Salvo a unos cuantos interesados, que suelen ser las personas involucradas de los partidos, sus familias, los medios de comunicación y los militantes más acérrimos, eventos como los que tienen lugar estos días con la constitución del Parlamento ayer o de los ayuntamientos hoy pasan en general bastante desapercibidos, por mucho que creamos quienes nos dedicamos a hablar de ello en los púlpitos que la ciudadanía hace mucho caso. Creo que a lo sumo echa un vistazo, hace una mueca según la cosa haya ido hacia un lado o hacia otro y sigue con su día a día con relativa normalidad.

Son muchas elecciones ya para la gran mayoría y aunque cada cual por supuesto tiene sus preferencias y aunque muchos siguen creyendo que hay diferencias notables entre que gobiernen unos u otros para otros muchísimos esas diferencias no son tan acusadas y se limitan a cuestiones no diría menores pero sí que no básicas. No digo que esto sea así, digo que una bolsa importante de la población cree que a nivel económico, fiscal, de vivienda, empresarial, laboral, etc, va a ser muy similar el desempeño de unos con respecto al desempeño de los otros, algo con lo que lógicamente no estoy de acuerdo pero que creo que sucede así, al margen de que luego esa bolsa vote a unos u otros por sus tendencias más acusadas hacia un lado u otro. Lo mismo pasa con la ciudad o con las principales localidades: que gobierne o no la derecha es casi más en la cabeza de muchos una cuestión emocional o incluso ética, más que práctica, mientras que al contrario sucede lo mismo, que no gobierne la izquierda o el nacionalismo es lo menos malo. Ya digo, que me puedo equivocar, pero lo veo así, no veo grandes adhesiones multitudinarias mas allá de los pocos miles de militantes del conjunto de partidos que sí viven esto con mayor intensidad. El tema es que no sé si se llega a esto por madurez democrática o por hastío.