Seguimos en la tradición de subir los salarios indexados a los precios. Una vez más, se ha vuelto a reproducir el mismo espíritu en el pacto entre los agentes sociales. Hoy vivimos tiempos de constantes y permanentes cambios tecnológicos que van a determinar el futuro tanto de las empresas como de los trabajadores. La productividad, al igual que la participación de la parte laboral en los beneficios empresariales, siguen ausentes en los acuerdos. La formación, la flexibilidad de horarios, se han olvidado en estos acuerdos. Las prisas son malas consejeras en cualquier consenso. Hoy debemos de elevar las miras al futuro, que como estamos viviendo, es muy distinto al pasado. Pero, al igual que don erre que erre, nuestros agentes sociales siguen con el guión del pasado. Si no hay productividad, las empresas dejan de ser competitivas en un mundo globalizado, llevándolas a su desaparición. Con ello, los trabajadores no tienen donde poder ejercer su actividad laboral que les pueda permitir, al menos, sobrevivir. Seguimos con el corre, corre, sin pensar en las consecuencias. Consensuar y acordar es el camino, pero poniendo el foco en el futuro. Una vez más, seguimos siendo un país de usos y costumbres en un mundo que está cambiando a una velocidad vertiginosa.