Este fin de semana he tenido ocasión de conocer de cerca uno de los nuevos autobuses con forma de tranvía que circulan por la gran ciudad. Mi sobrina pregunta si al ser tan modernos podrían desplazarse por carriles centrales como los de Bilbao o Burdeos.

Respondo que no, que al menos son eléctricos, pero que la idea de un tranvía se desechó por falta de valentía política y que confiaba en que en los próximos años pudiéramos subirnos a una línea como la 4 mucho más ágil y directa (como las llamadas líneas troncales que se diseñaron a finales del 2000 y que se quedaron en papel mojado).

Conectar los diferentes barrios y municipios de la Comarca con verdaderos autobuses-tranvías –al menos con preferencia sobre el resto del tráfico y alimentados por fuentes de energía alternativa y limpia– no debería ser una distopía de las Smart Cities. Pero para ello el diseño de los sistemas viarios debiera ser otro.

Y nosotros estamos todavía retocando la calle Pío XII... Vemos cómo se están construyendo nuevos carriles bici con plataformas especiales –incluso voladizos en el aire para subir cuestas en bici– pero no vemos esa adaptación para el transporte público ni cambios urbanísticos serios en los nuevos barrios como Lezkairu. De hecho, la mayoría de villavesas tienen carriles compartidos con el resto de vehículos. ¿Y de los Next Generation no llegó dinero? Lo dicho, buses muy futuristas y cien por cien eléctricos para una ciudad que todavía no lo es.