Si bien Markos Beraza Vitoria partía con ventaja en la última prueba del Campeonato de España de Enduro de Sénior B4T disputada en Santiago hace unos días, no estaba nada decidido. “Había mucho barro y a mí, que soy más técnico, me favorece”, apunta este joven de 26 años de Irañeta, un apasionado de las motos. Además, tenía el aliciente de puntuar el doble en la clasificación, lo que mantenía vivas las opciones para un buen número de pilotos, entre ellos el de Sakana. En la carrera había tres especiales muy largas, una de ellas extrema, que marcó las diferencias y trajo el oro a Irañeta, un pueblo de 170 habitantes. 

La afición le viene de casa, de sus hermanos Rubén y David. “Me llevan 15 y 12 años, y desde pequeño les veía con las motos. Empecé con 12 años, con una moto de 65 centímetros cúbicos y poco a poco”, recuerda Markos Beraza. Desde entonces, no ha parado. Lo cierto es que el chaval apuntaba maneras y pronto comenzó a competir, con muy buenos resultados que le animaron a participar en pruebas nacionales e internacionales. “Estuve dos años haciendo pruebas del Mundial, las que me pillaban cerca, en Italia, Bélgica… Solía estar a mitad de la tabla”, recuerda. Asimismo, consiguió dos subcampeonatos de España

Pero cada vez le resultaba más difícil compatibilizar el trabajo con la moto, demasiada presión que le llevó a tomar la decisión de bajar de categoría. “Hay dos, profesionales y de segunda o aficionados. Hacemos la misma prueba pero una vuelta menos. He estado un año con los buenos pero con vida de pobre. Ahora toca disfrutar más”, observa. Y es que estar en primera línea no es fácil. “En verano puedo entrenar porque el día es más largo y me da tiempo después del trabajo. Tengo un circuito en el monte de Irañeta que preparé con mis hermanos, con el permiso del Ayuntamiento, que lo agradezco”, destaca. En invierno la preparación es más física, en gimnasio, y si hay tiempo, con la moto.  

El Campeonato arrancó en abril en Puerto Lumbreras, Murcia, y continuó en Infiesto, Gironella y Alicante. Se trata de carrera tipo rally en las que se realizan recorridos por circuitos establecidos en tiempos prefijados, con pruebas cortas cronometradas entre las etapas que requieren habilidad, destreza y velocidad sobre la moto. “Suelen ser pruebas de más de cinco horas, con una velocidad promedio de en torno a 55 kilómetros por hora”, observa. 

Markos Beraza entrenando cuando era un niño.

Markos Beraza entrenando cuando era un niño. Cedida

MÁS QUE AFICIÓN

La moto para Marcos Beraza es casi un modo de vida, una afición a la que dedica buena parte de su tiempo libre. Es más, programa sus vacaciones en función de las carreras. Y es que las pruebas se disputan a lo largo del año, en verano menos por el peligro de incendios, y son salidas de varios días. “Suelen ser el fin de semana, de dos días, pero se va antes, el miércoles, para reconocer el terreno. Trabajo en una empresa familiar y me dan flexibilidad. Gracias a ellos puedo seguir en la competición”, destaca. 

Si bien a la hora de entrenar practica motocross, cross country y enduro, a la hora de competir prefiere esta última modalidad. “Es más completa, más técnica y dura”, observa Marcos Beraza, al tiempo que explica que en ambas motos apenas hay diferencias y se distinguen sobre todo porque las de enduro van matriculadas y pueden circular por la carretera. Compite con una KTM de 450 centímetros cúbicos y un motor de 4 tiempos. “Tienen más tracción y te dejan correr más, más lineal. Soy un corredor más técnico y necesito mayor cilindrada”, observa. 

Forma parte del Moto Club Ziki Team, de Pamplona. “En Sakana hay varios clubes pero la mayoría compite con Ziki Team, que también organiza pruebas”, apunta. De cara al futuro no se pone metas. “Quiero seguir disfrutando de la moto hasta que pueda”. Además, le ha cogido el gusto a ser monitor. “La Federación Navarra de Motociclismo lleva unos años contando conmigo para dar cursillos a niños y niñas que andan en moto, tanto principiantes como de más nivel y que quieren mejorar la técnica. Gracias a ello, algunas familias contactaron conmigo para que les entrenase a sus hijos e hijas, no solo en esos cursillos, sino los fin de semanas o entre semana cuando podemos”, apunta. “Accedí hace año y medio y he formado un equipo de jóvenes promesas, de entre 4 y 12 años, y estoy muy a gusto. Hemos hecho un equipo muy bonito y acompaño a dos de ellos al campeonato de España de Enduro de niños”, añade.