Resulta grotesco que todo un consejero de Educación salga por peteneras cuando se le plantea la posibilidad de modificar la Orden Foral que regula la elección de jornada, en la medida en que una jornada –continua– se veía claramente perjudicada sobre otra –partida– y este desequilibrio y no otro ha sido el que ha llevado a que varios colegios en el que se impuso claramente la continua no vayan a poder implantarla porque la Orden Foral pedía un 60% del censo.

Ante esto, Gimeno se limita a decir que “la orden foral tiene un condicionado y ya se conocía antes de comenzar el procedimiento”. Claro, antes tampoco gustaba el condicionado, seguía siendo igual de injusto, pero a las familias no se les dio la opción de opinar sobre el mismo o si se les dio no sirvió de nada, como no sirve ahora. La Orden Foral era abusiva, es abusiva y seguirá siendo abusiva cuando dentro de 4 años colegios que han elegido jornada continua con el 85% del censo vayan a tener que votar de nuevo y se les vaya a exigir pasar del 60% del censo para no ser jornada partida. Esa es la injusticia, que varios colegios han sufrido en sus carnes por apenas 1 o 2 votos o poquísimos, mientras las abstenciones se contaban como votos a favor de la partida o se establecían normas para que colegios que comparten autobús tengan sí o sí jornada partida si uno de ellos la tiene. Claro, dice que no se van a saltar la ley.

Es que el problema es la ley, la vergüenza y el abuso es la ley, es una ley diseñada para que el 85% de colegios públicos que tenían continua pasasen a ser muchos menos y solo han logrado que baje al 81%. Ni una autocrítica. Mejoren la educación pública, inviertan, diseñen, pero no sean tan injustos con unos sobre otros. Si dan opciones para elegir, que sean iguales para todos, no una clara discriminación ante la cual la respuesta es la ley, la ley, la ley. La ley es lo que hay que cambiar.