Leo por ahí que en marzo se celebró la primera Semana de la Moda del Metaverso y que los tiros van por ahí: después de los videojuegos, la moda es el sector que más está apostando por el universo virtual y algunas de las firmas de lujo ya disponen de tiendas 3D donde venden sus diseños y colecciones para vestir a nuestros avatares y que vayan monísimos a fiestas, eventos y así. A mí, que no me da la vida ni para preparar la ropa de San Fermín, todo esto me suena a chino, pero es evidente que cada vez hay más mundos paralelos y que la brecha social entre pobres y ricos es cada vez mayor. Y hablando de San Fermín y de mundos paralelos: ¿qué va a pasar con todas las obras, andamios y zanjas que hay por todas partes? La cuesta de Labrit parece que la han bombardeado, la pasarela y su andamiaje fantasma van a ser un meódromo y una tentación para escaladores improvisados, el Bosquecillo patas arriba y el edificio de la Telefónica en obras también… ¿Qué pasa con esa ley no escrita de que para San Fermín todas las obras del centro acabadas? Este Ayuntamiento parece que vive cada vez más en su metaverso particular con sus banderas gigantes, sus “apartaos”, sus festejos taurinos y sus DJs poniendo el Tractor Amarillo y La Macarena sin parar. Un universo paralelo en el que no hay sitio para Herri Sanferminak ni para colectivos de diversidad cultural y en el que no sabe muy bien dónde colocar a los vendedores ambulantes ni qué hacer con el tema de las agresiones sexuales.

Sin duda, este cóctel de San Fermín tipo “Mayaluf” alcohólico-pesetero y a la vez evento pijo estilo Baile de la Alpargata, va a hacer de las nuestras, unas fiestas sin igual.