Desde hace ya unos años la localidad de Lácar/Lakar en el valle de Yerri es un lugar conocido por la famosa batalla en las guerras carlistas; hoy es conocido también en el mapa por la presencia de una bodega que alberga su propio restaurante. Una pequeña empresa familiar que actualmente da trabajo a 10 personas de Tierra Estella “cuatro somos de la familia y seis son de vecinos y vecinas que viven en Estella-Lizarra o son de pueblos de la comarca como Alloz, Artavia o Dicastillo”.

Un sueño que comenzó a hacerse realidad cuando hace 25 años dos jóvenes pensaron en hacer de una pequeña explotación agrícola, una posibilidad de negocio que facilitara el arraigo en Lácar del que pudieran vivir varias personas. Ese fue el punto de arranque del proyecto que a finales de la década de los noventa se hicieron los hermanos Edorta y Raúl Lezaun. “En realidad hicimos lo que siempre habíamos visto que hacía nuestro padre y otros agricultores de la zona: él seguía haciendo vino de manera tradicional y lo vendía a granel o en garrafones como se hacía entonces”, comentó Raúl Lezaun.

Pero en 1997 se decidieron a dar un paso adelante y construyeron una pequeña bodega aledaña a su casa. “Yo había estudiado enología y junto con mi hermano pensamos que la agricultura ecológica podría ser el camino”.

Un proceso que iniciaron siguiendo la agricultura tradicional de la zona “hasta los años 70 prácticamente toda la agricultura de Tierra Estella era ecológica y no hicimos más que recuperarla”. Al proceso pronto se añadió la construcción de un txoko donde la gente que iba a comprar vino se llevaba sus propias embutidos para catarlo allí mismo. Fue un vecino del pueblo (Javier Lana) quien les animó a construir un restaurante. Una idea que pusieron en practica y en el que actualmente trabajan 5 personas. “Queríamos que el menú fuera con productos nuestros y también de la zona”. En este sentido en los últimos años la pequeña explotación de 20 hectáreas de viñedo se ha incrementado con algunos cultivos de espárragos, alcachofas y olivos que nutren de nuevos productos su comedor. “Siempre hemos tenido claro que debíamos potenciar los productos de cercanía y locales”. Una filosofía que se trasladó a los fogones y que también ha dado sentido a la creación de un negocio familiar contando con los recursos existentes. “Ahora parece que la única salida de los agricultores es la de crear grandes explotaciones para sobrevivir pero creemos que también se puede hacer de otra manera”, aseguraba Lezaun.

El secreto de su negocio pasa por su apego al territorio. Un apego que los hermanos Lezaun tratan de transmitir en su entorno y a todos quienes se acercan al restaurante y las bodegas: “hacemos partícipes de lo que supone el trabajo en el campo y ofrecemos ese plus porque hay familias, cuadrillas o empresas que vienen aquí y que sienten curiosidad por todo lo que hacemos”.

El proyecto de Lácar sigue adelante y aquellos jóvenes que hicieron posible su desarrollo hoy siguen confiados en su futuro, “hemos conseguido que este proyecto sea viable haciendo las cosas, eso sí, con mimo y calidad”, finalizó Raúl.