En este tiempo en el que todo resulta volátil, la política camina sin descanso por los andamiajes del absurdo. Todo es efímero, hasta las promesas electorales y los compromisos con los electores en un espacio en el que la mentira campa a sus anchas sin apenas coste. Los compromisos y promesas duran lo mismo que una bolsa de caramelos en la puerta de un colegio. Y en ese mismo escenario transita la formación del nuevo Gobierno en Navarra, aunque el paso de las semanas y las actitudes y propuestas de unos y otros ya permiten saber cosas.

El PSN abre un nuevo tiempo de Gobierno en el que la geometría variable, con un Ejecutivo bajo casi su exclusivo control, parece ser su apuesta para esta Legislatura. Me cuesta entender qué le lleva al PSN a ese riesgo de inestabilidad permanente, más allá de tratar de minorizar la influencia política de Geroa Bai. Es evidente desde el inicio de las negociaciones que la propuesta de reparto de competencias que plantea el PSN no es asumible para Geroa Bai, de lo que puede deducir que el objetivo de partida era hacer imposible su inclusión en el Gobierno. Se puede entender la pugna por el reparto de poder en las coaliciones, es lo habitual, pero no se ha tratado de eso. Lo venda Alzórriz como lo venda.

Y tampoco la cuestión se centra en las formas o el reparto de consejerías, sino en el fondo, en el reparto de las parcelas de competencia y de control y decisión de cada formación. Ese es a día de hoy el obstáculo. No sé que gana la presidenta Chivite más allá de esa minorización de su socio y el control absoluto del Gobierno, pero el escenario al que avanza el nuevo Ejecutivo es una puerta abierta a la inestabilidad. Además de que pierde un aliado en el Gobierno que ha servido de escudo a la presidenta en muchas ocasiones y ha sido leal toda la Legislatura. Es cierto que el PSN cuenta ahora, además de la presencia de Contigo-Zurekin en el Gobierno, con el voto a favor de EH Bildu lo que puede facilitar y acelerar la investidura de Chivite, pero no dejará de seguir dependiendo en este caso al menos del voto de Geroa Bai. Lo de ofrecer ahora el voto a favor de Chivite “sin condiciones” y aparentemente gratis da proganismo, pero abre un juego con riesgos –euskera, fiscalidad, eduación, infraestructuras...–, también para EH Bildu.

O quizá sea solo postureo mediático, porque todas las negociaciones políticas guardan sus cartas bajo el tapete. Y quizá más aún en este caso después de que el PSN bloqueará la elección de alcaldes de EH Bildu en varios ayuntamientos, incluido el de Pamplona. Veo muy difícil que Geroa Bai no se abstenga y permita un Gobierno con PSN y Contigo-Zurekin con Chivite de presidenta, pero a día de hoy el voto en contra en la investidura no deja de ser una posibilidad. En todo caso, un Gobierno que partiría de salida con solo 14 parlamentarios en la Cámara ( 11 del PSN y 3 de Contigo-Zurekin) lleva a una geometría parlamentaria variable para leyes, presupuestos y cuestiones claves en la gestión política de un Gobieno a la que tendrá ahora que sumar ahora a dos formaciones políticas, Geroa Bai y EH Bildu, y no solo a una como hasta ahora. Y abierta la puerta a la geometría variable con la ayuda de EH Bildu, en ese juego puedeparticipar también en caso de urgencia incluso UPN. Jugar a dos bandas forma parte de la esencia política de esa fórmula. Y el escaño de UPN en Madrid, imposible la investidura de Feijóo, puede ganar peso para Sánchez.