Con la intención de restaurarlo y exponerlo o restaurarlo y ponerlo en funcionamiento, si así lo decidiera el Ayuntamiento, un grupo de alumnos de 2º de Bachillerato del Programa Bi+ del Valle del Ebro han expuesto al alcalde de Tudela, Alejandro Toquero, un trabajo que están realizando sobre la recuperación del reloj de torre antiguo, que estuvo ubicado en la Casa del Reloj de la plaza Nueva de Tudela desde el año 1885 hasta 1991, en que se retiró el de funcionamiento manual para instalar uno automático. Lo que pretenden es “poner en valor esta pieza histórica de Tudela”.

Javier Campo Campo, Pablo Sangüesa Hernández y Daniel Miguel Martín, autores del proyecto, han estado acompañados en su exposición por Pablo Ijalba, coodinador del programa del Bi+ del Valle del Ebro. Los estudiantes, tras un estudio exhaustivo de la pieza, han planteado tanto la restauración funcional del reloj como la no funcional destinado a ser expuesto. Según sus estimaciones, la recuperación funcional tendría un coste aproximado de 2.400 euros, mientras que, sin su puesta en marcha, el importe rondaría los 500 euros. En ambos casos se incluye la limpieza del reloj, cuyos trabajos ascienden a 257 euros.

Estos alumnos de 2º de bachillerato del Valle del Ebro van a intentar que esta recuperación cuente con la financiación del Ayuntamiento de Tudela y Patrimonio del Gobierno de Navarra. Además, han creado una página web propia para conseguir donaciones, bajo el lema “Forma parte de la historia”.

Por su parte, el alcalde de Tudela se ha comprometido a estudiar la propuesta. “No obstante -ha señalado-creo que es más adecuado su destino expositivo, para que la gente lo vea”. Asimismo, Toquero ha afirmado que va a buscar una ubicación para que el reloj no sufra las inclemencias del tiempo, pues actualmente se encuentra a la intemperie en dependencias de la Brigada Municipal.

Los alumnos que están elaborando el estudio con el alcalde de Tudela Cedida

El reloj se instaló en el año 1885 y se retiró en 1991, después de que se tratara de instalar un sistema automático para que recargara las pesas que no funcionó y dejaba el reloj parado. Posee una aguja de los minutos de 1,05 metros, mientras que la de las horas alcanza los 60 centímetros. Tres pesas de piedra se encargaban de su funcionamiento. Las dos mayores rondan los 65 kilos cada una, frente a los 15 de la más pequeña. Por su parte las dos campanas de bronce que anuncian las horas y los cuartos son las mismas que se colocaron en 1885. La mayor tiene un peso de 300 kilos por 180 de la más pequeña, colocada en la parte más alta.