Total, que después de unos días de bastante ruido, mitigados últimamente por la Navidad, mañana es posible que Pamplona tenga nuevo alcalde. Pese a que en el pleno extraordinario todavía no tomará posesión el nuevo edil del PSN que sustituirá a la ministra Saiz, su ausencia no impide que haya votos suficientes para que la moción de censura descabalgue a UPN de la alcaldía. El ambiente -más en los medios y fuera que dentro- ha estado bastante caldeado, pero confiemos en que reine el sentido común y no haya estupideces ni problemas, vengan del lado que vengan. No es precisamente alentador que el socialista que iba a sustituir a Saiz, Tomás Rodríguez, haya renunciado a su acta por, según dice el PSN, los “constantes señalamientos, ataques y presiones” de UPN. Confiemos, reitero, en que prime la calma y UPN no convierta el acto de mañana en una charlotada histérica, habida cuenta de que el pescado ya está vendido y pasados muchos días y pasado el lógico y entendible enfado y rabia iniciales prolongar ahora la situación en aras de una escenificación no conduce a nada bueno. Tampoco si desde el otro lado del espectro político se utiliza la jornada para, sencillamente, hacer mofa de la situación o para celebrar con sorna, más en la espalda de los que salen que en la espalda de los que entran. Al final, se han dado una serie de circunstancias políticas y numéricas que no se habían dado antes y la historia ha dado para esto, pero se haría un muy flaco favor a la ciudad que mañana convirtamos entre todos o entre muchos esto en un sainete o en algo peor. Los ciudadanos, muchos al menos, votamos en su gran mayoría con la aspiración de que nos gobierne gente que nos mire a todos por igual y por eso confiamos en que mañana los políticos no hagan el mico o no cooperen con seguidores de sus filas que lo hagan. Esto es una ciudad, no una rave, y merecemos un día tranquilo y respetuoso.