del enfrentamiento encarnizado, con elocuentes casos de asesinato, sacrilegio y saqueo de localidades.

El segundo bloque Guerra y división de Navarra es el más extenso por cuanto analiza la evolución cronológica del conflicto. En primer lugar, se aborda el inicio de la guerra dinástica en 1451 y la división del reino en dos legitimidades, la del rey Juan II y la del Príncipe de Viana. Tras el fallecimiento de este último se estudia la prolongación del conflicto como una guerra banderiza permanente hasta el final del reinado de Juan II y de su hija Leonor. La conquista de Navarra en 1512 marca el inicio de un nuevo período de acercamiento a los bandos propiciado por la monarquía castellana. Finalmente, los sucesos de 1521 reactivaron el enfrentamiento entre ambas facciones, que adoptaron un distinto posicionamiento en episodios como Noáin, Amaiur y Fuenterrabía.

El tercer bloque ¿Caballeros heroicos o malhechores feudales? ofrece un balance sobre el enfrentamiento entre estos nobles guerreros a finales de la Edad Media, que se define como un legado de destrucción. La destrucción del patrimonio material fue otro exponente más de este enfrentamiento civil, al que se sumaron las campañas de derribo de las fortalezas navarras emprendidas por la Corona de Castilla. También se aborda el legado construido por los principales cabecillas de estos bandos, un patrimonio que todavía hoy en día es posible admirar en las torres y palacios nobiliarios diseminados por el territorio. “Un legado que, en definitiva, simboliza la victoria del estamento nobiliario en este largo y conflictivo proceso del que los grandes linajes salieron reforzados para afrontar los tiempos modernos”, indican.