No tengo claro que finalmente Ramón Tamames, una momia aún con síntomas de vida de los viejos tiempos de la Transición, vaya a aceptar ser el candidato de la moción de censura que lleva intentando impulsar Vox sin éxito hasta ahora desde hace meses. Aunque por sus palabras, todo indica que está dispuesto a ello. Será la guinda final en forma de patética metáfora al desaguisado global que fue aquella Transición, una suma de cesiones de la democracia a las necesidades del franquismo en sus últimos tiempos. Tamames, ex dirigente circunstancial del PCE entonces –él mismo confesó que su militancia comunista fue antes que otra cosa un postureo oportunista para estar bien colocado cuando falleciera el dictador y genocida Franco–, repite ahora el discurso de las derechas españolas más extremistas. La visión catastrofista y destructiva que alimentan en cada discurso Abascal desde Vox o Aznar desde el PP. Un cúmulo de falsedades y tópicos interesados convenientemente aireados y agrandados por los grandes medios de comunicación conservadores, que son en Madrid casi todos, con el único objetivo de acabar con el Gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos que preside Sánchez y resituar al PP en Moncloa. Si Tamames sube finalmente la tribuna del Congreso para defender su Programa de Gobierno o el Programa de Gobierno de Vox como marioneta de Abascal será solo una muestra más del nivel de deterioro y decadencia de la democracia en el Estado español. Nada más porque su recorrido aritmético en el Congreso será muy minoritario, pero servirá de tonto inútil voluntario a quienes quieren tumbar desde el minuto uno al Gobierno de coalición como sea con la falsa bandera de una supuesta ilegitimidad. Ni Berlanga hubiera visto venir este esperpento que parece avecinarse en el Congreso. El Gobierno de Sánchez, más allá de sus errores y aciertos, tiene una sólida y mayoritaria base de legitimidad democrática salida de las urnas y conformada en el Congreso con un amplio respaldo de grupos y de número de diputados. Tamames protagonizará un absurdo brindis al sol que llevará a la política española a un nuevo y enorme ridículo si no lo remedia nadie. Otra cosa es que sean los propios socios de coalición, PSOE y Unidas Podemos, los que en su constante pelea y desencuentros internos acaben por cavar su propia tumba. Ahora con la ruptura por la reforma de la ley de si sólo es sí. No parece que toda la sangre de ese enfrentamiento vaya a llegar al río de la ruptura y del Gobierno de coalición –el único en el Estado desde el fin de la dictadura franquista–, pero tampoco es descartable del todo si la tensión en las semanas que viene entre ambos partidos alcanza niveles difícilmente soportables para la credibilidad pública del Gobierno que Sánchez puede adelantar las elecciones generales y hacerlas coincidir con las autonómicas y municipales de mayo. Y aunque la moción de censura de Vox sea un fracaso cantado, políticamente tendrá rendimiento para la ultraderecha y para el PP de Feijóo. Tiempos de nerviosismo e incentidumbres en la política en Madrid.