La doctora Julia Rosa Bilbao, psiquiatra de IMQ, aboga por desterrar mitos en relación con el suicidio: “Se dice en el ambiente popular que hablar sobre las ideas de suicidio con una persona que esté en riesgo incita a que lo realice. Esto no es cierto. Hablar puede aliviar la tensión y reducir el riesgo de que se lesione o se mate, y puede incluso ser la única posibilidad que la persona tenga para analizar estos propósitos autodestructivos y buscar otra salida”.

Además, esta experta pone de relieve que, según las investigaciones, “cada diez personas que se suicidan, nueve verbalizaron claramente sus propósitos con anterioridad y la otra dejó entrever sus intenciones de acabar con su vida. Por lo tanto, estas señales nunca pueden ser consideradas a priori como un chantaje o manipulación de la persona para la obtención de un fin determinado”.

Y es que en el Estado español, cada año se producen más muertes por suicidio que debido a accidentes de tráfico. En 2020, el suicidio se mantuvo como la primera causa de muerte externa, con 3.941 fallecimientos, un 7,4% más que en 2019, según el Instituto Nacional de Estadística.

En cifras

* El suicidio es la primera causa de muerte no natural y la segunda causa de muerte entre los jóvenes de entre 14 y 29 años, aunque la mayor proporción de suicidios ocurre entre los adultos de entre 40 y 59 años.

* En el Estado español se han registrado cifras alarmantes, como los 3.941 fallecimientos que se produjeron en 2020, así como las 70.000 tentativas contabilizadas, de las que más de 20.000 tuvieron consecuencias graves. 

* El 50% de la población sufrirá tendencias suicidas entre moderadas y severas a lo largo de su vida.

* Existe una relación estudiada entre la enfermedad mental y el suicidio. Por ejemplo, entre el 10-13% de los pacientes con esquizofrenia han consumado su suicidio y un 40% lo ha intentado.

* El 90% de las personas que se quitan la vida tienen uno o más trastornos psiquiátricos. 

La psiquiatra consultada explica que el suicidio “puede ser una consecuencia de la desesperación intensa a la que llega una persona debido a la presencia de una enfermedad mental, abuso de sustancias, ludopatía, enfermedad física y otras causas. La presencia de enfermedades mentales en el momento del suicidio varía entre el 27 y el 90% de los casos. El abuso de sustancias es el segundo factor de riesgo más común, y en muchos casos está asociado con algunos trastornos mentales”. 

Julia Rosa Bilbao recuerda que no existe ninguna teoría que explique el suicidio de una forma completa. No obstante, “la relación entre el suicidio y los trastornos mentales es conocida, aunque no es el único motivo. Hay casos en los que se dan en personas en situaciones de crisis que se sienten incapaces de afrontar, como problemas de salud (enfermedades, dolor crónico…), económicos, de relación interpersonal, bullying, abusos sexuales, estados psicológicos, aislamiento, desesperanza, pérdidas y un largo etcétera”.

Señales de alarma

En la mayor parte de los casos, la intención de una persona para suicidarse suele manifestarse de alguna manera. Bilbao enumera varias señales de alarma que pueden sugerir que una persona está pensando en quitarse la vida, y la primera que apunta la psiquiatra se da “cuando la persona piensa a menudo en el suicidio y no puede dejar de darle vueltas, no ve ninguna salida a su situación o verbaliza directamente la idea o la posibilidad de suicidarse”.

Otra señal de alarma se da cuando la persona lleva a cabo determinados preparativos relacionados con su desaparición, “como arreglar documentos o cerrar asuntos o trámites”. 

Por último, es necesario prestar atención también “a la aparición de cambios repentinos en su conducta, como un aumento significativo de la irritabilidad, autolesiones, un incremento de la ingesta de bebidas alcohólicas en cantidades y frecuencia superiores a las habituales, grandes fluctuaciones del estado de ánimo, etcétera”.

En cuanto a la controversia social y política sobre si hablar o no del suicidio, Julia Rosa Bilbao insiste en que “es importante mantener el debate sobre el suicidio y darle visibilidad para instaurar y mejorar protocolos que faciliten la prevención”.

Prevención y terapias

En palabras de Cecilia Borràs, psicóloga y presidenta de Después del Suicidio–Asociación de Supervivientes (DSAS), “casi siempre es posible detectar señales de alarma de riesgo, aunque no sean identificables en todos los casos. Sucede como en la conducción, que alguna vez nos saltaremos una señal porque estaremos distraídos. Además, no estamos entrenados como sí lo estamos para conducir”.

Existe una evidente relación entre depresión y riesgo de suicidio. “Se ha demostrado que, con un buen seguimiento farmacológico y psicoterapéutico, la depresión es una enfermedad tratable, pero no se debe olvidar que puede llegar a ser crónica y que puede haber recaídas. Conocer la depresión es fundamental para la prevención del suicidio. La depresión viene a ser como la gripe de la mente. Podemos tener síntomas muy leves de gripe, pero todo se puede complicar con una neumonía. De igual forma, podemos sufrir una depresión leve, pero es necesario contar con un buen soporte médico, terapéutico, familiar y del entorno, para que no se complique. La depresión no es una actitud ante la vida, sino una enfermedad que impide y dificulta el funcionamiento diario”.

Es importante mantener el debate sobre el suicidio y darle visibilidad

Para Susana Gómez-Lus, Directora Médico de Lundbeck Iberia, “todos tenemos un importante papel en la prevención del suicidio. Reconocer las señales de alarma y saber cómo actuar salva vidas”.

Los animales, una clave

Una de las posibles terapias que pueden fomentar la prevención y la reducción de la cifra de muertes buscadas son las Intervenciones Asistidas con Animales (IAA), una de las principales líneas de actuación de la Cátedra Animales y Sociedad de la URJC, situándose como una herramienta idónea para fomentar los lazos afectivos, la escucha empática y el apoyo emocional de las personas, logrando la mejoría de sus funciones físicas, psicosociales, cognitivas y emocionales. A través de los efectos beneficiosos que trae consigo la vinculación entre el ser humano y los otros animales se reduce la conducta suicida y aumenta la predisposición a buscar ayuda entre personas de cualquier área de la población.

“Los animales son un instrumento excelente para canalizar las emociones, y por ello las terapias llevadas a cabo con personas con tendencias suicidas suelen tener resultados satisfactorios. Estas intervenciones, generalmente realizadas con perros, son ideales para cualquier individuo con altos niveles de estrés, ansiedad o depresión, logrando una mejora emocional, física y social en cada uno de ellos. Por ello, resulta fundamental continuar realzando los beneficios terapéuticos que conlleva esta interacción a través de los diferentes proyectos que trabajamos”, explica Nuria Máximo, directora de la Cátedra Animales y Sociedad.

De esta forma, las Intervenciones Asistidas con Animales han logrado tener un gran peso en la sociedad actual debido al vínculo afectivo que generan, propiciando el bienestar integral de las personas a nivel individual y social, elevando su autoestima y autocontrol, reduciendo sentimientos de rechazo y estigmatización y contribuyendo a una mejoría en su calidad de vida a nivel físico y emocional. 

La educación asistida con perros, además, trabaja en la prevención del acoso escolar, ya que, según diversos estudios, los menores que son víctimas de bullying suponen un importante factor de riesgo para la conducta suicida, teniendo quienes lo padecen 2,23 veces más riesgo de tener ideaciones suicidas, así como 2,55 veces más riesgo de llevar a cabo intentos reales de suicidio. 

Asimismo, es importante recalcar que estas terapias, además de estar enfocadas hacia aquellos que han tenido tentativas o conductas suicidas, van dirigidas también a sus familiares, entre los que este problema tiene un profundo impacto, estimándose que cada suicidio afecta directamente de seis a catorce miembros de la familia. Por eso se asegura que este tabú es, en el fondo, un problema de toda la sociedad.