Sí, verde querríamos al Gobierno de Navarra y verde se autodefinen los partidos que lo integran, pero ese verde se diluye en las políticas que practica, donde sólo quedan pequeños jirones cosméticos. Y eso a pesar de que estamos en precampaña electoral y de que una encuesta reciente indica que la conservación del medio ambiente se mantiene en un porcentaje importante (26%) dentro de las preocupaciones de las y los consumidores navarros. A pesar de que el último y reciente informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), cuyo objetivo es que facilite evaluaciones integrales del estado de los conocimientos científicos, técnicos y socioeconómicos sobre el cambio climático, sus causas, posibles repercusiones y estrategias de respuesta; a pesar, decía, de que este organismo de prestigio sigue en su escalada alarmista sobre la situación del planeta cada año que pasa. A pesar de que ya han saltado todas las alarmas y que el tiempo de reacción se reduce preocupantemente (ya sólo nos quedan 7 años para cambiar el rumbo de las catástrofes anunciadas). A pesar de todo esto nuestro gobierno no reacciona.

No digo que sea fácil cambiar las dinámicas, la economía, el consumo. No lo es. Pero si ni siquiera se intenta. Si se sigue apoyando el crecimiento de sectores que inciden negativamente en el cambio climático (minas, megaobras cuya mayor virtud no son sus contribuciones a la sociedad sino a la economía de sus constructores); si no se promocionan suficientemente las que no lo hacen (y las hay y son muy necesarias, como todas aquellas relacionadas con los cuidados). Si, en definitiva, no se presentan programas de actuación coherentes con la lucha contra el cambio climático y se empiezan a poner en marcha.

Hace un año se aprobó una ley interesante en Navarra sobre el cambio climático y la transición energética. Una ley que a juicio de los grupos ecologistas se quedó corta, aun después de ser considerablemente mejorada gracias a las aportaciones de numerosas asociaciones que acudieron al Parlamento a exponer sus ideas y propuestas. Pensando que se tendrían en cuenta. Pero, ¿de qué sirve una ley si luego no se pone en práctica? ¿Si no se desarrollan los reglamentos; si no se convocan reuniones informativas sobre la misma para sus afectados/a; si no se penalizan las conductas penalizables en la misma; si no se dota de medios suficientes para llevarla a cabo?

Hace cerca de un siglo hubo cierta polémica entre el poeta nacido hace 125 años en Granada y el autor de la famosa copla Ojos verdes sobre quién podía o no usar la palabra verde, parece que en términos bastante amigables. También hoy en día deberíamos volver a esa cuestión, pero no sobre su uso poético, sino político o publicitario en general. ¿Qué es verde y qué greenwashing, lavado de cara o maquillaje verde? ¿Quién es verde? ¿Qué políticas lo demuestran? ¿Qué planes se aportan para avanzar en lo verde?

A medida que avance la campaña los partidos del gobierno incidirán en lo verdes que son y en lo mucho que les preocupa la situación medioambiental. Pero, ¿habrá que creerles cuando en cuatro años no han desarrollado políticas que realmente avalen esa preocupación?

*La autora es exparlamentaria foral