Punto final a un desastre anunciado desde el primer minuto de su puesta en marcha. Finalmente, el Gobierno de Navarra ha logrado deshacerse del lastre que ha sido el Circuito de Los Arcos y vendérselo a la empresa británica Motor Sport Visión –que ya gestiona otros seis circuitos en el Reino Unido–, por siete millones de euros. Una décima parte de lo que ha invertido Navarra en su construcción, funcionamiento y mantenimiento.

A cambio de desprenderse de esa pesada mochila que lastraba cada año el gasto presupuestario, Navarra se queda con la deuda aún pendiente (5,3 millones de euros) y asume las pérdidas acumuladas desde 2007 de otros 60 millones de euros. Como operación parece un error, la verdad. Supongo que es cosa de las leyes de mercado, de la oferta y la demanda. Nadie estaba dispuesto a pagar más que esos siete millones. Un lo tomas o lo dejas. Y se ha tomado la decisión más por desesperación que por efectividad, y porque no había mucho más que hacer que eso o seguir cargando a las cuentas públicas cada año los costes de la infraestructura. Un pozo sin fondopagado con el dinero de todas las navarras y navarros. El Circuito de Los Arcos ha sido uno de aquellos monumentos al despilfarro de las épocas de bonanza que dejó como herencia la gestión de UPN durante los gobiernos de Sanz y Barcina. Chapuzas muy vivas con sus propias losas financieras, obligaciones presupuestarias y poco o nada de utilidad real para la sociedad navarra. Como los peajes en sombra y otros chandríos. La propaganda oficial del Gobierno de UPN y sus mamporreros mediáticos lo vendieron como un motor económico de futuro para la zona, pero ni eso ha ocurrido. Mientras, la Cámara de Comptos cuestionó desde el primer momento en sus informes de fiscalización no sólo la viabilidad económica del proyecto, sino el propio modelo de intervención pública al rescate de una iniciativa privada que ya hacía aguas desde su comienzo.

Amiguismo y obesión por el cemento vinieron de la mano con una infraestructura ruinosa debajo del brazo. Y los contribuyentes navarros sin enterarse acabaron pagando la juerga. Tampoco los esfuerzos de los Gobiernos a partir de 2015 y de los diferentes gestores privados que se han hecho cargo de la gestión del Circuito en estos años de actividad han conseguido hacerlo no ya rentable, sino siquiera viable, pese haber logrado convertirlo en sede de importantes campeonatos y pruebas. Pero hay que tener mucho morro, una jeta de cemento armado, para acusar ahora de la chapuza a todos los demás, como hizo el lunes el parlamentario del PP José Suárez, al que Navarra Suma endosó el marrón de poner la cara al asunto de la venta del Circuito de Los Arcos mientras nadie de UPN, responsable político y personal del fiasco, aparecía por allí. Nadie a asumido responsabilidad alguna por decidir enterrar inútilmente casi 70 millones de euros del bien común de Navarra. Un desfalco, más o menos. “El tiempo dirá si la inversión fue adecuada o no”, dice ahora Suárez y se queda tan pincho. Un poquito de respeto a la sociedad navarra es el mínimo de lo mínimo que se puede exigir a un político que vive aferrado a a jugosa nómina de un escaño del Parlamento con más bien muy poco que hacer en toda la Legislatura. Y otra espantada más de Esparza cuando las cosas pintan mal.

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Los naipes de las infraestructuras de Navarra ITXASO MITXITORENA