Algo está cambiando en el mercado de trabajo navarro. En realidad, muchas cosas y de manera continua, pero una tendencia de fondo asoma con claridad por encima del resto. Los servicios más intensivos en conocimiento, aquellos vinculados con salud, la educación, las actividades profesionales y científicas, ganan peso poco a poco en un entorno de mejoría general en los últimos cinco años.

Es una buena noticia, que consolida un modelo productivo con fuerte peso de la industria, y que no es sino una réplica de lo que está sucediendo en el conjunto de España, mucho más necesitada de un cambio de orientación laboral que Navarra. Un estudio reciente de CCOO apuntaba en esta misma dirección: “El empleo neto creado se ubica en actividades económicas de mayor productividad, en detrimento de ramas de productividad baja”.

CCOO emplea para su informe los datos de la Encuesta de Población Activa, poco consistentes en Navarra cuando se analizan al detalle. Las series de afiliados a la Seguridad Social confirman esta misma impresión. En los últimos cinco años –entre diciembre de 2018 y diciembre de 2023, dejando así fuera cualquier impacto en la pandemia– la educación, la salud y las actividades profesionales científicas figuran entre las cinco actividades que más crecen en número de ocupados. 

Algo similar ocurre en el conjunto de España, incluso con mayor intensidad, como muestra el avance del 32% en las actividades de información y comunicaciones –se incluyen aquí a los profesionales de las tecnologías de la información y las comunicaciones– o avances por encima del 20% en salud, educación, y actividades profesionales y técnicas. 

Navarra tiene, en todo caso, sus propias dinámicas de empleo. Y llama la atención el fuerte impulso del empleo en la administración pública (más de un 15% de crecimiento frente al 4,2% de media española), que refleja la intensidad con la que se ha contratado en el sector público en los últimos años. La plantilla del Gobierno de Navarra se ha incrementado en cerca de un 20% en los últimos cinco años, un incremento que, en el caso de las empresas públicas, es muy superior: un 50% desde 2013 y más de un 30% desde 2018. 

Comercio al ralentí: ¿qué está pasando?

Crece también más que en el conjunto de España la industria, lo que es una gran noticia, pero no lo hace el empleo en el sector comercial, donde sigue prácticamente plano, un comportamiento sin una explicación clara, más allá del alto peso del comercio electrónico o del menor impacto de la recuperación turística.

Un camarero atiende a una mesa David Zorraquino

La hostelería, otro de los servicios tradicionales, si bien con bajo valor añadido, crece en Navarra a menor ritmo que la media española. También la logística, otra de las actividades que suele dispararse durante los ciclos expansivos y que requiere de buenas comunicaciones con el exterior –una de las carencias de la Comunidad Foral en estos momentos–, crece en Navarra a un menor ritmo que la media. 

Emigrantes y empleos vacantes La llegada de personas de otros países ha acelerado tras la pandemia, con 12.100 personas más de origen emigrante. Su llegada impacta en el mercado de trabajo, al impulsar la demanda en algunas áreas. También contribuye a que la tasa de paro se resista a bajar del 10% en los últimos ejercicios. Pese a la llegada de emigrantes, las empresas cerraron 2023 con 3.427 vacantes, 400 menos que en verano, pero 600 más que en 2022. 

En total, y en los últimos cinco años, el empleo crece en Navarra algo menos que la media española. Según la Encuesta de Población Activa, el ritmo de avance es de apenas un 4,5%, frente al 8,6% de media, mientras que, según la Seguridad Social, el crecimiento acumulado en Navarra es de un 8,5%, frente al 11,5% del conjunto del país. 

Un incremento que se ha conseguido asimismo con un alza incuestionable de la contratación fija. En cinco años, el número de empleos indefinidos ha crecido en casi 37.000 personas, sin contar los casi 6.200 nuevos fijos discontinuos. Por el contrario, el número de empleos temporales se ha reducido en más de 22.700. Es, sin duda, uno de los grandes cambios en la historia reciente del mercado de trabajo, y no se entiende sin la reforma laboral de hace dos años.

Navarra no es, en todo caso, una excepción. La contratación fija gana peso en toda España, de hecho lo hace incluso con mayor fuerza. En los últimos cinco años, las comunidades más industrializadas han crecido menos: el empleo en la CAV avanza apenas un 5%, mientras que La Rioja y Burgos, donde las manufacturas tienen peso, avanzan apenas un 7% y un 4%, respectivamente.

El crecimiento en estos años se ha desplazado, de la mano del turismo y de la llegada de cientos de miles de personas, al sur y a Levante. Y, por supuesto, a Madrid, con un peso cada vez mayor

Una industria que resiste

La realidad es que el peso de la industria en el empleo decae de manera inexorable en casi todos los territorios. Una tendencia que se agudiza en periodos de crecimiento económico, cuando la terciarización de la economía se siente con más fuerza. Sucedió hasta la crisis 2008, volvió a pasar a partir de 2013 y la curva se mantiene en los últimos cinco años, también en Navarra, la provincia española donde más pesan las manufacturas industriales. 

Según la Seguridad Social, la industria navarra daba empleo en diciembre de 2023 a 69.813 personas, 4.075 más que cuatro años antes. Un avance del 6,2%, inferior a la media del crecimiento del empleo en Navarra e insuficiente por tanto para que el empleo manufacturero mantenga su peso en el conjunto del empleo. En cuatro años cae siete décimas y se sitúa en el 23,7%. Solo en 12 provincias españolas, todas ellas con un peso de las manufacturas muy inferior, gana peso la industria en los último cinco años.

De hecho, la industria pesa en Navarra el doble que en el conjunto del país, y supone un verdadero sostén para una comunidad escasamente poblada como Navarra, con dificultades para atraer talento en el circuito nacional. Superó en verano pasado los 70.000 ocupados, unas cifra que ya ha perdido, pero confía en volver a hacerlo de la mano de la agroindustria, la actividad más dinámica de los últimos cinco años. Su fuerte crecimiento, se ha frenado en el último ejercicio, pero es responsable de casi la mitad del nuevo empleo industrial generado en la Comunidad Foral en este tiempo. 

A la espera de que cristalicen algunas de las inversiones anunciadas en el sector –Sunsundegui en Alsasua, Flamasats en Aoiz, Hyundai Mobis en Noáin–, el sector cerró un 2023 aceptable, con 850 nuevos puestos de trabajo (un 1,2% de avance), un dato acorde a la evolución del PIB y que, en todo caso, le permite seguir luciendo en un entorno difícil.  

Porque las dificultades de Alemania y el complejo entorno del comercio internacional están golpeando a los territorios más industrializados. Los datos de empleo industrial de la CAV, por ejemplo, muestran una debilidad mayor, con menores crecimientos. En Bizkaia, donde la transformación hacia una economía de servicios es más acusada, la industria se deja en cinco años casi 1.500 empleos, lo que supone un descenso del 2,2%.

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También pierde fuerza Álava y solo Gipuzkoa resiste en términos de empleo en este tiempo, con unos 700 nuevos puestos de trabajo. En total, en el último lustro, la CAV ha perdido un millar de empleos industriales. 

También La Rioja, otra de las comunidades con fuerte peso industrial, si bien en sectores de menor valor añadido, ha visto cómo sus fábricas perdían fuelle en estos años. Se deja 67 empleos.