Para Alfredo Rodríguez (Pamplona, 1969), el poeta es “el último depositario de la gran Cultura”, y a su figura y la importancia de su ritual, la poesía, dedica su última obra, publicada por Chamán Ediciones y que el autor presentará el próximo 7 de marzo en el Ateneo Navarro (19.00 horas).

Dragón custodiando el misterio cierra su trilogía de la alquimia. ¿Ya ha dicho todo lo que tenía que decir sobre el ritual que supone crear poesía?

Sí, creo que sí. Han sido tres libros, junto con Alquimia ha de ser y Hierofanías y han pasado diez años. Pero en realidad creo que casi toda mi poesía, incluso la anterior, es una autorreflexión sobre lo que supone en la vida de alguien el proceso de creación poética. Por eso a veces más que un poeta me considero un “investigador en poesía”.

Si, como dice, la poesía convierte en oro la ciénaga de la vida, es un ritual muy necesario en estos tiempos.

Bueno, eso lo dijo Baudelaire, que era un poeta maldito. Pero yo se lo compro, como se dice ahora. Un poeta es como un alquimista, toma la realidad vivida, leída y soñada, y la transforma en un pequeño universo de sentidos, que es lo que al final viene a ser el poema. El oro del poema.

"En una sociedad totalmente digitalizada hay que poner en valor esta actitud radical, a contracorriente, de ruptura, que supone la escritura poética"

Vivimos un momento de mucho ruido, de una gran superficialidad, una gran celeridad y escaso conocimiento. ¿La poesía puede devolvernos esa parte de serenidad, de reflexión, de profundidad que necesitamos?

Claro, la vida cotidiana la vivimos en gran medida sin darnos cuenta, hay mucho ruido de fondo que nos distrae. En cambio leyendo un buen poema uno adquiere una lucidez y una serenidad desusadas y que son la vida verdadera en su sentido más hondo.

¿La figura del dragón encarna a todos los poetas y las poetas? ¿Y cuál es ese misterio que custodian?

Sí, hay en todo el libro una presencia primordial, un gran símbolo que es el del dragón: ese dragón sería el poeta, defendiendo a su doncella: la poesía, y combatiendo contra todos los problemas a los que se enfrenta en su vida diaria un poeta, alguien que ha adquirido un compromiso de por vida con la poesía. Lo que custodian es el gran misterio secreto de la creación poética, en el que el poeta tiene el don de descubrir, sentir y celebrar la belleza.

Hay en este libro una intención de unir Oriente y Occidente. ¿Qué echa en falta de la filosofía oriental en nuestro día a día?

Me interesa mucho el concepto panteísta de la divinidad, y la concepción universal y cósmica de la vida y del alma. La vida como una manifestación de la Naturaleza, y esta, a su vez, como una materialización del Gran Todo. Y me interesa el taoísmo, que es una técnica espiritual para enfrentarse al sufrimiento y la muerte.

Se dice del poeta en el libro que es invisible, incluso que está condenado al olvido. Esta obra reivindica la importancia del poeta, su divinidad… ¿Pero tiene que ser invisible para que no domine el ego en su voz y en su intención? ¿O esa invisibilidad es una injusticia?

Sí, se habla de la grotesca tiranía del ego, que es un foso colmado de serpientes, como digo en un verso del libro, y ya sabemos que la vanidad es la enfermedad profesional de los poetas. Pero se habla a su vez de la invisibilidad del poeta. Yo escribo versos y eso en estos tiempos me hace ser bastante invisible. En una sociedad postmoderna y totalmente digitalizada y controlada por los medios y las redes sociales, hay que poner en valor aún esta actitud radical, a contracorriente, de ruptura, que supone en cada época, la escritura poética. El poeta verdadero casi ha desaparecido, es un ser en extinción, su vida apenas cuenta; pero a pesar de todo, el poeta es quizá el último depositario de la gran Cultura, no han podido con él, no le han vencido aún, es un superviviente de nuestra civilización cultural.

"Un poeta ha de ir buscando siempre una autenticidad, pero, a la vez, ha de ser toda su vida un aprendiz"

Hay sobredosis de egos y de apegos en estas vidas que llevamos… ¿Dónde ve la esperanza para que no dominen los egos y los apegos en nosotros?

Bueno, según la filosofía zen, solo se alcanza la perfección de cualquier arte cuando se ejecuta sin interferencias del ego. Sin cálculo, sin deseo, sin urgencia, sin tensión.

Portada del libro 'Dragón custodiando el misterio'.

Portada del libro 'Dragón custodiando el misterio'. Redacción DNN

Dice que “en realidad este libro cuenta la historia de un hombre que sólo cree ya en el poder de la Belleza, de la Poesía, el poder de la Cultura, del Arte, de la escritura artística, ese es su único compromiso en la vida; un hombre que necesita de la creación poética, que necesita de la fabricación de espacios poéticos, de la inspiración artística, como si fuera su aliento de vida (su prana, su tao, su chi, tomando esa terminología oriental), casi su razón de existir”. ¿Se ve reflejado en este hombre, es usted?

Pues creo que sí, aunque quizá con la edad cada vez menos. La edad diluye a los poetas.

Dedica el libro a sus maestros, una declaración de intenciones sobre la importancia del aprendizaje, del respeto a la sabiduría acumulada con los años, de la constancia y del proceso en el camino hacia hacerse poeta. ¿O poeta se nace?

La vocación de poeta es algo como la sangre, algo que discurre por las venas, algo que no es necesario programar. Pero, a la vez, un poeta debe tener muy claro que es a través de la obra y la vida de esos maestros como llega a encontrarse a sí mismo y a encontrar su camino, su voz. Esos poemas y escritos de esos autores que uno ha elegido como sus maestros los vive como en una suerte de injerto y forman parte ya de sí mismo para siempre. Un poeta ha de ir buscando siempre una autenticidad, pero, a la vez, ha de ser toda su vida un aprendiz.

¿Qué vendrá después de esta trilogía? Porque apunta que ya se va agotando como poeta, Pero al mismo tiempo, no se ve haciendo otra cosa que escribir poesía…

Sí, los poetas se agotan. Se acaban repitiendo y escribiendo y publicando refritos de sus propios versos una y otra vez. No quiero caer en eso. Creo que me iré retirando como poeta, a pesar de que la única cosa que creo saber hacer más o menos bien es escribir poesía. En lo que respecta a continuar con mi obra poética, tengo otro libro inédito, Castildeterra, asignado a uno de mis viejos apócrifos vasconavarros, Henrique de Ariztarai. Espero verlo pronto publicado.