Gerardo y Eduardo Brun, séptima generación de una familia dedicada a trabajar el hierro, supieron del hallazgo de la mano de Irulegi cuando vieron en la portada de DIARIO DE NOTICIAS del 15 de noviembre una mano de chapa. “Es una pieza muy importante, sobre todo para el euskera, pero para nosotros aún más porque es el trabajo de alguien de nuestro oficio que hace más de dos mil años dio forma a una chapa y escribió en ella”, señala Eduardo Brun. Asimismo, les sorprendió que fuera una mano. “Es el símbolo de la artesanía”, apunta el menor de los Brun, al tiempo que sale para buscar alguno de los premios y reconocimientos que han recibido a lo largo de la trayectoria familiar. Vuelve con una gran mano de cristal que les dieron en Durango y otra de una feria de Estella.

Forjas Brun reivindica su oficio con la mano de Irulegi

Así, pensaron en reproducir el proceso que se siguió entonces, todo realizado manualmente. En el interior del periódico había una reproducción de la mano a tamaño real que ha sido la plantilla partir de la cual han trabajado. En un principio hicieron una pieza con chapa de hierro de un milímetro, el espesor que habían leído que tenía, que cortaron con plasma, la única licencia que se han permitido. “Podríamos cortarlas con láser, todas iguales, pero va contra nuestra filosofía”, observan. Después, con un puntero, escribieron el famoso Sorioneku y las otras cuatro palabras que hay debajo, 40 signos en total. Comida por el óxido, que se vuelve verde con los metales que contienen bronce, la pintaron con una patena verde. Piezas artesanales, todas son diferentes.

“Llevamos a una feria de Geltoki siete y se vendieron todas. También vimos que había manos por todos los lados, pendientes, colgantes, bolsas…”, recuerda Gerardo Brun. Lo cierto es que se ha convertido en un icono vasco, una imagen por cuya titularidad litigian más de una decena de entidades, entre ellas el Gobierno de Navarra, que pretende evitar que se privatice el uso del hallazgo arqueológico. No en vano, esta plancha de bronce ha revolucionado las investigaciones sobre el origen del euskera por la inscripción de sorioneku, afortunado.

Al respecto, les ha gustado la interpretación de que la mano era un epígrafe ritual de buena fortuna, que se colocaba a la entrada de una vivienda. “Era un símbolo de amistad, el ongi entorri de antes”, observa Raúl Serrano, su ayudante en la fragua. Por ello, quieren que su mano, una reproducción artesanal similar al objeto original, sea símbolo de bienvenida y amuleto de protección en las casas de dentro y fuera de Euskal Herria. Están a la venta en Pikuxar, en Irurtzun, hasta el 18 de febrero; en la posada de Arruazu y la próxima semana, a partir del viernes, también en la posada de Igoa. Asimismo, se pueden adquirir vía online a través del correo electrónico forjasbrun@forjasbrun.eu. “Las hemos puesto a la venta a 30 euros pero tendremos que subir 5 euros porque no se gana”, observa Eduardo Brun.

El hallazgo de Irulegi les ha dado mucho en qué pensar. Así, han realizado otro prototipo en latón tal y como pensaban que era la pieza original, hace más de 2.000 años. “La propia oxidación de la pieza ha hecho que pierda volumen y también que los bordes tengan muescas”, observan. Este la versión premium de la mano de Irulegi se vende a 60 euros.

Ambos modelos también los pondrán a la venta en las ferias de artesanía que realizan a lo largo de año estos maestros artesanos, que llevan herramientas y aparejos de su fragua a las plazas de pueblos y ciudades para visibilizar y poner en valor un oficio que apenas ha variado pero que se ha ido adaptando a los tiempos y lo que demandaba el mercado. A lo largo del año hacen más de una veintena.

Asimismo, se puede conocer más este oficio en el Centro de Interpretación de la Forja, en Izurdiaga, con visitas guiadas en las que se les puede ver trabajar el hierro y participar en la tarea, un espectáculo de fuego y sonidos al golpear el martillo contra el yunque. Además, se puede realizar un recorrido temático por este viejo oficio y visitar una exposición de piezas de forja, con diseños clásicos y también vanguardistas con técnicas tradicionales como soldadura a la calda, además de tallas forjadas de diferentes motivos y elementos decorativos. La visita se completa con un itinerario por un espacio exterior con esculturas realizadas por el patriarca de los Brun, autor de conocidas piezas como El Peregrino de Puente La Reina/Gares. Persona de gran devoción religiosa, la mayoría son santos y otros, motivos religiosos.