El motor de la economía navarra, su industria, se está parando. Lentamente y sin hacer ruido desde hace ya varios trimestres, pero girando cada vez a menor velocidad, al menos en lo que a creación de empleo se refiere. Las manufacturas apenas han generado 400 nuevos puestos de trabajo en el último año, un crecimiento de apenas un 0,6%, suficiente, eso sí, para que la cifra de ocupados totales supere de nuevo los 70.000 afiliados a la Seguridad Social.

No es una cifra cualquiera. Las fábricas navarras no habían registrado desde 2007, en plena burbuja, cifras similares de ocupación. Recuperar aquellos números permite a la industria mantener el peso sobre el total, hacerlo con una menor dependencia de un único sector –en este tiempo ha emergido la biofarmacia o ha engordado significativamente la agroalimentación–, y garantizar así que decenas de miles de asalariados conservan un empleo reglado, con condiciones salariales dignas y con un grado de protección superior a la media. Navarra sigue siendo la comunidad con un mayor peso económico de la industria, la segunda en empleo y la que menos se ha desindustrializado en las últimas décadas.

Pero los últimos meses muestran que el sector ha frenado su crecimiento de manera clara. Si crecía a un ritmo de 1.400 ó 1.500 nuevos ocupados anuales, en los doce últimos meses, y según los datos de la Seguridad Social, ha incorporado apenas 429 nuevos cotizantes. Y el último trimestre ha sido especialmente negativo, con 550 empleos destruidos entre mayo y julio.

Hablar de industria en Navarra es hacerlo de muchos sectores, pero especialmente de dos, en términos de empleo: automoción y agroalimentaria. Ninguno ha empujado lo suficiente en el último año. La automoción, de hecho, lleva años estancada en los 12.000 puestos de trabajo y casi todas las previsiones apuntan a que ya será un éxito mantenerlos en los próximos años. Elevar esta cantidad requeriría de nuevas y relevantes inversiones que aumentaran la capacidad productiva y que, de momento, no se contemplan. Y pese a que VW mantiene una cierta estabilidad en el entorno de los 5.000 ocupados, el subsector de los componentes ha perdido cerca de 500 puestos de trabajo en tres años.

Más significativo resulta quizá el freno que parece haber puesto el sector agroalimentario, que creció a todo ritmo entre 2016 y 2019, que vivió un enorme estrés productivo en los periodos más intensos de la pandemia y que en el último año apenas ha generado 81 nuevos puestos de trabajo. Con 15.564 empleados –sin contar el sector de bebidas–, la agroindustria navarra contribuye como pocos otros sectores al equilibrio territorial, pero está viviendo meses complejos.

Distintos factores ayudan a explicarlo. Por un lado, la subida de precios en los alimentos, especialmente aguda en el último año y medio, ha erosionado la capacidad adquisitiva de las familias, que se han decantado de nuevo por cestas de las compra más pequeñas y baratas. Por otro, la sequía ha reducido el agua disponible para los regadíos, lo que reducirá las campañas del tomate y el pimiento, entre otras. Y, junto a ello, la debilidad del mercado europeo, condicionado por la recesión alemana y el débil crecimiento de Francia, se deja sentir en algunas exportaciones. La subida de tipos del BCE está contribuyendo, además, a estrangular el consumo.

Existen, sin embargo, otros factores de fondo que ayudan a entender el comportamiento de estas dos industrias claves. El deterioro de la economía española y de la capacidad adquisitiva de las familias, a partir de la crisis de 2008, explica por ejemplo el freno de la automoción, condicionada también por la demografía: España es hoy un país mucho más envejecido que hace 15 años. Las matriculaciones no han regresado a los niveles de 2007 y el escaso poder adquisitivo se siente también en la lenta implantación de los modelos eléctricos. Un mercado interno sano siempre ayuda a la capacidad productiva instalada.

Junto a ello, otro factor comienza a ejercer de freno en la creación de empleo: la mano de obra ya no abunda y mucho menos los perfiles cualificados, ingenieros, mecánicos, tecnólogos, especialistas en datos, que requieren cada vez en mayor medida las empresas. Carencias clave para puestos que determinarán la pujanza de las empresas navarras seguramente durante las dos próximas décadas.

Las cifras

0,6 de crecimiento anual

Las manufacturas han reducido de manera sensible sus niveles de creación de empleo, que superaba hace un año el 2% interanual. .

1.770 empleos en farmacia. Con apenas 21 compañías y de la mano sobre todo de Cinfa, la industria farmacéutica sigue creciendo, con 103 nuevos ocupados en el último año.

6.559 empleos en componentes. El subsector de componentes de automoción ha visto cómo su empleo se reducía algo más de un 7% respecto a las cifras previas a la pandemia.